Opinión
¿Qué le dicen, hoy en día, los actos partidistas?
La celebración de la Asamblea del Partido Revolucionario Institucional (PRI) hace unos cuantos días, me permite comentar con usted algunas cuestiones relacionadas con la vida de los partidos políticos. Veámoslas.
Para nadie es un secreto en los tiempos que corren, que los partidos políticos son las organizaciones más rechazadas por los ciudadanos junto con los integrantes de ambas Cámaras del Poder Legislativo, diputados y senadores.
No hay duda que las primeras junto con los segundos, han hecho esfuerzos sobrehumanos para merecer el rechazo abierto y la condena de los ciudadanos; ¿causas de esta última?
La corrupción que se ha vuelto algo inherente a la actividad política y a los políticos en general, y el cinismo y las muestras ofensivas de la riqueza mal habida -al amparo del poder político-, son algunas. Todo deja ver que, en el caso de los políticos, no se trata tanto de amasar riquezas ofensivas por sus montos y rapidez con la que las amasan, sino de algo que exhibe su pequeñez y descaro: Qué se sepa que son inmensamente ricos.
Es en este contexto de la visión que se han formado los ciudadanos de la política, los partidos y lo que hemos dado en llamar políticos profesionales -sean gobernantes, funcionarios, legisladores o dirigentes partidarios-, que debemos juzgar los actos partidarios como el que menciono en el primer párrafo.
Reuniones masivas como ésa, ¿le dicen algo a usted, ciudadano de a pie, dichos actos? Incluso si usted milita en alguno de los partidos con registro, ¿se identifica con esos actos los cuales, a querer y aceptar o no, son la peor muestra de manipulación e hipocresía política?
Luego entonces, si nadie ve con buenos ojos esas reuniones -pretendidamente combativas y democráticas-, ¿tiene algún sentido llevarlas a cabo? ¿Acaso las dirigencias de los partidos, no se han dado cuenta que esas prácticas son de un pasado que si bien no se ha ido del todo, casi ha desaparecido de la escena política mexicana?
Por lo demás, antes de concluir, si ahora volteamos a la composición demográfica de México, no únicamente la actual sino la que se vislumbra ya para los próximos dos o tres decenios, ¿qué sentido tiene mantener esas muestras del atraso más acedo y caduco que podríamos ver en una sociedad moderna?
Así como eso que hoy comento -las reuniones partidarias, masivas o no-, ¿por qué no pensar en nuevos métodos para hacer la vida diaria de los partidos algo cercano a los ciudadanos, específicamente a los que hoy tiene menos de 35 años, por ejemplo?
¿Estarían dispuestos esos viejos panzones, calvos, mofletudos, cuya cara está deforme por tanto botox aplicado por años, y una papada que los guajolotes envidiarían, a reconocer que ya es hora de abandonar esos espacios y posiciones que les permitieron enriquecerse ofensivamente?
¿Usted qué piensa al respecto? Le adelanto, pienso lo mismo que usted: Jamás aceptarán irse de manera voluntaria.
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