Opinión
El para qué de las cosas…
Hola, querido lector, ¡Estoy de vuelta! Había tardado un ratito en escribir. A través del tiempo vas comprendiendo mejor las cosas, aunque a veces no tenemos una respuesta al 100%.
Durante los últimos meses, mi vida ha dado una transformación de 360°.
Quiero compartir esto contigo… La vida a veces nos lleva por situaciones distintas en las cuales no entendemos justo el por qué pero, después de unos meses comprendes el para qué. Hoy quiero contarte que hace unos días platicaba con una persona que me dijo lo siguiente:
“Samantha, a veces tenemos que entender que los SÍ de Dios son muy bendecidos, pero los NO de Dios son una triple bendición”; y yo le preguntaba: “¿Por qué dice eso?” A lo que él me contestó: “Lo que sucede es que nosotros los humanos siempre queremos un SÍ por respuesta, por nuestro ego o por lo que tú quieras; pero a veces Dios, la vida, el universo te lleva a que sea un NO, y los no son justo el triple de bendecidos porque, aunque en las circunstancias en las que tú anhelas un sí pero Dios dice lo contrario y decides no aferrarte, comprendes que todo tiene un gran significado y sobre todo, solo existe una manera en la que ocurren las cosas, simplemente así tenía que suceder”.
Conforme creces, en la vida te encuentras con diferentes tipos de personas, situaciones y comprendes que todas ellas vienen con una enseñanza. Entendí que todas las personas llegan a nuestra vida cuando tienen que llegar y tienen una importancia y tienen un camino que mostrarnos. Hay quienes están destinadas a permanecer con nosotros una temporada, sólo por unos días, por unos años o quizá para toda la vida, y me refiero a “amigos”, “familia” y en general “relaciones”, porque el humano es un ser que busca relacionarse, está en su naturaleza.
La vida es constante evolución y transformación. Desde finales de marzo de este año no entendía el porqué de muchas cosas que me estaban sucediendo, pero apliqué la frase “Confío en los cambios que tiene la vida y voy a fluir”, sin pensar que eso iba a ser el fin y el inicio de una temporada en mi vida.
Los movimientos comenzaron: trabajo, relaciones, personas, etc… Terminan cosas que nos sacuden, pero después de un tiempo vas entendiendo el para qué de las cosas y con esta columna quiero expresarlo.
A veces, como humanos siempre nos estamos cuestionando ¿por qué, Dios? o ¿por qué, vida? o ¿por qué, universo? ¿Por qué me sucede esto? Pero te animo a que, sea cual sea la situación por la que atravieses, sea buena o no tan buena, recuerdes que nada es eterno, todo es temporal (del latín temporalis ‘relativo al tiempo’); por lo tanto, todo tiene un inicio y un final, el tiempo tarde que temprano lleva todo a su fin.
De todo lo que te suceda en la vida adquieres experiencia. Y llega el punto en el que desarrollas una conciencia mayor.
Los cambios son generalmente buenos, hay una historia que a mí me gusta mucho, y es la de las Águilas: El águila es el ave de mayor longevidad de su especie; llega a vivir 70 años, pero para llegar a esa edad, a los 40 años, deberá tomar una seria y difícil decisión.
Su pico largo y puntiagudo se curva apuntando contra su pecho, sus alas envejecen y se tornan pesadas y de plumas gruesas. Volar se le hace ya muy difícil. Entonces el águila tiene solamente dos alternativas: morir o enfrentar su doloso proceso de renovación, que durará 150 días.
Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y quedarse ahí, en un nido cercano a un paredón, en donde no tenga la necesidad de volar.
Después, al encontrarse en el lugar, el águila comienza a golpear con su pico en la pared hasta conseguir arrancarlo. Luego de hacer esto, esperará el crecimiento de un nuevo pico con el que desprenderá una a una sus uñas y talones. Cuando los nuevos talones comienzan a nacer, comenzará a desplumar sus alas.
Finalmente, después de cinco meses muy duros, sale para el famoso vuelo de renovación que le dará 30 años más de vida.
Esta historia en particular me encanta porque te ayuda a comprender que así es la vida, te va llevando por etapas, por situaciones en las que estás arriba, en las que estás abajo o en las que encuentras un equilibrio perfecto y sí, de eso se trata la vida: de subir, bajar, volar, descansar y aprender.
Aprender a soltar, a amar desde la libertad pero, sobre todo: ¡Siempre sé tú! Y entrega tu corazón como es, sin condiciones; porque así es el amor: incondicional, sea para quien sea.
A veces quisiéramos que todo saliera como nosotros deseamos, por ello también es vital que aprendamos a dejarnos sorprender, algunas veces.
Los cambios siempre vienen acompañados de grandes retos, y el soltar lo que no te permite avanzar o bien lo que ya te soltó; tal vez sea un poco complicado porque estás acostumbrado a una rutina, relación, trabajo etc… pero a veces la vida te pide soltar de maneras que no imaginas…
¿Te confieso algo, querido lector?
Algunas veces Dios te quita algo que nunca pensaste perder: algún trabajo, alguna relación, algún proyecto. Y aunque al principio pienses que lo hace ‘para fregarte’ o te preguntes “¿por qué a mí?” es todo lo contrario. Dios funciona como un padre bueno que lo que hace, lo hace para poder crear el espacio, para darte algo que nunca pensaste tener. Es difícil recibir cuando tienes las manos llenas, ¿No? Por eso Dios no te puede dar lo nuevo, si no sueltas lo viejo. No te quita algo sin reemplazarlo por algo mejor, quita pero creéme que cuando devuelve, multiplica.
Espero que esta columna pueda llegar a tu corazón y, cual sea la situación que estés viviendo, que estés experimentando, simplemente puedas comprender “el para qué” de tu situación. Hoy permite que la vida -y tú con ella- fluya, y confíes en que la vida no te da lo que quieres, sino lo que necesitas para evolucionar.
Nos leemos en la siguiente Neta…
Samantha Alcázar – Relacionista Público
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