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Opinión

¿Son peligrosas las sociedades secretas? ¿Cómo enfrentarlas?

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“Fuimos fundados para hacer el bien, para crecer en una gran red de voluntades con interés de influir en eventos importantes para nuestra sociedad, como en procesos electorales”. Nadie en su buen juicio podría estar en contra de esta frase, pero ¿qué tal si la declarase el extravagante líder de una oscura organización de la que se sospechan actos secretos e inhumanos? ¿Por qué nuestra intuición comienza a lanzar luces rojas y se encienden las sirenas advirtiéndonos que aquella expresión es apenas la fachada cosmética de lo que realmente sucede en aquella asociación?

Las sociedades secretas son un fenómeno humano extensamente estudiado, más por morbo que por relevancia. Tal como lo apuntan los estudiosos del fenómeno, las sociedades secretas pueden ser secretas porque: a) La sociedad y sus fines son públicos pero sus miembros permanecen en el anonimato; b) La sociedad y sus miembros son públicos pero sus fines son reservados o disfrazados; o c) La misma sociedad es un hermético secreto.

En la segunda mitad del siglo XX, las sociedades secretas comenzaron a tomar un papel injustamente relevante en el escenario mundial. A estas organizaciones -independientemente del cariz ideológico o pseudoreligioso- se les adjudicaron los mayores éxitos y los peores desastres políticos y económicos. En realidad, todos los ‘códigos’ de sus arcanos y misterios que las sociedades secretas se autoimponen solamente han atraído con más fruición a periodistas, analistas políticos, cazadores de misterios y charlatanes. De tal suerte que, en la era de la información, hay más datos (reales y ficticios) de las sociedades secretas en internet que de cualquier otro tipo de organizaciones sociales de interés público.

Sólo el Centro por la Integridad Pública, equipo periodístico ganador del premio Pulitzer dos veces en esta década, ha publicado casi doscientas historias del 2014 a la fecha sobre grupos secretos que patrocinan campañas electorales en EU, motivan cambios legislativos, hacen componendas políticas para inversiones industriales y hasta costean exorbitantes multas a empresarios señalados por crímenes ambientales.

En realidad, tener ‘secretos’ no es un crimen ni una razón suficiente para desconfiar de alguna organización, empresa o institución. Algunos periodistas de investigación deben guardar en secrecía -incluso por varios meses- cierta información para poder construir una historia que revele con justicia y relevancia alguna denuncia o gran descubrimiento. Dice bien el sacerdote Julio de la Vega-Hazas -profundo estudioso de las sectas y grupos secretos- que los empresarios incluso la obligación de guardar secretos sobre sus negocios; los abogados, de sus clientes; y los médicos, de sus pacientes.

El verdadero problema con las ‘sociedades secretas’ son los códigos de conducta, los marcos morales sobre la dignidad de sus miembros y la ilusión pseudo-mesiánica con la que se auto perciben. Por ejemplo: El Grupo Bilderberg, cuyos miembros se dicen son expresidentes, premier-ministros, banqueros y familias de élite, afirma en sus principios: “Que nos acusen de estar luchando por un gobierno mundial es exagerado, pero no del todo injusto”. Sobre el Grupo Carlyle, que ha recibido inversiones de príncipes saudíes y de la familia Bin-Laden al tiempo de tener a George H. Bush entre sus consejeros, nunca prosperaron los cuestionamientos morales sobre su conflicto de interés tras los atentados de las torres gemelas en Nueva York y la guerra sobre Afganistán e Irak. También está “La Arboleda Bohemia” donde los titanes petroleros, ex mandatarios y secretarios de estado conviven tras un ritual donde se incinera teatralmente una monumental efigie de lechuza.

“Fuimos fundados para hacer el bien, para crecer en una gran red de voluntades con interés de influir en eventos importantes para nuestra sociedad, como en procesos electorales”, así explica el vocero de NEXIVM el propósito de la organización que, según el reportaje del New York Times, somete a las mujeres a dietas de hambre, sometimiento y hasta la hierra (marcación con metal al rojo vivo) mientras promueve cursos de capacitación, coaching y personal management.

Cuando estas organizaciones comienzan a hablar de la quimera del éxito supremo y proponen nuevos códigos de conducta de sus miembros, los cuales están muy lejos de respetar la dignidad y la vida de la persona humana, nos enfrentamos al oscuro rostro de las sociedades secretas. Cuando advertimos esto en nuestra sociedad, ¿cómo deberían atenderse o enfrentarse estas complejas realidades?

Por supuesto, lo primero es develar los actos ilegales, inmorales o perjudiciales que promueve o realiza la organización. El periodismo que denuncia desde las voces de las víctimas es un elemento muy importante para evitar que más gente caiga en estos grupos o que los patrocinadores descubran y comprendan también lo perverso que resulta apoyar a organizaciones de este estilo.

Sin embargo, hablar de ellas y descubrir sus ‘secretos’ en realidad no son la única forma de combatirlas o contrarrestar su ficticia importancia. Lo mejor es probar su inocente inutilidad y ello, por ejemplo, se palpa cuando las personas y sus comunidades se organizan en una abierta acción social y solidaria. Y aunque suene utópico, hay momentos muy concretos que comprueban lo contrario.

Por ejemplo, se vivió en México un episodio así tras los sismos del 7 y 19 de septiembre: la sociedad civil hizo su parte; la ciudadanía sin códigos ni secretos contribuyó al rescate y la reconstrucción; la sociedad organizada desde la libertad de asociación, sin ataduras rituales o pseudo-dogmáticas, construye ese bien común, se hace red de esfuerzo y buena voluntad en medio de las necesidades sociales. Sin secretos, ni ceremonias ni intereses ocultos, la ciudadanía en acción es la mejor herramienta para desempolvar a esos grupos enfermos de encierro.

ebv



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Felipe Monroy

El periodismo que falta a nuestra democracia

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Por si nos faltara algún ejemplo en cómo se ejerce el abuso de poder y el desprecio a la labor periodística en México, esta semana se hizo viral el despido en vivo y en directo de un comentarista de noticias por parte del dueño del Canal 66 de Mexicali: “Este es tu último día”, le notificó el empresario al presentador ante las cámaras. Sirva este caso –aunque no sea el más paradigmático– para reflexionar sobre las fronteras de las facultades tanto de los periodistas como de las directivas de los medios de comunicación y de los dueños de las concesiones.

Ya han explicado casi todos los involucrados algunas de las motivaciones detrás del sorpresivo despido y también han salido a la luz algunos de los intereses político-personales del ex conductor en cuestión. En general hay dos temas en los que se coincide: Uno, que los dueños de los medios deben tener y ejercer facultades para contratar o prescindir de los periodistas que a su juicio e interés necesiten en su modelo de negocio; y, dos, que los periodistas deberían contar con modelos de contratación en los que tanto el empleado como el empleador sean consecuentes con mínimos éticos y responsabilidades sociales más allá del mutuo beneficio utilitario y económico. Es decir, que concesionarios, dueños, directivos y periodistas de informativos asuman compromisos con la ciudadanía, debido a la importancia de la labor noticiosa independiente para la salud política y democrática de las naciones.

En un artículo publicado por Global Media Journal México este año, Leticia Hernández comparte varias entrevistas de periodistas respecto a las condiciones laborales adversas en sus medios de comunicación. Situaciones que van desde la precarización laboral, la fragilidad de las condiciones de trabajo, los riesgos de seguridad no asumidos por sus empleadores, el agotamiento crónico por jornadas extenuantes, el maltrato psicológico y hasta físico en sus centros laborales, así como el aumento de las exigencias de productividad mientras las tecnologías complejizan y requieren de mayor especialización en las tareas diarias.

Prácticamente existe un consenso entre los periodistas y trabajadores de los medios de comunicación respecto a la alta vocación y pasión que exige la labor informativa mientras se lidia con la carencia de mínimos de bienestar y seguridad laboral. Esta realidad ha llevado a asegurar que, salvo escasas excepciones, los periodistas en México viven cierta explotación laboral y una forzada sumisión a los intereses de dueños y administradores de los medios. Tanto los medios públicos, por las directivas y directrices impuestas por el Estado; como en los privados por sus intereses comerciales o conveniencias con poderes legítimos o fácticos.

Estas condiciones suelen complicarse con otros dos fenómenos contemporáneos: los nuevos modelos de trabajo informativo digital (casi siempre freelancers bajo políticas económicas sinuosas y nulos derechos de su propiedad intelectual) y la intensa competencia por las volátiles audiencias que motiva a las directivas de los medios a optar por conductores de noticiarios, presentadores de contenidos y periodistas con más “espectacularidad” que rigor y compromiso informativo.

Esto último es sumamente relevante pues, en el espectro noticioso se ha preferido invertir y enaltecer a personajes que desde la insinuación, la ambigüedad, el retruécano o la franca sandez hacen de la información un espectáculo; malbaratando el profesionalismo y el rigor periodístico a ocurrencias y maledicencias festejadas por las audiencias, pero inútiles para la construcción ciudadana. Lo cual, como es evidente, va en detrimento de la madurez democrática. De hecho, es probable que las propias condiciones de precarización laboral de los periodistas así como la orientación unívoca de beneficios comerciales e influencia en la elección del estilo informativo (sensacionalista, cómico, satírico, irreverente y sin rigor) sean fermento de cierta actitud ciudadana de desconfianza democrática, baja participación y cinismo ante fuerzas políticas, económicas e ideológicas.

Diversos académicos y analistas del fenómeno periodístico coinciden en que existe una fuerte correlación positiva entre la libertad de prensa y la democracia así como entre la autonomía editorial y la seguridad de los periodistas. Es decir: una mayor seguridad de los periodistas (comenzando por sus derechos laborales) redunda positivamente en la autonomía editorial y esa libertad de prensa incide directamente en la calidad democrática.

En conclusión, lo sucedido en la televisión de Mexicali no es un hecho anecdótico, es un síntoma de una grave enfermedad de nuestra democracia y un asunto que, para variar, no está en las manos del poder político.

*Director VCNoticias.com @monroyfelipe

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Columna Invitada

Fuera del guion

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El tema obligado, en los días recientes, fueron los comentarios sobre la toma de posesión de la presidenta Claudia Sheinbaum. Aparentemente, existió un guion para esa ceremonia, el cual incluyó temas de tipo político, ideológico y cultural.

Un guion que fue un homenaje centrado en Manuel López Obrador, en lo que dominó el relato de logros del sexenio anterior y el aplauso a su presidente. Desde su llegada: el lento acceso de Manuel López Obrador, en contraste con el arribo mucho más rápido de la doctora Sheinbaum, deteniéndose menos a recibir abrazos y posar para los “selfis”. Una ceremonia con tinte partidista, poco republicana, excepto por el beso de la presidenta Sheinbaum a la ministra presidenta de la Suprema Corte.

En el discurso de la presidenta, algunas Ideas que resaltan, probablemente porque parecerían innecesarias. Por ejemplo, el ofrecimiento de que gobernará para todos. Como si no fuera una obligación del Ejecutivo y un derecho de la ciudadanía. No debería ser de otra manera. No se esperaría que se dijera, públicamente, que la presidenta gobernaría sólo para la fracción dominante.

Otro ejemplo es el guiño a los inversionistas, diciendo que no cambiarán las reglas y que se cumplirán los compromisos que ha adquirido el gobierno. Como si fuera algo optativo. Como si no fuera algo que se espera de cualquier gobierno democrático. Es interesante analizar los discursos de aceptación, de toma de posesión de gobiernos, en otros países democráticos. Esos son temas que no se tocan, que se dan por hechos, porque así es una sociedad democrática. Pero aquí, aparentemente, se ve la necesidad de hacerlo.

Y en compensación, en respuesta, se espera que los accionistas, el sector empresarial, inviertan más en el país. Y que cumplan con la Ley. Más allá de lo que ocurrió durante el sexenio de López Obrador, donde efectivamente aumentó la inversión, tanto extranjera como nacional, pero fundamentalmente por una reinversión de las utilidades, con muy escasa aportación de lo que llaman “dinero fresco”: proyectos que parten de cero, que no son meramente mantener la participación que ya existe. Además de un compromiso de no sacar las utilidades del país, que es lo que sería de temer. En realidad, se necesita mucho más que eso.

Estamos viendo en esta toma de posesión una línea, similar a la de los ofrecimientos de campaña, donde aparentemente parecería que la señora presidenta se está ganando la selección como candidata. De la ceremonia en el Zócalo de la Ciudad de México, hay una serie de puntos que son copia de los ofrecimientos del régimen anterior. Con algunos asuntos que destacan, de los cuales probablemente dos son los que más llaman la atención. Precisamente, porque se salen del guion.

Uno es reducir la actividad de Pemex, con énfasis en la producción para el consumo interno y reducir sustancialmente las exportaciones. Algo que va en contra de las ideas de los últimos 80 años o más, donde se trató de tener en Pemex una fuente de divisas, gracias a la exportación. Por otra parte esto, ciertamente, hace sentido, porque cada vez tenemos menor capacidad de extracción de petróleo crudo.

Por otro lado, hablar de las energías limpias. Nosotros estamos comprometidos mundialmente a cumplir con la Agenda para el año 2030, un convenio que difícilmente podremos cumplir, pero al cual nos comprometimos con los organismos internacionales. Esto significa dar un giro importante a las ideas de los que dirigieron la CFE.

La participación privada y social en la generación de energías limpias, no fueron prioridad en el sexenio anterior y, claramente, fueron vistas con desconfianza, para volver a darle la primacía en la generación a la Comisión Federal de Electricidad. Se habla ahora de mayor participación privada en la generación de energía y también que, en la vivienda social. se incorpore la generación a través de energía solar. Y esto tendría que ser parte de la propiedad de cada uno de los dueños de esa vivienda social.

La gran cuestión que no se ha resuelto, no solo en estos eventos, sino en general, en toda la discusión que tenemos en el país, es la pregunta: ¿de dónde saldrá el dinero? Como ocurrió durante la campaña. Y no fue solo la presidenta Sheinbaum quien no le dio suficiente respuesta. Los demás contendientes, en los diversos órdenes de gobierno, tampoco lo hicieron. Este es un gran problema. Todos le han dado la vuelta a la cuestión de una reforma fiscal. Lo cual tiene algún sentido, al tratar de evitar que se espanten los inversionistas nacionales y extranjeros.

En el sexenio de López Obrador, se hablaba de que seguiremos teniendo recursos importantes a obtener, porque tuvimos décadas de corrupción y que eso se puede recuperar y darle un buen uso. Pero es muy poco creíble que la corrupción que se haya acumulado en el sexenio anterior, tenga una magnitud parecida a la corrupción acumulada durante decenas de años. Claramente, si es que se lograron las metas de reducir la corrupción para devolver esos fondos al pueblo, no podemos esperar que esa sea la fuente de financiamiento de todos los nuevos programas que se están anunciando. Este es el punto que tenemos que resolver: ¿cómo lograr un gasto social sostenible?

Hay que ir más allá de estas ofertas, y convertirlas en un auténtico plan de gobierno que no solo incluya lo qué queremos lograr, sino también el cómo. Algo que en general nos ha fallado de gran manera en todos los planes de desarrollo que hemos tenido en este país. Esperemos que en las próximas semanas tengamos mayor claridad. Ahí se verá la capacidad de nuestra presidenta y de su equipo de trabajo.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Columna Invitada

México SOS: Orlando Camacho presenta estrategias para fortalecer la seguridad pública en Sonora

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En un reciente conversatorio organizado por el Consejo INCIDE en colaboración con Sonora Global, Orlando Camacho, director general de México SOS, presentó una propuesta innovadora para fortalecer la seguridad pública en Sonora, enfocada en la participación activa de los ciudadanos. México SOS, fundada por Alejandro Martí, tras el trágico asesinato de su hijo, ha sido una de las organizaciones más influyentes en la promoción de reformas legislativas y en la creación de una cultura de denuncia y atención a víctimas.

En la reunión, se abordaron temas clave como la seguridad en la industria minera, el funcionamiento de las “Mesas Ciudadanas” promovidas por México SOS, el impacto de las redes sociales en la juventud en relación con la seguridad, la necesidad de dar un mejor seguimiento a los fideicomisos destinados a este rubro y reforzar las medidas preventivas.

Durante su intervención, Arturo Fernández, presidente de Sonora Global, expresó su satisfacción por el desarrollo del diálogo, destacando la importancia de estas instancias para mejorar la seguridad a través de la colaboración entre sociedad y autoridades.

Asimismo, Guillermo Moreno, presidente de INCIDE, enfatizó la necesidad de crear condiciones propicias para la generación de empleos mediante la diversificación productiva y la relocalización de empresas, elementos clave para un desarrollo económico seguro en Sonora.

Resultados y Acciones Locales

El conversatorio también abordó los logros de México SOS en otras regiones. En Xalapa y Tampico, por ejemplo, se ha registrado una notable reducción de secuestros, extorsiones y homicidios dolosos entre 2019 y 2024. Además, ciudades como San Pedro Garza García, Piedras Negras y Los Cabos han mejorado significativamente su percepción de seguridad.

En la región de La Laguna (Coahuila-Durango), más de 285 mil personas han visto una mejora en su percepción de seguridad entre 2012 y 2024, gracias a operativos locales y la colaboración entre ciudadanía y autoridades. Además, en Quintana Roo, operativos en playas y otras acciones locales han contribuido a la reducción de la criminalidad.

Tamaulipas, un estado que en 2015 era considerado uno de los más inseguros de México, ha mostrado una transformación notable. En 2024, se ha convertido en uno de los estados con mayor avance en paz, ocupando el octavo lugar en el índice de paz. Este cambio se ha logrado gracias a una combinación de estrategias coordinadas entre gobierno y sociedad civil.

Una de las claves para este éxito ha sido la activación ciudadana a través de la Red Nacional de Mesas Ciudadanas de Seguridad y Justicia (MCSJ). Estas mesas representan un modelo de gobernanza colaborativa donde la sociedad y el gobierno asumen juntos la corresponsabilidad en materia de seguridad. Con presencia en 17 estados y más de 40 grupos activos, las MCSJ han trabajado para generar confianza y transparencia, trascendiendo administraciones municipales, estatales y federales.

El Futuro de la Seguridad en Sonora

Camacho destacó que para transformar la seguridad en Sonora es fundamental que los ciudadanos asuman un rol activo en la colaboración con las autoridades.

El deterioro de la célula social, como lo es la familia, y su ataque sistemático han sido caldo de cultivo para el crecimiento de la delincuencia.

La creación de empleos, una participación activa en temas de seguridad y la mejora en la percepción ciudadana serán claves para asegurar un futuro más seguro en Sonora y todo México y reconoció lo que en INCIDE están trabajando en esta materia.

Para culminar el evento, entregaron el reconocimiento al ponente, en nombre de todo el Consejo Incide, Ramón Ángel Ortega, presidente del Patronato de Seguridad Pública de Hermosillo; David Fontes, director de seguridad de la Universidad de Sonora y Héctor Villalba, subdirector de Investigación y Diseño Curricular de la Universidad de la Seguridad Pública del Estado de Sonora.

Mtro. Guillermo Moreno Ríos
Ingeniero civil, académico, editor y especialista en gestión integral de riesgos, resiliencia empresarial, seguros y derechos humanos.
incide.guillermo@gmail.com

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Felipe Monroy

Cardenales para el futuro

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El papa Francisco anunció la celebración del próximo consistorio para la creación de 20 nuevos cardenales electores y uno más, emérito, Angelo Acerbi, legendario diplomático vaticano que recién ha cumplido 99 años. Sin embargo, lo que más llama la atención de las nuevas designaciones (en las que nuevamente no aparece ningún mexicano) es la edad de los nuevos purpurados: uno de ellos, Mykola Bychok, un religioso redentorista obispo greco-ucraniano de apenas 44 años.

Este último caso es muy singular, el obispo afincado en Melbourne, Australia, nació en los años 80, ingresó en la congregación del Santísimo Redentor cuando las Spice Girls sacaban su más grande éxito ‘Wannabe” y en taquilla arrasaba ‘Titanic’ de James Cameron; además fue ordenado sacerdote un mes después de la muerte de Juan Pablo II.

Sin embargo, no es el único; por lo menos una veintena de cardenales electores recibieron el orden sacerdotal en los años noventa; lo que indica que su formación en seminarios y casas de religiosos aconteció en un mundo plenamente globalizado, con mayores herramientas tecnológicas y la mirada puesta en el siglo XXI.

Hoy, todos los cardenales electores ingresaron al sacerdocio después del Concilio Vaticano II, es decir, que sus propios maestros y formadores habitaron el ‘aggiornamiento’ de la Iglesia más importante del siglo pasado y han transitado las grandes crisis institucionales del catolicismo en los últimos veinte años: la veloz pérdida de fieles y vocaciones; la secularización de la sociedad; y los escándalos sexuales y financieros.

Entre el extenso cuerpo de purpurados que en caso de un cónclave próximo serían los encargados de elegir un nuevo pontífice, ya sólo hay seis cardenales electores creados por Juan Pablo II y 24 por Benedicto XVI. Es decir, de los más de 140 cardenales con posibilidad de elegir al nuevo sucesor de Pedro, apenas 30 no fueron creados por Francisco. Serán los cardenales de Francisco los que pondrán en la Cátedra de San Pedro al próximo pontífice y pensarán el perfil del líder de la Iglesia bajo el estilo que Bergoglio quizá les haya logrado inspirar.

Además, los cardenales menores de 60 años de edad deberán tomar un papel importante en las reflexiones que la Iglesia católica hará antes de que llegue la mitad de esta centuria y antes de que el pontificado de Juan Pablo II luzca tan distante como las expectativas hacia el siglo veintidós. Se trata de 25 cardenales jóvenes provenientes de los más diversos orígenes y todos de cierta manera sorprendidos por su designación, pues algunos de ellos no habían recibido la ordenación episcopal o sus superiores no tienen la jerarquía cardenalicia.

Con ello, Francisco ha confirmado que el cardenalato no se obtiene por las posiciones de poder sino por cualidades de servicio y por la representación de voces de la marginalidad: un belga fraile conventual arzobispo en Irán; un lituano coadjutor en una basílica papal; un sacerdote scalabriniano encargado de migrantes y refugiados; un religioso indio siro-malabar oficial en el Vaticano; un franciscano patriarca de Jerusalén en Palestina; un sobreviviente de la guerra civil sudanesa articulador de la joven república sur-sudanesa; un poeta portugués que fue archivista y bibliotecario en el Archivo Secreto Vaticano; un arzobispo centroafricano en medio de una guerra étnico-religiosa; el sucesor del arzobispo Nobel de la Paz que pacificó el proceso de independencia en Timor Oriental; un misionero italiano pastor de mil quinientos fieles en Mongolia.

Con las más recientes designaciones, Francisco corrobora que mira especialmente las periferias mundiales. Quizá estamos ante el colegio cardenalicio más diverso de la historia con personajes oriundos de nacionalidades sino que muchos de los purpurados no han seguido la clásica ruta eclesiástica que en el pasado los colocaba en las posiciones de mayor liderazgo y subsecuentemente ante el birrete de las eminencias.

Con este consistorio, México permanece con seis cardenales, cuatro no electores (Sandoval, Suárez, Arizmendi y Rivera) y sólo dos electores (Francisco Robles y Carlos Aguiar).

*Director VCNoticias.com @monroyfelipe

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