Opinión
Sostiene a México gente fraterna
Frente a los 250 mexicanos fallecidos, 205 desaparecidos, mil 800 heridos y casi 40 edificios desplomados por el sismo del pasado 19 de septiembre, la sociedad mexicana continúa en las calles, unida, fraterna, solidaria pero sobre todo decidida a ayudar para que todos, absolutamente todos los mexicanos salgamos delante de esta terrible tragedia.
Lastimada sí, pero con un sentimiento discretamente escondido que la mantiene en alto con un solo objetivo: Ayudar, solidarizarse con las víctimas, con los damnificados con quienes hoy se encuentran sin casa, sin familia, sin sustento y sumidos en un inocultable estado de soledad y tristeza.
Hoy, en el día tr3s de los sismos del pasado martes negro, el panorama es cada vez más desolador. Edificaciones que tras el terremoto permanecían aparénteme en buen estado, hoy, 72 horas después del fuerte y prolongado movimiento de la tierra mexicana, esos edificios, casas, comercios y muchas viviendas, se han venido abajo, se desplomaron, quedaron convertidas en escombro.
Pero frente al desastre, vino lo más valioso, la decisión, el coraje y el sentimiento de colaboración de la gente. La gente sin etiquetas, sin colores, ni siglas; la gente sin religión, credo, género; nivel social, hombres, mujeres de la tercera edad, y de la era digital; adolecentes, milenials, youtubers, influencers, ninis; también, obreros, campesinos, empleados y desempleados, amas de casa, comerciantes, profesionistas, todo tipo de gente, pero gente fraterna y solidaria. ¡Gente bonita!
En cada uno de los cientos de puntos de la ciudad afectada, enlutada y envuelta por un velo de tristeza y dolor, dolor que inmediatamente fue encerraron en el baúl de los recuerdos, hay gente como esta; gente que lo mismo levanta el puño en señal de vida, gente que cocina que comparte, que carga bolsas, cajas, con alimentos, medicinas, y artículos para la sociedad lastimada. Gente solidaria, fraterna, en momentos de angustia y dolor.
Alejados de sentimientos de indiferencia, hombre y mujeres y jóvenes, muchos jóvenes, salen de sus casas con tortas, tacos, tostadas, café, pan, jugo, fruta, medicinas, cobertores, y todo lo humanamente posible para ir en busca de esas personas que de una u otra forma resultaron afectadas por el tremendo terremoto.
Es tal la cantidad de ayuda que brindan todo tipo de personas con enorme iniciativa, con una sonrisa triste pero sincera y sin importar el costo que significa preparar alimentos para gente que ni siquiera conocen, caminan hasta los centros de acopio para entregar o repartir eso que llevan con tanto amor, con tanto cariño, y con tanto esmero para quienes hoy tanto lo necesitan.
Lamentablemente hemos visto que conforme avanzan los minutos, sigue aumentando el número de daños, de víctimas y de pérdida de vidas. Sin embargo, este dolor no es motivo para desfallecer. Va a pasar tiempo para la recuperación, sí; vamos a sufrir, sí; pero vamos a salir adelante. Levantemos el puño en señal de vida. Hoy todos somos uno, todos somos México. Todos somos unidad y fraternidad.
Autoridades de los tres niveles de gobierno han sido rebasadas por la sociedad en movimiento, pero aún así, hacen su mejor esfuerzo para trasladar toda la ayuda necesaria, para colaborar en las labores de rescate de damnificados, para la remoción de escombros, para todo lo que pueden.
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