Opinión
Ya está Duarte en México; y a usted, ¿qué le gustaría que sucediere?
Ya llegó el que andaba ausente/se le concedió volver/ a mí se me afiguraba/ que no te volvería a ver solía cantar Lorenzo de Monteclaro, hace ya casi medio siglo. Hoy, una vez más, son realidad esos versos de El Ausente.
Al ver las imágenes del extraditado, ¿qué piensa usted? ¿Cuál pensaría usted debería ser el resultado del proceso que apenas comienza? ¿Acaso que se pudra en prisión durante decenios y decenios? ¿O que fuere fusilado?
¿Y qué piensa usted, ante el espectáculo bochornoso dado por tres ministerios públicos incompetentes?
Si bien lo que le preguntaré a usted enseguida, es altamente improbable que sucediere, ¿qué pensaría de no encontrar elementos el Juez que preside el juicio, para mantenerlo en prisión? ¿Pensaría acaso, que efectivamente fue incapacidad de la PGR, o vería en ello una maniobra de complicidad para liberarlo?
Por otra parte, ¿qué pensaría en caso de que la parte acusadora -en este caso la PGR-, fuere incapaz de probar sus acusaciones, y el Juez se viere obligado a liberarlo o aplicarle una pena mínima?
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Ante tanta incredulidad, no únicamente de parte suya sino de miles de mexicanos que en el tribunal mediático ya lo juzgaron, condenaron y sentenciaron al paredón, ¿qué pensaría usted del juicio de Javier Duarte?
¿Y qué piensa de los otros exgobernadores que se encuentran prófugos, como es el caso de César Duarte y Roberto Borge? ¿Los llevarán a juicio, y los condenarán? ¿Y a Tomás Yarrington, actualmente detenido en Italia?
¿Acaso usted piensa que esos son los únicos que se aprovecharon del puesto para enriquecerse de manera ofensiva? ¿O es de los que piensan que todo aquél que llega a una elevada posición en el sector público, es un corrupto irredento? ¿Y si le pidieren que no adelantare vísperas, esperaría usted el resultado del juicio?
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Por lo demás, Lorenzo de Monteclaro siguió cantando: Si porque vengo de lejos, me niegas la luz del día/Se me hace que a tu esperanza, le pasó lo que a la mía.
Por lo pronto, el ausente ya está entre nosotros. Por si quisiere escuchar la canción:
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Felipe Monroy
Gentrificación y crisis de vivienda: no es sólo por el espacio
“Se ha institucionalizado la vivienda como inversión, no como hábitat”.
El pasado viernes, las calles de la Ciudad de México testificaron una singular protesta antigentrificación que derivó en vandalismo y consignas xenófobas contra turistas extranjeros. Bajo lemas como “Gringos, dejen de robarnos la casa”, “¡Fuera gringos!”, “México para los mexicanos”, el evento reveló una tensión crítica que no es exclusiva del país y que, aunque se hable poco de ello, impacta en la célula básica de toda sociedad: la familia.
Por diversos factores socioeconómicos, la vivienda ha dejado de ser un derecho para convertirse en un auténtico campo de batalla donde chocan la especulación inmobiliaria, el desarraigo comunitario, los nómadas digitales, el turismo y la identidad de las familias en barrios y colonias. Según el FMI, vivimos la peor crisis de asequibilidad habitacional: hay un déficit de vivienda nueva y el costo de renta de espacios para “hacer hogar” se ha disparado exponencialmente con fenómenos de lucro desmedido gracias a migrantes desarraigados de alto poder adquisitivo conocidos como ‘nómadas digitales’.
En México, durante décadas, se realizaron proyectos de vivienda de pésima calidad en inmensos páramos marginales y periféricos con graves deficiencias en servicios básicos; como consecuencia, miles de familias asumieron una vida precaria, insegura e invisible en grandes manchas de urbanizaciones irregulares, pobres, abandonadas y distantes de las ofertas de trabajo. En esas condiciones, los hogares se limitaron a ser un estrecho y fugaz dormitorio para padres e hijos, en cuyo interior se degeneró la vida familiar: Madres y padres de familia agotados, enfurecidos y ausentes; menores abandonados y aburridos en rutinas invisibles; jóvenes y ancianos enajenados en soledades abismales. Para estas familias, el único remedio implicaba “acercarse a la ciudad”, conseguir una casa donde realmente pudieran hacer hogar, donde los proveedores del hogar no tuvieran que gastar más de cuatro horas en traslados o más del 30% de sus sueldos para ir a trabajar. Sin embargo, las ciudades se volvieron inaccesibles para la clase trabajadora e incluso para la clase media profesional.
Uno de los factores ha sido la especulación institucionalizada. Es decir, cuando las plataformas digitales convirtieron las propiedades en activos turísticos de lucro y especulación.
Tan sólo en la Ciudad de México, una sola de estas plataformas digitales de renta de inmuebles ha convertido 26 mil casas y departamentos en mera inversión especulativa. Al ofertar vivienda temporal “al mejor postor” una sola de las tres o cuatro plataformas en funcionamiento en México ha cancelado la oportunidad por lo menos a 26 mil familias de hacer hogar en un sitio donde realmente puedan formar a sus hijos y contribuir a la sociedad. Si a eso se le suma el imparable crecimiento en el índice de divorcios y de solteros que requieren casa pero no para hacer vida familiar; la adquisición o renta de inmuebles para las familias se ha convertido en quimera.
El urbanista Antonio Azuela lo sintetiza así: “Se ha institucionalizado la vivienda como inversión, no como hábitat”.
Por si fuera poco, otros fenómenos vinculados a las políticas internacionales como la migración, el turismo, los nómadas digitales, etcétera, también han generado dinámicas que si bien hacen a las urbes “cosmopolitas”, muchas veces profundizan las grandes diferencias culturales, económicas y sociales existentes.
En todo esto hay que recordar que, más allá de los bienes inmuebles y su uso, es el tejido social el que se ve amenazado no por la especulación, ni la multiculturalidad, ni siquiera por los desafíos económicos sino por la falta de auxilios al desarrollo integral de la familia. En el estudio Familias y Fe de Bengtson (2013) se demuestra que la estabilidad del hogar es crucial para transmitir valores religiosos y éticos entre generaciones, especialmente mediante vínculos paternos sólidos. Pero cuando la vivienda (la estabilidad de la casa-hogar) se vuelve inaccesible: Se retrasa la emancipación juvenil, obstaculizando la formación de nuevas familias (adultos solteros mayores de 30 años viviendo con sus padres); se fragmentan los barrios y la misma convivencia de las familias en su comunidad (parroquias, parques, escuelas, centros urbanos, laborales y comerciales, etc.); fenómenos como la turistificación expulsan a residentes; y se debilita la participación comunitaria.
Es decir, la falta de accesibilidad y estabilidad en la vivienda incrementa la rabia social, ahonda el irrespeto, la discriminación y el desprecio por el ambiente barrial; palidecen los valores humanos, sociales y familiares en la convivencia.
En concreto, la estabilidad residencial en la etapa familiar es un factor clave e íntimamente relacionado en el desarrollo integral de las personas; y, por tanto, para las sociedades.
El alarmante rostro de la protesta que vivimos hace unos días evidenció un peligroso deslizamiento: la lucha contra la especulación de vivienda derivó en ataques a individuos por su nacionalidad, así como los derechos de usufructo de residencia parecen legitimar la agresión verbal y racial de quienes detentan poder económico contra la comunidad marginada que no los tiene (como los múltiples casos de insultos clasistas y racistas documentados bajo las etiquetas #Lady y #Lord). Es decir, legítimos reclamos pueden contaminarse con rancias narrativas políticas, raciales o xenófobas; y con ello, manifiestan tanto la crisis estructural que padecemos, como una crisis familiar, educativa, social y comunitaria más profunda.
Es importante que México voltee a ver a las redes de contención social que aún le quedan, como las estructuras intermedias de la sociedad: empresas, escuelas, iglesias, deportivos y centros de esparcimiento; para evitar el desarraigo y dejar de mirar a la vivienda y su utilización como un mero bien de especulación sino como un hogar en potencia donde se forman valores humanos y sociales. Y también es necesario que las autoridades civiles y el empresariado reconozcan y fomenten los sanos roles familiares, porque al apoyar a la célula básica de la sociedad (la familia) para que sea una estructura estable también se auxilia a la transmisión intergeneracional de valores, principios y derechos.
Porque sin un hogar estable, no hay comunidad que transmita ética; y sin comunidad, no hay sociedad que resista la deshumanización.
*Director VCNoticias.com @monroyfelipe
Columna Invitada
En Memoria de Manuel Tapia Noriega
Conocí a Manuel en noviembre de 1990, durante un congreso de ingeniería civil en Sonora.
Yo por egresar y él ya ingeniero consolidado. En nuestra mesa traíamos un ambiente fiestero, Manuel me observaba y se me acercó, ambos con bebidas espirituosas entre pecho y espalda, me llamó y me dijo entre otras cosas algo que nunca olvidé:
“Siempre se necesita alguien que sea la bujía que haga arrancar el motor. Se ve que tú eres el que la mueve ahí, no cualquiera se avienta ese tiro. Es más cómodo seguir a los demás y no arriesgarse a la crítica. Traes esa chispa natural. Pero al final para ser líder, no sólo tienes que creerlo, sino desearlo y prepararte para estar a la altura. Así que no lo sueltes.”
Palabras que por el momento parecieron pasajeras, pero que quedaron grabadas.
Cinco años después coincidimos de nuevo, ahora en la campaña de Don Jorge Gómez del Campo para la presidencia de la Cámara de la Construcción. Manuel abría los eventos con su carisma único. En uno de los primeros actos en Ciudad Obregón, con un auditorio pequeño, lo presentó así:
“¡Y ahoooooora con usteeeeeedes, el inigualable, el talentoso, el ingenieroooo Jorge Gooooomez del Campoooo!”
De regreso, Don Jorge, con su pausado tono peculiar le dijo: “Oye Manuelito, muy bien el evento, ¿no? Pero ya no me presentes así… parece que estás anunciando un carro de agencia.” Reímos todo el camino.
Desde entonces la vida gremial y la ingeniería nos hicieron coincidir muchas veces, con acuerdos, diferencias, pero siempre con respeto y amistad. Las batallas importantes las libras son con quien te hacen crecer, incluso perdiendo. Así era Manuel: ayudaba, aunque no estuviera de acuerdo, y asumía también con gallardía sus derrotas.
No hubo una sola ocasión que no acudiera a mi clase en la Universidad de Sonora a compartir sus esperiencias.
Su liderazgo al frente del Colegio de Ingenieros Civiles, la Cámara de la Construcción y el Centro del Trabajador de la Construcción lo consolidó como un referente de la ingeniería: consultado por los medios incluso sin ocupar cargos, dotado de picardía, talento para mediar, siempre gremialista e institucional, y, por encima de todo, amigo de sus amigos.
De su vida familiar solo puedo repetir con fidelidad lo que escuché en labios cercanos, palabras profundas que reflejan al hombre que fue:
“Algunos sentirán que esto es un déjà vu. Pero mi papá también le gustaba contar la misma historia, una y otra vez con la misma pasión que la primera. Mi papá puede ser descrito con muchos adjetivos, excepcional pensé, pero la realidad es que era amor y lo expresaba de todas las formas. Amaba las plantas, la naturaleza, a los animales, a las personas sin juicios, él solo amaba y daba ese amor.
También amaba la palabra escrita y yo siempre admiré su capacidad para hacer magia con las palabras. Y por muchos años me recordé a mí misma que quería ser escritora como mi papá.
Pero creo que en su gran legado nos dejó un escrito que refleja el gran hombre que fue, todos los detalles que él cuidaba y la forma en la que valía el amor infinito y como un gran motor “All You Need Is Love”.
Les voy a compartir una poesía que mi papá escribió en el 2002 para mí, donde concursamos en un concurso de oratoria, titulada Qué tanto amor has dado:
Qué tanto amor has dado con una sonrisa al niño que pide, al que entrega el periódico, a la
joven que pasa, a la mujer embarazada, al hombre que maneja, al señor que camina, a la señora que canta.
Qué tanto amor has dado con una palma en el hombro y una palabra de aliento a un hombre desesperado, qué tanto amor has dado, como tenía ganas de verte a un amigo o hermano, qué tanto amor has dado con un “cómo te extraño, papá, cómo te quiero, mamá”, qué tanto amor has dado cantándole al ser amado, “si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice y todo”.
Qué tanto amor has dado, impulsando a tus hijos, tira pa’lante que empujan atrás,
qué tanto amor has dado, disfrazado de amor a quien quiera sin ver quién es, y qué tanto vale el amor, qué tanto vale el amor, que devuelve a los alcohólicos la dignidad que dejaron en pedazos en la calle, en los baldíos, en el hospital psiquiátrico, y qué tanto vale el amor, esa pregunta me hace que recuerde aquella parábola en la que el Señor se disfraza de mendigo y baja al pueblo a casa del zapatero y le dice, “te doy una bolsa de oro a cambio de tus ojos”, “¿mis ojos? ¿y cómo voy a ver a mis amigos, a mi familia, a mis hijos, a mis hermanos?
Hermano, hermano, hermano, hermano qué fortuna tienes si no te has dado cuenta.
Y qué es el amor, es una palmada, es una palabra, es un abrazo, una caricia, un beso, y a todos al final de este hermoso camino que es la vida, alguien nos estará esperando con los brazos abiertos y en lugar de preguntarnos nos dirá: “¿cuánto amor has dado?”
Ese era mi papá”
Desde aquí, envío a nombre de mi familia, mis condolencias a su amada Edith, a su familia y todos sus amigos y compañeros. Descanse en Paz.
Mtro. Guillermo Moreno Ríos
Ingeniero civil, académico, editor y especialista en Gestión Integral de Riesgos y Seguros. Creador de Memovember, Cubo de la Resiliencia y Promotor del Bambú.
[email protected]
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
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Análisis y Opinión
Paz desarmada y desarmante para desactivar la violencia
Ciudad de México.– México y el mundo ansían paz. Pero la paz no tiene el mismo significado para todos. Mientras algunos sectores, grupos y personajes consideran que las armas y la militarización de la vida cotidiana es una respuesta frente a las diversas violencias; la Iglesia católica y en especial el papa León XIV consideran que la paz debe ser “desarmada y desarmante”.
Por fortuna, hay ejemplos de cómo se construye ese esfuerzo de paz. Desde 2001, la Conferencia de la ONU sobre el Comercio Ilícito de Armas convocó a esfuerzos internacionales para destruir las armas de fuego; hace un cuarto de siglo, la idea era que la búsqueda de paz global se expresara mediante un desarme voluntario entre las naciones. Evidentemente, aquello no ocurrió; pero sí hay muestras importantes de ese anhelo.
La preocupación de dos pontífices.
Fue el papa Francisco quien en la última década enseñó que la búsqueda de paz exige reconocer “el potencial desarmado de la vida” –como expresó en su último mensaje pascual–; Bergoglio insistió en que “la paz auténtica no es posible sin un verdadero desarme.
La exigencia que cada pueblo tiene de proveer a su propia defensa no puede transformarse en una carrera general al rearme”.
El pontífice argentino aseguró que la misericordia y el amor tienen una “fuerza desarmada y desarmante” que ofrecer en medio de las grandes dificultades actuales; por ello también urgió a la sociedad global a seguir este principio para encontrar vías alternas a la “Tercera Guerra Mundial a pedazos” como llamó a los conflictos bélicos y humanitarios en varias regiones del orbe. Posteriormente el papa León XIV recuperó esa idea también para hacer un llamado al mundo entero a ser perseverantes en la paz desarmada y desarmante en medio de un mundo en “policrisis”, la polarización y la conflictividad sociocultural.
Un mundo cada vez más armado.
No obstante, la industria armamentista y la proliferación de armas de fuego en el mundo continúan creciendo. A pesar de esfuerzos institucionales a nivel mundial (como la destrucción de más de 800 mil armas anuales), la industria fabrica hasta diez armas nuevas por cada una eliminada.
Este desequilibrio evidencia un problema sistémico: los gobiernos de los Estados priorizan el desarrollo militar (o paramilitar) sobre el bienestar humano y la justicia social.
Mientras los Estados en conflicto desarrollan y ponen en uso armas de alta tecnología y de gran capacidad de destrucción; la mayoría de los países tienen problemas serios con la proliferación de armas pequeñas que mantienen amenazas críticas para civiles y la vida comunitaria, especialmente a mujeres y niños.
México: Iglesias para el desarme.
En 2024, casi 22 mil personas fueron asesinadas por armas de fuego en México; muchas de ellas por revólveres y armas pequeñas en manos de criminales. Sin embargo, la presencia de armas en el hogar también es un factor alto de homicidios imprudenciales y accidentes. Por ello, en diversas ocasiones, gobiernos locales y federales han implementado programas de desarme voluntario. El más reciente, “Sí al Desarme, Sí a la Paz” del gobierno federal, busca hacer partícipe a la Iglesia católica y a otras denominaciones religiosas para que atrios de parroquias, santuarios y catedrales sean puntos de canje anónimo de armas.
A través de este programa, los ciudadanos pueden recibir hasta 26 mil pesos por armas cortas que el ejército mexicano destruye.
Sin embargo, hay otro propósito: fomentar una cultura no violenta desde la infancia; de hecho, los menores de edad pueden sustituir los juguetes bélicos por materiales educativos en esos mismos puntos de canje.
A lo largo de este 2025, la estrategia recolectó 420 armas cortas y 218 granadas en el Estado de México. Es la entidad que lidera el desarme voluntario nacional.
En el arranque del programa de esta administración, la presidencia de la República eligió a la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe como primer espacio de canje. El sacerdote Efraín Hernández Díaz, rector de la Basílica, respaldó la iniciativa al asegurar que “los atrios inspiran confianza para intercambiar armas. Como Iglesia, apoyamos iniciativas que promuevan el respeto a la vida”.
¿En qué consiste la paz desarmada?
La noción de paz “desarmada y desarmante” –atribuida al papa Francisco y reforzada por León XIV– propone en primer lugar el desarme físico que es eliminar instrumentos de violencia; pero también un “desarme espiritual” que implica erradicar la hostilidad en relaciones humanas.
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Esta propuesta católica contrasta con los fundamentos de la “Guerra Justa” y la ética de los conflictos bélicos. Desde esta perspectiva, ningún conflicto o problema puede justificar la eliminación de la vida humana. Así, la “paz desarmada” no legitima el uso de instrumentos bélicos en la defensa ante agresiones (propone, por el contrario, el diálogo, la diplomacia y la negociación); tampoco justifica la famosa “respuesta proporcional” (que en el fondo es un ‘ojo por ojo’ entre naciones o colectivos en conflicto) y no ‘deshumaniza’ a los agentes militares como una categoría humana distinta de los civiles (prescindibles o calculados como ‘bajas esperadas’).
La propuesta de paz desarmada y desarmante exige compromisos individuales, comunitarios e institucionales; desde el canje voluntario y la educación no violenta, hasta sostener compromisos contra la proliferación de armas.
Como apunta la ONU: “La paz no se afianza en ausencia de confianza mutua”, la actitud ‘desarmada y desarmante’ obliga a fortalecer dicha confianza. Pues una sociedad que evita resolver con armas sus conflictos, se encamina a una potencial reconciliación.
Director VCNoticias.com @monroyfelipe
ARH
Opinión
El Papa necesita vacaciones
Ciudad de México.- Con apenas dos meses en el Trono de Pedro, el papa León XIV ha dejado Roma para pasar el verano en la residencia pontificia de Castel Gandolfo. Su decisión retoma la tradición previa al papa Francisco con la que los pontífices se refugiaban del calor romano en el amplio Palazzo Pontificio del Lago Albano.
Su pausa estival ha provocado diversas reacciones. Quienes se acostumbraron a la forma de trabajo tenaz e ininterrumpida de Bergoglio cuestionan que el papa Prévost tome vacaciones con tan pocos días en el servicio bajo el solio pontificio. Y, en efecto, parece que hay demasiados pendientes tanto dentro como fuera de la Curia Romana como para tomar un respiro en la singular privacidad que ofrecen los jardines y las montañas aledañas a Castel Gandolfo.
El papa Francisco suspendió los viajes veraniegos a la residencia de descanso durante todo su pontificado. Dijo que no le hacía bien vivir aislado en un palazzo rodeado sólo de un entourage palatino (y por ello tampoco habitó el Palacio Apostólico en el Vaticano) y que había muchas cosas qué hacer en la reforma como para tomar una pausa. Los únicos momentos de descanso e inactividad para Bergoglio en trece años de papado fueron básicamente inevitables: hospitalizado o intervenido quirúrgicamente.
Pero incluso durante sus convalecencias en el Policlínico Gemelli, Francisco no dejó de atender asuntos oficiales, marcar agenda e incluso visitar otros pabellones del hospital, especialmente a los niños internados. Por eso, aunque quizá Robert Prévost no necesite vacaciones, al Papa sí que le urgen.
La decisión de León XIV de retomar el descanso de verano en el Palacio Apostólico de los Albanos no es sólo por devolver la tradición al poblado de Castel Gandolfo, cuya esperada visita anual del pontífice dotaba de una intensa vida comercial y religiosa cada verano a la región; sino para revalorar un sentido vital de mayor relevancia: la importancia del descanso necesario, saludable y sereno en esta época.
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Desde la filosofía, la sociología y la antropología se acusa hoy a la sociedad de una hiperactividad y sobreexplotación de todos sus recursos, especialmente del tiempo de trabajo y productividad de las personas.
El colmo de esta época, denuncian varios pensadores, es buscarle productividad al sueño o ‘monetizar el descanso’ como promete la plataforma PropheticAI.
El descanso, el esparcimiento y la fiesta (entendida como la pausa celebrativa de la cotidianeidad) han sido capturados por modelos de productivismo, consumo, lujo, ostentación, ganancia y usufructo. La sociedad contemporánea castiga toda inactividad, contemplación y la relajación no guiada o no comercializada (porque, claro, hasta para aprender a respirar hay gurús y coaches que venden sus servicios).
Pero la sociedad está obligada a conciliar las obligaciones y los horarios de los trabajos con la vida familiar y a recuperar el auténtico sentido del descanso, de la pausa celebrativa y la actividad contemplativa.
Como denunció el dicasterio para la Familia de la Santa Sede en el 2012 (un año antes de que entrara Bergoglio al Papado), en la modernidad, muchas veces las personas y las familias son valoradas exclusivamente por su cualidad productiva pero no por su capital social, sus relaciones comunitarias y valores internos. Tampoco por el invisible servicio al futuro que hacen mediante la educación y transmisión de valores y principios a las nuevas generaciones. Algunos de los cuales, el capitalismo salvaje o el utilitarismo comercial cuestionan por su gratuidad o su poca productividad, como el cuidado, la ternura, la enseñanza de la lengua materna, la vida honesta, la colaboración fraterna, etcétera.
El inmenso esfuerzo de trabajo cotidiano y permanente de Francisco fue verdaderamente heroico; pero también humana y cristianamente cuestionable. En un mundo de enfermiza hiperproductividad, el descanso se convierte en una silenciosa rebelión que mira con más amplitud y paciencia el futuro, que redescubre la dignidad de la esencia humana en medio de la vertiginosa velocidad acelerante de la tecnología, la explotación de recursos naturales y del expolio del tiempo (la economía de la ‘atención’ es, sin dudarlo, el mercado más inhumano y agresivo de nuestra era).
Ante el temor de que la IA suplante y sustituya el trabajo y genio humano en prácticamente todas las actividades productivas modernas; el Papa hace bien en recordar que el descanso necesario, saludable, sereno, improductivo, contemplativo y reparador es una frontera que las máquinas jamás comprenderán; porque ahí es donde comprendemos verdaderamente que el ser humano controla el trabajo y que el trabajo (la función, el algoritmo, la acción) no controla al hombre.
El Papa necesita vacaciones, al mundo no le vendría mal una tregua, un par de minutos de respiro; y a nosotros también. Feliz verano.
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