Estilo
Hacienda de Pacho, de las más antiguas de México
Veracruz.— Un arco de piedra y una maciza reja forjada en hierro son la puerta al pasado de un México con raíces españolas y portuguesas, representado en una de las haciendas más antiguas de la nación.
El tiempo, que jamás se detiene ni perdona, fue benevolente con la Hacienda de Nuestra Señora de los Remedios, conocida popularmente como “Hacienda Pacho”, ubicada en Coatepec, una de las regiones cafetaleras más importantes del Golfo de México.
Desde aquel 1592, cuando fue registrada oficialmente en el Archivo Notarial de Xalapa como un ingenio de caña de azúcar en la Nueva España, la estructura ubicada en Veracruz conserva sus hornos, paredones, puentes, una capilla española y un acueducto, este último una réplica de los ubicados en Madeira, Portugal.
Ni la Independencia, la Reforma, el Imperio, el Porfiriato o la Revolución Mexicana lograron afectar los recuerdos que atesora la Hacienda de Pacho, llamada así en honor a un antiguo propietario, Luis de Pacho y Mejía, regidor de la Ciudad de México.
“Las estructuras más antiguas del casco de la hacienda son unos hornos, paredones y puentes que datan de los siglos XIV y XVII”, relata Marisa Moolick Gutiérrez, su actual dueña, que cuida la hacienda con su vida.
La mujer es tataranieta de don José Julián Gutiérrez y Damiana Hidalgo, miembro de familia de comerciantes del Puerto de Veracruz que tenían dos generaciones en la Nueva España y quienes adquirieron la propiedad en 1840.
LEE SLP, alternativa de inversión y turística
Considerada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) un monumento histórico por ser el casco con mayor número de elementos que remontan a la historia agrícola, industrial, económica, laboral y social, en realidad se trata de un paraíso histórico.
Los retratos de las familias españolas, portuguesas y mexicanas siguen colgados de las paredes de adobe como si siguieran deambulando por los galerones que funcionaban como cocina, salas, comedores y habitaciones.
Los relojes antiguos detenidos en distintas horas y los muebles rancios dan cuenta de cómo vivían aquellos que construyeron México, pero también del pedacito de historia que se respira, con todo y los restos de mazmorras donde recluían hasta 80 esclavos.
“Hay algunas haciendas que les dan otra función y borran ese pasado; aquí he tratado de conservar todo”, relata Marisa.
La presencia portuguesa en México no solo se dio durante el lapso en que la corona de Portugal estuvo unida a la de España, sino desde antes y también después. Numerosos portugueses pasaron a tierras mexicanas, señala el historiador Miguel León Portilla.
“Algunos se sumaron en varios momentos a las huestes hispanas de los conquistadores españoles. Otros, de diversas profesiones y con variados intereses, se asentaron más tarde en los principales centros de población”, relata en una de sus investigaciones.
Entre ellos, añade, “abundaron los conversos del judaísmo, muchos de los cuales, hombres y mujeres, continuaron manteniendo ocultamente la ley de Moisés”.
Juan de Quiroz, portugués de la Isla de Madeira, compró las tierras e instaló el ingenio y décadas después se edificó una capilla en honor a la Señora de los Remedios, que el año pasado cumplió 425 años de existencia y de celebrar su fiesta.
“El primer dueño era de la Isla de Madeira y se fue a su lugar de origen e hizo una monografía de la relación entre este acueducto y los acueductos en Madeira. Venía del reino de las Dos Españas”, explica Marisa.
La capilla fue construida en el siglo XVII y pintada por el alemán Juan Mauricio Rugendas en 1831; jamás ha sido cerrada, ni siquiera durante la Guerra Cristera, cuando el Gobierno prohibió las misas e inició una persecución de los religiosos católicos.
Una década después fue pintado el retrato familiar con Julián y Damiana en una oscura imagen con sus doce hijos: José Julián, Francisco, Guadalupe, Ángela, Damiana, Emilia, Carolina, Sofía, Julio, Luis, Concepción y Dolores.
Los rostros de esos que hoy son polvo aún se conservan en una de las recámaras principales, con olor a viejo, pero de esos olores agradables envueltos en lejía.
Otra parte de la historia que refleja la Hacienda de Pacho es la esclavitud, que duró cerca de 300 años, pues los historiadores estiman que estuvieron cerca de 80 personas traídas de África y que fungían como expertos en cultivos.
Sus amplios espacios, la fuente principal, corredores, habitaciones y alrededores boscosos, que han servido como escenarios de películas, comerciales y series televisivas, nos remontan a una época que sirvió de cimiento para o que hoy es México. (EFE)
emc