Tech
Convierten playeras de fútbol en cubrebocas
Ciudad de México.— Las camisetas de futbol hechas de poliéster soccer, que muchos ciudadanos tienen en su casa, son las idóneas para realizar cubrebocas de tres capas.
De acuerdo con los científicos del Instituto de Física de la UNAM, Carlos Raúl Magaña Zavala y Samuel Tehuacanero Cuapa, con material de poliéster soccer se elaboró un cubrebocas que facilita hablar y respirar, además de que se puede reusar hasta 40 veces.
Esta mascarilla se compara en su efectividad con las certificadas para uso de la población en general, por lo cual puede protegerla en el transporte público, área de trabajo, cuando va de compras, al realizar ejercicio, acudir a reuniones u otra actividad.
Carlos Magaña recordó que a partir del inicio de la emergencia sanitaria se pensaba que casi cualquier tela se podía usar para fabricar un cubrebocas; “y sí, pero no, pues hay una gran diferencia en la cantidad de partículas que cada una puede retener y, en consecuencia, si una persona se contagia o no”.
Para orientar a la población “queríamos analizar bien las telas y decirle que comprara una u otra, con determinadas características. Investigamos fieltros, mezclilla, tela de algodón, licra, y hasta filtros de cafetera, junto con otros textiles”, expuso.
Encontraron que, por ejemplo, el algodón es muy diferente si se utiliza para una playera, una camisa o un mantel. “El gramaje -o peso en gramos del tejido, que depende del número de hilos, el tramado y urdimbre de esa capa por metro cuadrado- es diferente y podemos tener tres o cuatro tipos que también se comportan de modo desigual”.
LEE Impone Comisión Disciplinaria sanción a Pachuca “por poner en riesgo la salud de aficionados”
Los científicos además desarrollaron un método para realizar los experimentos y evaluar los cubrebocas.
Crearon un dispositivo dispersor de una solución de cloruro de sodio saturada que simula la saliva que se encuentra en el habla y estornudo, y que cumpliera con la Norma Mexicana del IMSS No. 060.621.0524; la publicada en 2009 para la atención de la contingencia por influenza A-H1N1, y la del Instituto Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional (NIOSH, por sus siglas en inglés) que empresas utilizan para evaluar los cubrebocas N95.
El dispositivo, explicó Carlos Magaña, se instrumentó en el Laboratorio de Películas Delgadas del IF, a cargo del investigador Dwight Acosta.
“Usamos una solución salina saturada la cual es atomizada, y en forma de spray es rociada sobre la mascarilla, y del otro lado un soporte con un portamuestras de superficie lisa, previamente preparada con un recubrimiento especial que permite identificar y determinar cuántas gotas son las que traspasan el cubrebocas”.
El dispositivo, precisó Samuel Tehuacanero, usa un dispersor neumático para rociar la solución con una presión constante; de esta manera es posible contar cuántas partículas de cloruro de sodio pueden atravesar la tela y de qué tamaño son. “Analizamos no sólo cubrebocas, sino una enorme cantidad de telas, alrededor de 80”.
Se seleccionaron las que presentaron buenas propiedades; después se combinaron, por ejemplo, tres tipos diferentes de textiles y se evaluaron nuevamente.
Para el equipo de investigación, señaló Carlos Magaña, era prioridad encontrar telas que pudiesen estar en nuestros hogares y que no fueran costosas. “Pensamos en las camisas de futbol, que muchas personas tienen en su casa, hechas de poliéster soccer; usamos una que no era nueva pero que no tenía hoyos, y vimos que tenía un buen desempeño”.
Al juntar tres capas llegamos a nuestra meta; es el cubrebocas que proponemos, ha funcionado con alta eficiencia y permite respirar bien, abundó el universitario.
ebv