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Xapawiyemeta, el centro sagrado indígena amenazado por el turismo
Guadalajara.— Xapawiyemeta es el sitio donde nació la lluvia y emergió la humanidad luego del diluvio universal, según la creencia de la comunidad indígena wixárika, que ahora ve cómo este lugar sagrado está amenazado por los saqueos y el turismo.
Este centro ceremonial también es conocido como la Isla de los Alacranes y está ubicado en el estado de Jalisco, en el lago de Chapala, el más grande de México.
Hasta ahí llegan los indígenas en peregrinación para elevar oraciones y dejar ofrendas a sus dioses, después de recorrer cientos de kilómetros desde sus comunidades en la montaña.
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José Ángel Díaz, indígena wixárika originario de la comunidad San Sebastián Teponahuaxtlán (norte de Jalisco), explica a Efe que la historia de este centro sagrado se remonta al diluvio universal, el segundo ciclo de la creación, según sus creencias.
De acuerdo con esta cultura, un hombre llamado Watakame se embarcó en una lancha junto con una perrita negra. El barco se hundió y solo quedó una parte de la proa, la cual formó el peñasco en el que ahora se emerge el altar.
Al naufragar, Watakame traía consigo granos de maíz y ayudó a repoblar la tierra, junto con la perrita que, al humanizarse, se hizo su esposa y es considerada la madre de la humanidad.
“Es un lugar sagrado que conservamos desde hace mucho tiempo los wixaritari y le rendimos homenaje y ceremonia”, dice Díaz, quien fue gobernador tradicional de la comunidad.
En la cultura wixárika, Xapawiyemeta significa “el lugar de nuestra madre” o “el chalate (higuera) de lluvia”. Representa el sur y es uno de los cinco lugares energéticos y religiosos más importantes de su geografía.
Los restantes están en Real de Catorce (San Luis Potosí), que representa el este; San Blas (Nayarit), que es el oeste; Cerro Gordo (Durango), que está al norte, y en Mezquitic (Jalisco), que es el centro. Juntos conforman un rombo llamado “ojo de Dios”.
En estos centros ceremoniales sólo pueden estar los indígenas wixaritari, pues la regla es que los mestizos no tienen permiso para acudir a los ritos que ahí llevan a cabo, salvo algunas excepciones.
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Al recibir a Efe en Xapawiyemeta, Díaz realiza una ceremonia de purificación en lo alto del peñasco en la que pide permiso a los dioses de la isla para que los extraños permanezcan en el lugar.
Con plumas de águila y rezos en lengua wixárika, se comunica con ellos mientras los mestizos encienden veladoras, piden un deseo y esperan en silencio.
En este espacio es común que los wixaritari realicen un ritual en el que ofrecen a sus deidades la sangre de un venado, un cordero o algún otro animal sacrificado especialmente para tal fin.
Una vez concedido el permiso es posible entrar a la pequeña casa en la que se deben dejar las ofrendas.
No importa si es una manzana, una moneda o una artesanía muy elaborada; lo importante es que se deje con el corazón y se agradezca a los dioses haber llegado hasta ahí, dice Díaz.
La casita ceremonial fue construida por los wixaritari para salvaguardar sus ofrendas del clima, pero sobre todo de los turistas que llegan al sitio.
Desde hace algunos años, la isla de los alacranes se convirtió en un sitio turístico lleno de restaurantes a donde llegan cientos de personas todos los días, debido a la cercanía con el pueblo de Chapala.
Los visitantes se acercan al centro ceremonial y entran a la casita sin permiso. Algunos se llevan las monedas y las artesanías que son dejadas por los indígenas, muchas veces para venderlas.
“Nosotros queremos que las ofrendas permanezcan porque es lo que mantiene vivo a ese lugar sagrado, porque en las ofrendas queda nuestro corazón”, dice Díaz con el lago a sus espaldas.
La esperanza de mantener protegido este sitio se reavivó en 2017, cuando el Gobierno de Jalisco lo declaró patrimonio cultural inmaterial, lo que significa que habrá acciones para evitar la profanación del centro sagrado.
“Es importante que se sepa que los wixaritari existimos y seguimos practicando nuestra cultura milenaria, que todo mundo lo respete, reconozca que es patrimonio de nosotros y nos corresponde; de todos los lugares sagrados depende la humanidad”, advierte el indígena.
Para Julio César Herrera, director de patrimonio artístico e histórico de la Secretaría de Cultura de Jalisco, la declaratoria permitirá difundir la importancia del sitio para el pueblo wixárika, además de propiciar su protección.
“Reconocemos el lugar donde ellos desarrollan su peregrinaje, pero también damos a conocer a toda la población el significado y el valor que para ellos tiene, para que cada visitante que vaya tome medidas de respeto y lo vea como un lugar importante”, concluyó.
JAHA