Unión Mujer
Una niña, adolescente o mujer es capaz de transformar el mundo que le rodea
Poner principal enfoque en colaborar para el desarrollo de habilidades socio emocionales y ejecutivas debe ser una misión de todas. Por lo tanto, el poder de cambiar el mundo está en nuestras manos.
Es una realidad que hombres y mujeres tenemos los mismos derechos, sin embargo, a lo largo de la historia se ha tratado tanto a los niños como a las niñas de un modo diferente, donde por medio de la cultura se han pre establecido roles que reducen la capacidad de poner en práctica todo el potencial que una niña puede tener.
Hoy se celebra el Día Internacional de la Niña, esto se debe a la necesidad que ven los diversos organismos internacionales de poder resaltar la desigualdad que existe en la actualidad. Es un día que nos debe llevar a reflexionar nuestro rol en la sociedad, el impacto que tienen nuestras palabras, acciones y decisiones en las niñas y adolescentes que nos cruzamos. Es momento de reconocer que está en nosotras y solamente en nosotras crear conciencia y formar a cada persona, sea niño, niña, adolescente o adulto, con palabras pero sobre todo, con el ejemplo sobre la importancia de reducir barreras que se presentan a lo largo de la vida.
Debemos entender que vivimos en un mundo cambiante, donde cada día a nuestro alrededor se presentan retos y situaciones diversas que nos fortalecen y nos ayudan ser mejores. Sin embargo, hay otras situaciones que retroceden el tiempo, bloqueando los logros. Este día de la niña debe ser un momento para pensar en como reducir esa brecha educativa, específicamente en la deserción escolar de las mujeres, ya que nos confrontamos a situaciones tan poco normalizadas teniendo como ejemplo el periodo menstrual, tan poco normalizado que las alumnas prefieren no asistir por un sentimiento de incomodidad, vergüenza y espacios insalubres (sin agua) o un reconocimiento personal y social de su “responsabilidad en las tareas del hogar”
El tiempo de Covid- 19, junto con el cierre de escuelas ha incrementado la deserción escolar y esto aumentaría en el regreso a la “nueva normalidad”, esto se debe a que las mujeres realizan tres veces más trabajos no remunerados, incluyendo el cuidado de sus hermanos. La crisis actual está orillando a las familias a enfocarse en recaudar los recursos para poder sobrevivir, siendo la mujer mayor de la casa la que, sin importar sus deberes académicos y capacidad de aprendizaje, debe ceder sus estudios para apoyar durante este tiempo.
Otro de los problemas que presenta la pandemia es que, al no tener una escuela donde poder asistir, se eleva el riesgo de embarazos adolescentes, matrimonios precoces y violencia. Lo más grave es que esto se convierte en un ciclo que no sólo afecta a la generación actual, sino al sistema cultural, el cual permea a las siguientes generaciones con un impacto económico, político y social tan grande que se convierte en un retroceso.
En otras palabras, se nos olvida que educar una niña es aportar a transformar el futuro del mundo para algo mejor. Fomentar la continuidad de las escuelas fortalece los aspectos económicos y reduce la desigualdad, aumentando oportunidades para que todos crezcan y se desarrollen, logrando de ese modo un cambio generalizado en el mundo. Educar a una mujer es contar con personas capaces que, por su profesión, se dediquen a ayudar a los demás, es tener empresarias capaces de generar ideas para mejorar el mundo que nos rodea, pero sobre todo, es tener líderes capaces de alzar la voz para poder defender ideas. Si trabajamos juntas para motivar y dar espacios de esparcimiento, crecimiento y apoyo a esas niñas que hoy celebramos, el mundo será un mejor espacio para poder vivir.
Por Ana Luisa Gleason
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