Unión Mujer

¿Y los hombres, qué?

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POR Mariana Amozurrutia

Ahora que se empodera a la mujer, necesitamos también plantearnos rescatar al varón que sale del hogar a ganar el sustento, a tener el estómago para afrontar problemas, que cuida la vulnerabilidad de la mujer y que junto con ella, busca el desarrollo de cada uno.

“El nuevo hombre” o “el nuevo varón”.

Éste no ha de negar su fuerza física, que hace que pueda trabajar largas jornadas, que soporte lo que sólo es posible para alguien con sus características, como labores específicos de trabajo manual; reconoce la fuerza mental que le lleva a ser práctico y esquematizado, a poder dejar fuera de casa los problemas, a proteger a la mujer y los hijos en la vulnerabilidad que presentan, y que en el hogar pone el toque de disciplina y de humor.

El varón de hoy busca el desarrollo de las mujeres sin pedir perdón por ser varón, sino que pide perdón por las injusticias que pudiera cometer todo ser humano y, que en su desarrollo y actuar, ha tenido que luchar contra su propia educación por ver este nuevo papel de las mujeres.

En el ámbito trascendental, ha de complementarse con la espiritualidad de la mujer que es más sensible, más inmersa en el tiempo por los ciclos que le acontecen naturalmente y donde él aporta una ruta, una disciplina, una visión de conjunto.

En el ámbito familiar, ha de igualar las labores domésticas, así como el cuidado de los hijos, teniendo en cuenta que son necesarias las dos áreas que cada uno aporta, tanto la exigencia como el amor incondicional, el microcosmos de los sentimientos de los hijos, y el macrocosmos de los objetivos propuestos como familias. En todo esto, tomará en cuenta las necesidades que las mujeres tienen por naturaleza, como la vulnerabilidad en la maternidad y la protegerá.

En el ámbito laboral, comprendería que él es diferente a ella, que no rinden igual porque no es necesario ni justo que sea así, que no se trata de rendir, y que ello no es una desventaja, sino una reciprocidad porque tienen visiones y capacidades complementarias y que no hay límites establecidos, sino que cada quien en su área roza la del otro le aporta, y le completa.

En el área social política, ha de encontrarse con la mujer y hacer alianzas que resulten en una complementariedad de las características necesarias para la gobernanza: ir a los corazones y a las mentes, a la plenitud de todos y cada uno, no sólo de ellos, no sólo de ellas, pues ambos tienen compromisos y amores que no deben descuidar.

Por tanto, si queremos el surgimiento de un feminismo justo, tendrá que ser en relación a la masculinidad y no deberá existir una filosofía que no contemple a ambos, porque es justamente en la relación con el otro como pueden existir.

En otras palabras: reconozcamos a aquellos que son grandes hombres, respetémoslos y agradezcámosles.

Enseñemos a los demás qué es lo que esperamos, qué es lo que hace falta para bien de la familia y de ellos mismos.

Y seamos mujeres que aportemos lo mismo que exigimos porque, como dijimos, no queremos en unos años, pedir perdón por ser mujeres de estos tiempos.

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