Celebridades
Premio Cervantes celebra al humor
Alcalá de Henares.- Desde que Eduardo Mendoza pisó la Universidad de Alcalá de Henares, en Madrid, para recibir el Premio Cervantes, no paró de mostrar su ironía y humor: “Soy muy teatrero, me gusta disfrazarme” o “he traído a la familia para que me critique y a los amigos para que me hagan la ola”.
Estas frases del autor barcelonés se unieron a la reivindicación del humor que permeó todo su discurso de agradecimiento del Premio Cervantes, el galardón más importante de las letras en español, que el año pasado recayó en el mexicano Fernando del Paso.
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Acompañado en la ceremonia por sus hijos Ferrán y Alejandro y por su primera esposa, Anna Soler, Eduardo Mendoza, muy elegante, vestido de chaqué y corbata gris, como su pelo, y algo nervioso, tomó aire y comenzó a leer su discurso.
“No creo equivocarme si digo que la posición que ocupo aquí, en este mismo momento, es envidiable para todo el mundo, excepto para mí”, espetó Mendoza, uno de los premios Cervantes más leído.
Y ya algo más tranquilo reivindicó la excelencia del humor en la literatura que practica en sus escritos “con reincidencia”, al tiempo que negó que se trate de un género menor, “como a menudo se considera”.
En su discurso durante la ceremonia, presidida por los reyes de España en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, Mendoza también se declaró un fiel lector de Cervantes y asiduo del “Quijote”, a cuyas páginas, confesó, acude con mucha frecuencia, y centró su intervención en cuatro de las relecturas que ha hecho a lo largo de su vida de la obra.
En su intervención desgranó, con muchas pinceladas de humor, lo que estas sucesivas lecturas del “Quijote” le han aportado a lo largo de su vida, desde la primera obligada en el colegio, donde “casi” contra su voluntad se “rindió a su encanto”, hasta la última, que emprendió de nuevo de “un tirón” al saberse ganador del premio que hoy recibió.
De su primer contacto con Cervantes recordó Mendoza que la lectura del “Quijote” “fue un bálsamo y una revelación” y ello pese a que eran unos años en los que la figura del hidalgo “había sido secuestrada por la retórica oficial para convertirla en el arquetipo de nuestra raza y el adalid de un imperio de fanfarria y cartón piedra”.
También rememoró “con cariño” a todas las personas que le han apoyado en su carrera y tuvo unas palabras para dos: el poeta Pere Gimferrer -“me dio la primera oportunidad y es mi editor vitalicio y mi amigo incondicional”, dijo- y agente literaria Carmen Bacells -“cuya ausencia empaña la alegría de este acto”, afirmó-.
A la ceremonia del Cervantes, además de los reyes -Letizia, con un abrigo vestido blanco con bordados en negro-, asistieron la vicepresidenta de Gobierno, Soraya Saénz de Santa María, el director de la Real Academia de la Lengua, Dario Villanueva, y el director del Instituto Cervantes, Juan Manuel Bonet.
Entre la pequeña representación literaria, los escritores Pere Gimferrer, Soledad Puértolas y Carme Riera. EFE
Premio Cervantes
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