Celebridades

Traerá Iñárritu ‘Carne y Arena’

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Cannes, Francia.- Alejandro González Iñárritu decidió experimentar con la realidad virtual porque considera que “la realidad ha dejado de ser relevante” debido al exceso de información que nos ha vuelto “insensibles”. Eso lo llevó a mostrar fuera del celuloide que “los inmigrantes no son una amenaza, son una oportunidad”.
Lo demuestra en Carne y arena, un proyecto artístico que quiere que vean los jóvenes -“no me interesa que lo vea (el presidente de Estados Unidos, Donald) Trump”, asegura- para que vea “la fragmentación del sistema capitalista”.

Los inmigrantes son gente que nadie ve. Estamos en una crisis existencial humana que los políticos usan para provocar miedo”.

El cineasta se reunió con un reducido grupo de periodistas hispanoamericanos, entre ellos Efe, para hablar sobre este trabajo, que presenta por primera vez en el marco del 70 Festival de Cannes.

Por eso, defiende el arte como herramienta para curar las heridas. “El arte -asegura- es el encuentro con la conciencia”.

Con esa premisa ha puesto en pie algo que no es cine, que tiene parte documental, parte ficción, es visual y también una instalación, una experiencia cinemática. “No sé lo qué es y eso es lo que me encanta”, afirma sonriendo.

Es, agrega, “una orgía de todo lo que puede haber” desde el punto de vista artístico, explica satisfecho de un proyecto que nació hace cinco años, que ha sido financiado por la Fundación Prada y que, tras su paso por Cannes, será exhibido en Milán y, en agosto, en Ciudad de México. Y los beneficios serán para una fundación de ayuda a los inmigrantes.

Relajado tras el estrés de haber acabado a tiempo cuando hace apenas tres meses creía que no llegarían a presentarlo en Cannes, se muestra locuaz para explicar su idea y curioso con los periodistas para saber lo que sintieron al experimentarlo.

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Alejandro González Iñárritu y Emmanuel Lubezki, en la presentación de “Carne y Arena” en Cannes. | Foto: EFE

Carne y arena (Virtualmente presente, Físicamente invisible)” está temporalmente instalado en el aeropuerto de Mandelieu, a las afueras de Cannes, en un hangar que es muy diferente al museo que lo acogerá en Milán y México y al que han tenido que adaptarse para poder exhibirlo durante el festival, debido a la insistencia de su delegado general, Thierry Frémaux.

Un trozo de un antiguo muro de la frontera entre México y Estados Unidos da la bienvenida al visitante, antes de adentrarse en una sala en la que hay objetos de inmigrantes recogidos en el desierto, prefacio de la experiencia en realidad virtual, poco más de seis minutos en los que, de forma individual, el espectador se mete en una escena recreada por Iñárritu y el director de fotografía Emmanuel Lubezki.

Basándose en los testimonios de inmigrantes que lograron cruzar la frontera, llevaron a estas víctimas al desierto de California para rodarles mientras representaban de alguna manera sus experiencias, que luego se trasladaron con la más alta tecnología a la realidad virtual en 3D y 360 grados.

El análisis de los recorridos que hace la gente en la sala donde vive la experiencia -con suelo de arena y descalzos para experimentar mejor la sensación de estar en el desierto- les ha mostrado que no hay una experiencia igual a otra.

“Las mujeres son mucho más receptivas con los inmigrantes. Los hombres más distantes y hay gente que emocionalmente sale hecha una mierda”, explica.

Un trabajo con el que director de películas como Babel o Birdman ha descubierto que “la realidad virtual es todo lo que el cine no es”.

“Es -asegura- el nacimiento de un medio totalmente distinto. Quizás el octavo arte”, se atreve a decir.

Proyecto de realidad virtual “Carne y arena”. | Foto: EFE

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Aunque es en imágenes, va mucho más allá del cine, se sale del encuadre que limita la libertad de las películas, es algo “total y absolutamente nuevo” que va a obligar a desarrollar reglas normativas que ahora no existen y que le llevó, como cineasta, a aprender desde cero mediante un sistema de prueba y error.

El guion, que era multidimensional, no tenía nada que ver con el habitual de una película, porque en la realidad virtual el tiempo, la acción y el espacio no están yuxtapuestos como en el cine.

Usó la tecnología que permite realizar superproducciones de Marvel, de superhéroes, aplicada a mostrar la realidad de la gente más vulnerable, una contradicción que le encantó.

Y tan entusiasmado se muestra, que reconoce: “Me resultará difícil regresar a la pantalla plana, pero para las nuevas generaciones no hay vuelta atrás”. EFE

Iñárritu

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