Columna Invitada
Seven: Un Incendio de Película
Reflexiones sobre la Falta de Resiliencia del Gobierno de California
Ante la reciente tragedia en California, es imposible no solidarizarnos con quienes han perdido tanto en este devastador incendio. Estos eventos nos recuerdan la fragilidad de nuestras sociedades frente a los desastres que pudieron preverse y la necesidad urgente de fortalecer nuestra resiliencia. Aunque es evidente que la falta de preparación y previsión contribuyó a agravar las consecuencias, es justo reconocer el esfuerzo titánico que las autoridades están realizando al brindar ayuda oportuna.
California ha sido escenario recurrente de desastres: incendios forestales, sequías extremas y sismos. Sin embargo, más allá de la falta de recursos, el verdadero problema se encuentra en la falta de acción y previsión por parte de su gobierno y sociedad en su conjunto. A pesar de su enorme riqueza y avances tecnológicos, el estado sigue siendo un ejemplo paradigmático de lo que ocurre cuando la indolencia, la soberbia y la negligencia sistémica se imponen sobre la resiliencia y la preparación.
- Avaricia: El Desarrollo sin Conciencia
California, el estado con la economía más grande de los Estados Unidos, ha sido víctima de su propia avaricia. La obsesión por maximizar ganancias ha llevado a una urbanización desmesurada y una sobreexplotación de los recursos naturales. El deseo de crecimiento ha eclipsado la necesidad de garantizar infraestructuras resilientes que protejan a las comunidades de los riesgos expuestos y conocidos. Mientras se destinaban miles de millones a megaproyectos tecnológicos y de infraestructura de alto impacto, se ignoraban las advertencias sobre la vulnerabilidad de ciertas zonas del estado. En lugar de invertir en la adaptación de sus infraestructuras a las realidades cambiantes del clima, se optó por la construcción incontrolada, creando más riesgos que soluciones.
- Soberbia: La Arrogancia de la Invulnerabilidad
Alimentado por su riqueza, su innovación tecnológica y su estatus de líder en sostenibilidad, llevó a un sentido falso de invulnerabilidad. Las autoridades estatales creyeron que, debido a su nivel de desarrollo, nada podría quebrantar su resiliencia frente a desastres. Sin embargo, esta arrogancia institucional resultó ser su talón de Aquiles. A pesar de la abundancia de información sobre riesgos y vulnerabilidades, las autoridades no tomaron las acciones necesarias para preparar adecuadamente a la población ni ajustar los códigos de construcción (sobre todo seguir permitiendo construcciones de madera) o desarrollo urbano ante la realidad. La realidad superó a la ficción.
- Pereza: La Negligencia ante los Riesgos Anunciados y Recurrentes
California mostró una pereza institucional alarmante. La planificación de medidas preventivas y la implementación de políticas de mitigación fueron insuficientes, incluso cuando las señales de advertencia eran claras. Los planes de contingencia fueron desestimados, los sistemas de alerta insuficientes y, lo peor de todo, la ciudadanía no fue adecuadamente educada sobre cómo reaccionar ante los riesgos.
- Gula: El Consumo Desmedido de Recursos
La gula se manifiesta en el agotamiento sin medida de los recursos naturales. California ha sido un modelo de desarrollo económico, pero también un ejemplo de consumo desmedido. La sobreexplotación de sus recursos hídricos, la urbanización descontrolada en zonas vulnerables y la eliminación de barreras naturales, como bosques y humedales, han creado un caldo de cultivo perfecto para los desastres. Este modelo de desarrollo insostenible ha contribuido de manera significativa a la fragilidad del estado frente a los desastres.
- Envidia: La Competencia por el Progreso a Cualquier Costo
En su afán por ser la región más avanzada y la más innovadora, se ha alimentado una envidia competitiva que ha llevado a decisiones a corto plazo que sacrifican la seguridad y el bienestar de sus ciudadanos. La carrera por destacarse a nivel global ha llevado a un crecimiento urbano sin considerar la adaptabilidad de las infraestructuras a los riesgos naturales, sin preocuparse por las necesidades estructurales de las comunidades vulnerables y no por su economía, sino por sus sistemas constructivos.
- Ira: La Desconexión Social y la Desatención a las Comunidades Vulnerables
La ira institucional se ha manifestado en el desprecio por las comunidades vulnerables (y no necesariamente marginadas económicamente) y la falta de atención a las voces que alertaban sobre los riesgos. Durante años fueron ignoradas en términos de medidas preventivas y políticas de resiliencia. Mientras los grandes proyectos recibían atención, las comunidades expuestas a los mayores riesgos fueron desatendidas. Este desprecio por el equilibrio social y el mal manejo de los conflictos ha incrementado la desigualdad y el costo humano de los desastres.
- Lujuria: El Espejismo del Progreso Vacío
La lujuria por el progreso llevó a un crecimiento urbano desmesurado y a una desconexión total con las necesidades reales de las personas. En lugar de construir ciudades resilientes y sostenibles, se priorizó la expansión a toda costa, sin considerar las amenazas del entorno natural o al menos la creación de acciones que mitigaran el daño al que estaban expuestos. La obsesión por el avance rápido y el desarrollo sin límites creó un espejismo de progreso que, al final, resultó ser vacío e insostenible. Las ciudades crecieron sin pensar en los riesgos inherentes, y los habitantes, desinformados y desprotegidos, fueron los más afectados por la tragedia, esperemos los seguros dan cabal cumplimiento a las pérdidas económicas y materiales y el gobierno empiece una reconstrucción inmediata, pero no con madera.
Conclusión: La Realidad Supera la Ficción
Lo ocurrido en California es un recordatorio brutal de que, incluso en las sociedades más avanzadas, la falta de previsión y la acumulación de estos “pecados capitales” pueden conducir a una tragedia que, aunque parezca sacada de una película, es más real de lo que nos gustaría admitir. El gobierno de California y sus habitantes, ya que no todo te lo tiene que decir el gobierno, es decir, el sentido común o al menos hacer caso a tantas y tantas películas de diversos desastres que alertan a la sociedad que esos riesgos están presentes, al igual que los personajes de Seven, se encuentran atrapados en un guion preestablecido, incapaz de romper el ciclo de errores y negligencias.
En este contexto, es fundamental no solo reflexionar sobre las condiciones que llevaron a esta tragedia, sino también aprender de ellas para construir un futuro más resiliente y sostenible. Aplaudimos la solidaridad mostrada por las autoridades mexicanas y la comunidad internacional, que han respondido con prontitud y eficacia para mitigar el sufrimiento de los afectados. Estas acciones deben servir de inspiración para redoblar los esfuerzos en la planificación y prevención de riesgos, evitando que tragedias como esta se conviertan en un ciclo recurrente. La verdadera fortaleza radica en transformar el dolor en aprendizaje y el apoyo en acciones concretas hacia un cambio duradero.
Mtro. Guillermo Moreno Ríos
Ingeniero civil, académico, editor y especialista en Gestión Integral de Riesgos y Seguros. Creador de Memovember, Cubo de la Resiliencia y Promotor del Bambú.
incide.guillermo@gmail.com
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
Columna Invitada
Un mundo tripolar
Recientemente, se está hablando de un cambio de época. Con la toma de posesión y las primeras decisiones del señor Trump, se piensa en un nuevo modo de mundo tripolar. Uno encabezado por el propio señor Trump, que incluye a Estados Unidos, otro polo encabezado por Putin de Rusia, y un tercero, por el señor Xi Jinping, presidente del Partido Comunista de China.
Un concepto interesante porque, claramente, se están excluyendo áreas muy importantes como, por ejemplo, la Comunidad Económica Europea con todos sus nuevos adherentes, Japón y la India, con una participación relevante en el mercado mundial.
Todo esto a raíz de las negociaciones para terminar con la guerra en Ucrania, donde se está excluyendo a Europa en las conversaciones y sobre todo al más afectado, el propio Ucrania. Y por el estilo se plantean las ideas de que, entre esos tres polos de la actividad mundial de la economía, se resuelvan la mayoría de los conflictos geopolíticos y lograr a través de ello una especie de paz.
No es que falten las diferencias entre esas naciones. Mientras que en Estados Unidos se está buscando aislacionismo, China y Rusia están en plan de expansión. Uno es capitalista, los otros buscan una fuerte intervención del Estado en la economía. Tal vez lo único que los une es su populismo.
Por otro lado, esta no es una nueva idea. En los 80 del siglo XX se hablaba de un concepto muy parecido. Un mundo tripolar donde los polos eran, en primer lugar, los Estados Unidos, después la Comunidad Económica Europea, que en aquella época era bastante menor, y por último Japón, claramente excluyendo áreas importantes.
En los 80, todavía contaba la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, más los países satélites de Europa Oriental, incluyendo una parte de las colonias soviéticas en Asia. Australia era también significativa, y no se le estaba considerando desde un punto de vista geográfico, sino como parte, de alguna manera, de la Comunidad Económica Europea.
En los 80, para cada uno de esos tres polos se mencionaban áreas de influencia. Por ejemplo, en Japón se hablaba de que su área de influencia era sobre todo Asia Oriental y una buena parte del Pacífico, sin incluir necesariamente a Australia. Europa, con su área de influencia en el Medio Oriente y África, así como EE. UU., con su área de influencia en Latinoamérica. Con lo cual ya se armaba ese mundo tripolar.
Al final de los 80, principios de los 90, se empieza a hablar de otro concepto. Se habla de la Cuenca del Pacífico, viene la caída de la Unión Soviética, una importante disminución de la influencia de los rusos, y se rompe con ese esquema tripolar.
Al final del día, el concepto de la Cuenca del Pacífico se volvió un área que era influida muy fuertemente por los Estados Unidos, de quien el famoso ensayista Luis Rubio decía que era el factótum del Pacífico, entendiendo por factótum el personaje con una influencia decisiva en ese lugar. Efectivamente, fue lo que ocurrió. Se fortalece China, no por sus propios méritos, sino básicamente gracias a la inversión de los Estados Unidos, el crecimiento de la maquila y sus inversiones en ese país.
En el actual concepto del mundo tripolar se está excluyendo a Japón, quien ni siquiera se menciona, y no se menciona tampoco a la India, que tiene un crecimiento importante. ¿Verdaderamente es creíble que pueda sostenerse un nuevo mundo tripolar? A corto plazo, sin duda alguna. Pero el gran tema es, sobre todo, su sostenimiento a largo plazo.
Y la razón es el invierno demográfico que está ocurriendo en varios de los países que son los que encabezan ese mundo tripolar. Por ejemplo, el caso de China, donde, debido al fenómeno de la obligatoriedad de familias de un solo hijo, se tiene un muy fuerte invierno demográfico, decrecimiento de la población y un envejecimiento importante en una parte considerable de la misma. El crecimiento se ha centrado solamente en algunas zonas llamadas las zonas económicas especiales. Otro ejemplo relevante es el caso de Japón, donde la población está disminuyendo y la proporción de ancianos crece cada vez más.
En Rusia, un tema del que se habla muy poco, también se tiene un importante invierno demográfico, donde cada vez hay menos niños y aumenta el número de ancianos. La que se supone que era la segunda potencia militar del mundo, ha sido incapaz de derrotar a un país relativamente pequeño como Ucrania, quien ha recibido apoyos de Europa y EE. UU. Rusia ha tenido que estar pidiendo apoyo, incluso a Corea del Norte, para poder tratar de ganar una larga guerra en la que no han podido tener mejores resultados.
Europa cuenta también con un invierno demográfico importante, donde su crecimiento viene básicamente de los inmigrantes, muchos de ellos de origen islámico, que es donde crece, realmente, su población. Estados Unidos, si se quita el crecimiento que aportan los latinos, tiene también un fuerte invierno demográfico, tanto en la población de anglos, como entre los afroamericanos, quienes están reduciendo su población, con una natalidad que es cada vez más pequeña.
Eso significa que a largo plazo esas economías necesitarán, forzosamente, que aceptar la inmigración. En el mundo de Trump se buscan cerrar las puertas a la inmigración y se da también en Europa como la petición frecuente de los conservadores. Algo que muy calladamente se ha manejado en Japón desde hace muchísimo tiempo, donde es muy difícil que se permita la inmigración de gente que no sean, étnicamente, japonesa.
Por otro lado, hay países donde existe un auténtico verano demográfico. Es el caso de la India, sobre todo, también en África y, en alguna medida, en Latinoamérica. Esto nos trae un problema muy fundamental. Este concepto de un mundo tripolar es factible a corto plazo, tal vez con una duración como la que pueda tener el señor Trump en el gobierno de los Estados Unidos. Hablamos tal vez de 5 años o máximo una década, pero es algo que es insostenible mientras se mantenga la idea contra la inmigración.
Estamos necesitando de soluciones de largo plazo, para que en las zonas donde todavía hay crecimiento demográfico mejore la economía y dejen de ser dependientes de los grandes países, de los nodos del supuesto mundo tripolar. Se necesita una manera de hacer crecer las áreas de gran crecimiento como la India, África y Latinoamérica. Hay que pensar en un mundo multipolar, o tal vez, en un mundo no polar, donde todos los países puedan tener un reparto adecuado de los beneficios de la modernidad, y de la globalización. Los grandes países deben dejar de pensar en repartirse el mundo, que es el concepto que estamos viendo con su idea actual de tripolaridad.
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
Columna Invitada
Rubén Ramírez Lezcano se reúne con empresarios mexicanos en su camino a la OEA
En su carrera por la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), el economista y diplomático paraguayo Rubén Ramírez Lezcano sostuvo un encuentro clave con líderes del empresariado mexicano. La reunión congregó a importantes figuras del sector privado con el objetivo de explorar oportunidades de colaboración en el desarrollo económico regional y fortalecer la integración entre los países miembros de la OEA.
¿Quién es Rubén Ramírez Lezcano?
Ramírez Lezcano cuenta con una sólida trayectoria en la formulación de políticas públicas y la negociación internacional. Como Ministro de Relaciones Exteriores de Paraguay, lideró iniciativas para promover el comercio y la inversión, además de participar en negociaciones estratégicas con Argentina, Bolivia y Brasil. Su enfoque se centra en el desarrollo de infraestructura, energía, educación y cooperación económica para impulsar el crecimiento de la región.
Además de su experiencia diplomática, se caracteriza por un perfil técnico y pragmático, alejado de posturas ideológicas, con una visión estratégica orientada a la atracción de inversión extranjera y el desarrollo sostenible.
La OEA y su papel en la región
La Organización de los Estados Americanos (OEA) es el principal foro de cooperación y diálogo político en el continente, integrada por 32 países. Su misión es fortalecer la democracia, la seguridad, los derechos humanos y el desarrollo económico en la región. Sin embargo, en los últimos años, la OEA ha sido criticada por la falta de efectividad en la resolución de conflictos y la polarización entre sus miembros.
Ramírez Lezcano aspira a revitalizar el organismo con un enfoque basado en resultados, impulsando una OEA más activa en la promoción de inversiones, el fortalecimiento institucional, respeto a los derechos humano y la integración económica.
Encuentro con empresarios mexicanos: diálogo clave para la inversión y el desarrollo
Estas reuniones se han llevado a cabo en distintos países de Latinoamérica bajo la coordinación de Manuel Acosta, vicepresidente de Asuntos Políticos del Global Center for Human Rights (GCHR). Acosta destacó la importancia del sector empresarial en la construcción de alianzas estratégicas para el desarrollo de la región y expresó su agradecimiento a la Fundación Incluyendo México, A.C. Representada por Tomás Ibarra, la fundación ofreció una visión sobre su labor y enfatizó la relevancia de participar y respaldar al candidato.
Entre los asistentes se encontraban empresarios de alto nivel en sectores clave como infraestructura, energía, seguridad y tecnología, destacando Francisco Cervantes, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), en su intervención resaltó el papel de la iniciativa privada en la estabilidad económica y el crecimiento de la región, enfatizando que una OEA renovada debe fomentar condiciones favorables para la inversión y el comercio; Juan José Sierra Álvarez, presidente de COPARMEX, subrayó la importancia de construir puentes entre los sectores público y privado para generar oportunidades de desarrollo sostenible, así como Eduardo Bours, empresario, ex coordinador el CCE y ex gobernador de Sonora, destacó que este tipo de encuentros representan una oportunidad para fortalecer el papel clave del sector empresarial en el desarrollo de Latinoamérica y enfatizó el apoyo para concretar acciones en un impacto real.
La visión de Rubén Ramírez Lezcano para la OEA
Estructurada en cuatro ejes fundamentales:
Fortalecimiento de la democracia y la estabilidad institucional.
Promoción de la inversión y el comercio intra-regional.
Desarrollo de infraestructura y financiamiento para proyectos estratégicos.
Innovación y educación como motores del crecimiento.
“El continente necesita una OEA efectiva y centrada en resultados. Debemos transformar el organismo en un espacio de acción y no solo de debate, donde se generen soluciones reales para nuestras economías y sociedades”, afirmó.
Además, el candidato destacó la importancia de generar un entorno favorable para las inversiones, asegurando seguridad jurídica y estabilidad macroeconómica en los países miembros.
Intercambio de ideas y cierre del evento
El evento concluyó con una intervención de Sebastián Schuff, presidente del Global Center for Human Rights, quien reafirmó la importancia de una OEA que promueva el desarrollo económico sin perder su esencia como garante de la democracia y los derechos humanos.
Conclusión: Una OEA de resultados
La reunión con empresarios mexicanos confirmó el interés del sector privado en la visión de Rubén Ramírez Lezcano para transformar la OEA en un organismo más efectivo y orientado a la acción. Su enfoque podría marcar un punto de inflexión en la conducción del organismo, atrayendo el respaldo de diversos sectores dentro de los países miembros.
Mtro. Guillermo Moreno Ríos
Ingeniero civil, académico, editor y especialista en Gestión Integral de Riesgos y Seguros. Creador de Memovember, Cubo de la Resiliencia y Promotor del Bambú.
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Columna Invitada
El mal mayor
Estamos en México en una situación donde prevemos una serie de males que nos están preocupando como sociedad. El balance de poderes entre el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, el problema del Infonavit, las deportaciones de migrantes y otras ocurrencias del señor Trump así como otros asuntos adicionales de lo cual no es el menor, el de la paz en el país. Una serie de males que no encontramos una manera fácil de resolver.
Por otro lado, hay un problema que está en la raíz de varios de estos males y que es de más largo plazo, probablemente peor que lo que estamos percibiendo en los otros y que, si se resolviera, habría una solución más completa para todos los demás males. Ese asunto es la falta de participación ciudadana en lo político y lo social.
Tenemos la mala costumbre de dejar muchas cosas en manos del gobierno, como si quien manda tuviera la posibilidad o la obligación de resolver por nosotros muchas de nuestras dificultades. Esa costumbre nos ha hecho ser muy buenos para criticar. Lo cual está muy bien. Sí, debemos de criticar, por supuesto, pero no deberíamos de quedarnos en esto. No basta solamente con la crítica. Hay que pensar que también tenemos que ser proactivos, tenemos que participar. Y todo esto nos trae un gran desánimo al ciudadano común, precisamente porque vemos que, por más que haya críticas y señalamientos, el gobierno no toma soluciones.
¿Qué es lo que está pasando aquí? ¿Es inútil la participación ciudadana? ¿Se está haciendo cierto ese dicho de que somos ciudadanos sin poder? Porque, efectivamente, estamos haciendo una parte de nuestra tarea, pero aparentemente no es suficiente. Y eso está en la base de muchos de nuestros males. Si estamos pensando que nuestra actividad ciudadana consiste, únicamente, en votar a su tiempo y después dedicarnos a exigirles a los elegidos, claramente le está haciendo falta algo, algo que estamos viendo que no ocurre.
Muy probablemente, el problema viene de que pensamos que toda la acción política debe venir de un solo grupo de actores, lo que normalmente llamamos el gobierno. Estamos viviendo la parálisis y posiblemente la muerte de muchas sociedades intermedias, que son importantísimas para el funcionamiento de la democracia.
¿Qué entendemos por sociedades intermedias? En un extremo, está el Estado, con sus tres poderes. Lo que se podría llamar el nivel más elevado de la sociedad política. Y luego, por otro lado, en la base está la familia, que es la célula de la sociedad. Entre estas dos, existen una gran cantidad de sociedades que no son necesariamente obligación o potestad del gobierno, sino que son asumidas por la ciudadanía. A esas les llamamos sociedades intermedias. En nuestro país, tradicionalmente hemos tenido muy poca participación y creación de este tipo de sociedades. Y, en los últimos tiempos, algunas de esas sociedades han desaparecido o han sido absorbidas por el gobierno.
Hay muchos ejemplos de este tipo de sociedades. Por ejemplo, sociedades de tipo filantrópico. No le podemos dejar al gobierno en exclusiva el papel de la filantropía, que muchas veces han asumido, a veces con razones y otras, básicamente, por tener una influencia sobre una clientela que después le puede rendir en otros aspectos. La cultura, que también muchas veces la encargamos al gobierno y nos quejamos de que no está haciendo lo suficiente por impulsarla. Cuando no podemos esperar que sea el único en desarrollarla.
En otros campos, está la investigación, por ejemplo, de tipo académico y sobre todo de tipo tecnológico, donde las sociedades civiles e incluso las sociedades mercantiles tienen un papel importante. No podemos pensar que solo el gobierno tiene esa obligación. Y desde luego, la economía, donde la empresa privada, sobre todo, debe de tener su ámbito y su libertad.
El punto fundamental aquí, es que no debemos esperar del gobierno todas las soluciones, ni que sea el único actor en temas políticos y sociales. Esto no ocurre en una democracia bien constituida. A esto se le llama una democracia participativa, y es precisamente la idea. Un sistema de gobierno donde hay participación de los ciudadanos, para asegurar que la democracia se dé plenamente.
Claramente, puede darse el caso, que ocurre con cierta frecuencia, que no existan las sociedades intermedias, o estas sociedades no están haciendo su tarea. En esos casos, es posible que el gobierno, de una manera subsidiaria, provea un apoyo temporal. Pero claramente se trata de algo transitorio. No se puede estar subsidiando de manera permanente a las actividades que les tocan a las sociedades intermedias.
Nos está fallando ese tramo muy importante de la democracia. No podemos seguir atenidos a que el gobierno se haga cargo de todo y suponer que con quejarnos y hacer públicos nuestros señalamientos, ya todo se va a resolver. No se dice que la ciudadanía no se queje. Por supuesto que es relevante. Es necesario que le hagamos saber al gobierno las cosas que la ciudadanía considera importantes. Pero no es suficiente.
Si no tenemos participación, es difícil que convenzamos al gobierno de esta necesidad. Se requiere educar a la ciudadanía para que cambie sus convicciones y se vea realmente en un papel protagónico, un rol significativo. Donde, a distintos niveles, todos los ciudadanos estemos participando, de tiempo parcial o, en algunos casos de tiempo completo, para lograr que se dé en los hechos la democracia.
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Columna Invitada
La nueva Ley del INFONAVIT y el futuro de la vivienda en México
La reciente reforma a la Ley del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (INFONAVIT) ha sacudido el tablero de la política habitacional en México.
Como toda gran transformación, por un lado se perfila como una solución audaz para atender el déficit de vivienda social; por otro, introduce riesgos estructurales que podrían comprometer los ahorros de los trabajadores y distorsionar el mercado de la construcción.
Pero quizás el mayor peligro radica en algo más profundo: la pasividad del sector empresarial frente a una reconfiguración del sistema que podría redefinirlo en su contra.
Las Promesas de la Reforma
La reforma a la Ley del INFONAVIT ha sido presentada con un enfoque socialmente atractivo, argumentando que ampliará las opciones de vivienda al permitir a los trabajadores adquirir terrenos y optar por la autoconstrucción, así como facilitar créditos subsecuentes y un modelo de arrendamiento social con opción a compra para quienes no pueden afrontar un pago inicial elevado (Artículo 51 Ter y Sexto Transitorio).
Plantea la creación de una empresa filial constructora, con mayoría accionaria del INFONAVIT, que tendría la facultad de edificar viviendas con el objetivo de reducir el rezago habitacional y agilizar la oferta de vivienda social (Artículo 3, fracción V y Quinto Transitorio).
Reconfigura la gobernanza del instituto, reduciendo el número de integrantes en la Asamblea General y el Consejo de Administración, fortaleciendo la fiscalización de los recursos mediante la Auditoría Superior de la Federación y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (Artículo 12, Artículo 16 y Artículo 66 Bis).
Se establece que la construcción de vivienda se priorizará en terrenos propiedad del INFONAVIT o en aquellos asignados por los gobiernos federal y estatales, con la intención de atender el déficit de vivienda en sectores vulnerables (Artículo 42, fracción VII).
Sin embargo, estas modificaciones generan dudas sobre su impacto a largo plazo en la industria de la construcción, la transparencia en el manejo de recursos y el equilibrio de poder dentro del INFONAVIT.
Los Riesgos de un Estado Constructor
El cambio más controvertido radica en la transformación del INFONAVIT en un actor directo del mercado inmobiliario. La creación de una empresa filial constructora financiada con recursos de los trabajadores plantea preocupaciones mayúsculas. No solo se corre el riesgo de que estos fondos sean utilizados de manera discrecional, sino que se abre la puerta a una competencia desleal con los desarrolladores privados.
Históricamente, los esquemas en los que el Estado asume un rol protagónico en la construcción han mostrado deficiencias: burocracia excesiva, costos inflados y problemas de transparencia. Además, la reducción del control tripartito en la toma de decisiones del INFONAVIT (donde tradicionalmente participaban trabajadores, empresarios y gobierno) pone en duda los contrapesos necesarios para una gestión equilibrada. La falta de una supervisión robusta podría derivar en problemas de corrupción y opacidad en el manejo de miles de millones de pesos.
¿Y el Sector Privado? ¿De Nuevo a la Expectativa?
Lo más preocupante de esta reforma no es solo su contenido, sino la falta de una respuesta contundente por parte del sector empresarial y nulo del sector profesional. Las cámaras industriales de la construcción, vivienda y algunos organismos empresariales más, han expresado preocupaciones, pero hasta ahora no han articulado una estrategia clara para evitar que esta reforma los arrincone.
Si no toman un rol activo en la elaboración de un plan contingente y de continuidad, corren el riesgo de volverse irrelevantes en el nuevo modelo habitacional que se está configurando.
Más allá del rechazo frontal a la reforma, es necesario plantear soluciones sociales realistas que atiendan la crisis habitacional sin debilitar al sector privado ni comprometer los ahorros de los trabajadores.
Conclusión: Oportunidad o Advertencia
La reforma al INFONAVIT podría representar un cambio positivo si se ejecuta con reglas claras y mecanismos de supervisión efectivos. Sin embargo, sin contrapesos adecuados, puede convertirse en un riesgo latente que comprometa la estabilidad del sistema de vivienda y un proceso que podría desplazar gradualmente al sector privado del desarrollo habitacional.
Mtro. Guillermo Moreno Ríos
Ingeniero civil, académico, editor y especialista en Gestión Integral de Riesgos y Seguros. Creador de Memovember, Cubo de la Resiliencia y Promotor del Bambú.
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