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El atentado que puso a prueba la fe guadalupana en México

El responsable del ataque fue identificado como Luciano Pérez Carpio, quien, según los relatos, ingresó al recinto con el explosivo.

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foto: Cuartoscuro.

Ciudad de México.- La fe de millones de mexicanos fue sacudida un 14 de noviembre de 1921, cuando un hombre atentó contra la imagen de la Virgen de Guadalupe, una de las figuras religiosas más veneradas en México y símbolo de identidad nacional.

En un acto que buscaba destruir uno de los emblemas más importantes de la cultura mexicana, el atacante colocó un artefacto explosivo entre flores en la antigua Basílica de Guadalupe, ubicada en el cerro del Tepeyac, en la Ciudad de México.

Según los registros históricos de la Arquidiócesis de México, el atentado ocurrió alrededor de las 10:30 de la mañana.

El estallido de dinamita destrozó las gradas del altar mayor y convirtió en pedazos los candeleros de latón.

Sin embargo, en medio del caos, la tilma que resguarda la imagen de la Virgen permaneció intacta, lo que generó asombro entre los presentes.

Uno de los objetos más impactados por la explosión fue el Cristo Crucificado, una figura de hierro y bronce de 34 kilos, que terminó en el suelo tras el impacto. Pese a la fuerza del estallido, la imagen de la Virgen no sufrió daño alguno.

Un hecho que muchos interpretaron como un milagro y un signo de su protección divina.

El responsable del ataque fue identificado como Luciano Pérez Carpio, quien, según los relatos, ingresó al recinto con un ramo de flores que ocultaba el explosivo. Al acercarse al altar, dejó el arreglo floral a los pies de la Virgen y abandonó el lugar antes de la detonación.

Testigos relataron que, tras el estallido, Luciano fue perseguido por los fieles con la intención de lincharlo.

Sin embargo, una intervención directa del entonces presidente Álvaro Obregón evitó que se tomara justicia por mano propia.

Hasta la fecha, los motivos detrás del atentado no han sido plenamente esclarecidos, aunque algunos historiadores lo vinculan a los conflictos entre el gobierno y la Iglesia durante la época conocido como el periodo de la guerra cristera.

La Virgen de Guadalupe no solo representa un emblema de fe religiosa, sino también un símbolo de la identidad y el mestizaje mexicano.

Su aparición en 1531 a Juan Diego en el cerro del Tepeyac marcó el inicio de una devoción que trasciende generaciones. Su imagen, con rostro mestizo, túnica rosa, manto estrellado y rodeado de rayos solares, simboliza la unión entre lo divino y lo terrenal.

Pese a los ataques y persecuciones religiosas que caracterizaron el México del siglo XX, la devoción guadalupana ha permanecido firme.

Hoy, la imagen de la Virgen de Guadalupe sigue siendo un pilar de la cultura e identidad nacional, recordándonos que, incluso en los momentos más inciertos, la esperanza puede prevalecer.

ARH

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