Llama Obispo de Zacatecas a construir la paz

Zacatecas.- Durante la homilía dominical, el obispo de la Diócesis de Zacatecas, Sigifredo Noriega Barceló convocó a escuchar la voz de Jesús, cuando advirtió que “él era el profeta”.

Llamó a tejer una vida más sana y justa a partir de este momento con el fin de que “el Señor nos libre de todo mal y no nos deje caer en la tentación, sobre todo cuando el mal es el maligno, por lo que les pido seamos los profetas que en este momento el mundo necesita para construir la paz”.

Noriega Barceló destacó que a lo largo de todo el evangelio de San Marcos, este discípulo trata de responder todo el tiempo a la pregunta de: “¿Quién es Jesús?”.

“La respuesta es que Jesús no es sino el profeta anunciado desde la antigüedad, y que los signos y los milagros realizados por él mismo, nos lo evidencian como el profeta”, destacó.

Lo que Jesús hizo en su momento fue, dijo el purpurado, “enseñar con autoridad, expulsar a los demonios, hecho que en su momento los propios demonios reconocieron y, además, liberar del mal a quien cree en él”.

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Asimismo, indicó que “nosotros podemos participar de esas profecías por ser miembros de Cristo Rey, por medio de una misión, de modo que somos profetas injertados en Jesucristo”.

En ese sentido, refirió que los seres humanos también tienen autoridad, que todos estamos obligados a conocer en un momento dado que la autoridad del mundo en este tiempo, en este momento, reside en el propio Jesucristo “y por eso creemos en él, porque él es el profeta, quien manda en nuestra vida y tiene autoridad”.

Jesús quiere, por medio de los valores de reino, gobernar por medio de la paz, la justicia, la libertad y el amor.

“Los humanos tendríamos que revisar, en todo momento, si le hacemos caso, es decir, si tomamos en cuenta su palabra y atendemos las necesidades de los demás en la construcción del reino de Dios, porque en Jesucristo hemos sido constituidos como profetas para nuestro tiempo”, añadió.

Por eso, pidió a los feligreses, preguntarnos quién manda en esta casa o, en todo caso, el hecho de que las autoridades “obedezcan a Jesucristo irradiando los valores de su reino: verdad, justicia, libertad y amor, capaces de transmitirlos a las nuevas generaciones”.

ARH