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Mundial 2026: El tercio que nos toca

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Por supuesto que a los aficionados mexicanos les entusiasma que la Copa Mundial de Futbol 2026 se realice en esta región del planeta. La candidatura tripartita de Estados Unidos, México y Canadá resultó seleccionada para que al menos 16 ciudades en Norteamérica reciban a 48 selecciones nacionales de futbol que disputarán 80 partidos en más de un mes de actividades futboleras.

Que sólo diez de esos partidos vayan a jugarse en México no amilana a los más entusiastas, y que la final de la copa tampoco se realice en tierra azteca, tampoco. La Federación Mexicana de Futbol aún disputa la posibilidad de que el partido inaugural sea en el Estado Azteca (con lo que podría convertirse en el único estadio del mundo en celebrar partidos inaugurales mundialistas) pero los Estados Unidos también ha puesto sus cartas en Nueva York o Los Ángeles.

Lo que queda claro es que la gran tajada del pastel respecto a las ganancias del Mundial 2026 estimadas en más de 20 mil millones de dólares se quedarán en Estados Unidos; y tiene sentido: Canadá y México sólo disponen de tres sedes cada país para la justa deportiva mientras que su socio norteamericano planea desplegar el mundial en 17 ciudades.

Hasta allí lo que la FIFA y las federaciones ha previsto respecto a la participación de la región norteamericana en la organización del Mundial 2026; pero ¿qué se debe atender en los próximos ocho años para tener listas esas 23 ciudades sedes? Olvidemos los 70 partidos que no se realizarán en México y centrémonos en los diez que se dividirán entre el Estadio Azteca en la Ciudad de México, el BBVA Bancomer de Monterrey y el Akron en Guadalajara. ¿En qué se debe invertir? ¿Cómo garantizar la movilidad, la estancia, el consumo y la seguridad de los miles de aficionados que harán su peregrinación a la cita futbolística?

Sin pedirlo, las administraciones públicas de estas ciudades mexicanas de los próximos dos sexenios deberán hacer un esfuerzo extra para trabajar con la iniciativa privada en orden a planear e implementar las medidas necesarias para recibir al turismo y a la afición mundialista en el verano del 2026.

Será necesario que los dos próximos jefes de gobierno de la capital, así como los alcaldes y gobernadores en Jalisco y Nuevo León destinen personal, creatividad y recursos extraordinarios para planeación urbanística, desarrollo de infraestructura y acondicionamiento de espacios comerciales, peatonales, de seguridad y administrativos.

No hay que ir lejos en la memoria para evidenciar que a las ciudades anfitrionas en México les urge mejorar sus espacios y servicios:  En el partido de despedida de la Selección Nacional en el estadio Azteca, por ejemplo, se denunciaron más de 100 robos a aficionados en las inmediaciones; en la colonia aledaña al estadio Akron se han reportado incesantes crímenes y balaceras; y la vialidad entorno al estadio BBVA de Monterrey suele ser caótica a pesar de los esfuerzos por mejorar este circuito vehicular.

Con el tercio de Mundial que nos toca, es un hecho que este acontecimiento generará tantas oportunidades como tentaciones entre políticos, empresarios y emprendedores, sólo habrá que esperar a que las inversiones que se realicen sean las necesarias para las ciudades y sus habitantes, y no sólo para sus alcaldes o gobernadores.

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