México
Caso Beatriz, manipulación de la industria abortista para imponer un “supuesto” derecho al aborto: Neydy Casillas
Ciudad de México.— La vicepresidenta de asuntos internacionales del Global Center for Human Rights, Neydy Casillas, advirtió sobre la influencia de “burócratas” vinculados a grupos internacionales que promueven agendas como: el aborto y la hipersexualización de los niños.
Casillas explicó que organismos internacionales son utilizados como plataformas para exportar una cultura antivalores que va en contra de la voluntad de los pueblos y los gobiernos.
Al participar en el programa “Especial provida: Día del niño por nacer”, conducido por Pablo Muñoz Iturrieta, Neydy Casillas señaló específicamente el caso Beatriz vs El Salvador como un ejemplo de los intentos de la industria abortista por imponer el aborto en América Latina y el Caribe.
Señaló que la Corte Interamericana de Derechos Humanos, integrada por 7 jueces, busca establecer el aborto como un derecho fundamental y promover su práctica en la región.
La vicepresidenta del Global Center for Human Rights denunció que la Corte Interamericana es una ONG ideologizada y vendida a intereses, que no toma decisiones conforme a derecho.
El Caso Beatriz, indicó, es una manipulación de la industria abortista para imponer un “supuesto” derecho al aborto que no está respaldado por el derecho internacional.
Casillas enfatizó que en la sociedad latinoamericana aún existe un valor por la vida humana desde el momento de la concepción y la oposición a estas agendas por parte de los organismos internacionales.
Finalmente, reiteró que la vida debe protegerse desde el momento de la concepción y no hay justificación para interpretarlo de manera contraria.
CASO BEATRIZ
De acuerdo con Neyd Casillas, Beatriz era una joven madre salvadoreña que fue manipulada por grupos abortistas que la condenaron al miedo para imponer el aborto y le negaron el derecho a la esperanza.
Beatriz padecía lupus, una enfermedad autoinmune, y tenía un hijo varón; quería ser mamá otra vez, aunque le habían ofrecido esterilizarse, ella rechazó la propuesta porque quería tener más hijos.
Tuvo un segundo embarazo controlado y no amenazaba su vida. Su bebé de nombre Leilani, también estaba enferma y fue diagnosticada con anencefalia. Esto no le impedía tener conciencia, experimentar dolor, e incluso la probabilidad de que pudiera vivir meses o años.
La discapacidad de Leilani no la hacía menos persona ni menos digna. Sin embargo, grupos abortistas presionaron a Beatriz para que solicitara un aborto, convenciéndola de que se iba a morir si no “mataba” a su hija.
Aquellos grupos le hicieron solicitar la autorización de abortar ante la Corte Suprema del Salvador, y también solicitaron medidas provisionales ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH). Ambas instancias reconocieron que, así como lo afirmaban los médicos, la vida de Beatriz no estaba en peligro de muerte y que ella estaba siendo atendida y monitoreada correctamente.
Los médicos hicieron a Beatriz una cesárea mientras estaba cursando la semana 26 de embarazo, al considerar que era lo mejor para la salud de Beatriz, y el procedimiento respetó la vida de Leilani.
La niña nació viva, lloró, respiró y pudo recibir el amor de su madre, permaneciendo en sus brazos unos instantes. Lamentablemente, falleció unas horas más tarde, por causa de su discapacidad.
Beatriz siguió bajo supervisión médica, recuperándose de la cesárea, sin sufrir complicaciones mayores por causa del embarazo.
Beatriz falleció 4 años y 4 meses después del nacimiento de Leilani, a raíz de heridas producidas por un accidente de motocicleta. Su muerte, contrariamente a lo que afirman los grupos abortistas, no tuvo ninguna relación con su segundo embarazo.
ebv