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Iglesia católica, fundamental en movimiento de Independencia: presbítero Juan Carlos Casas

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Ciudad de México.— El papel que la Iglesia, y particularmente el clero católico, que desempeñó en la lucha de Independencia de México fue fundamental, debido a que su influencia, prestigio y, sobre todo, su plena integración y compromiso con la sociedad.

De acuerdo con el presbítero Juan Carlos Casas García, director del Departamento de Historia, Arte y Archivo Histórico de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) la conmemoración del inicio del movimiento de independencia en este mes patrio, más que consistir en una celebración “patriótica” y triunfalista, debe llevarnos a reflexionar porqué han quedado inconclusos los ideales y aspiraciones por los que muchos lucharon hace 213 años.

La injusticia, la desigualdad, la corrupción, y la falta de dignas condiciones de vida para una gran parte de la población sigue siendo, en nuestra patria, una realidad, reconoció.

“Siendo innegable el papel tan importante que laicos, clérigos, órdenes religiosas e instituciones eclesiásticas, jugaron en la gestación, desarrollo y consumación del complejo y doloroso proceso que nos llevó a constituirnos como nación independiente, no olvidemos que los cristianos seguimos teniendo delante de nosotros un gran e ineludible compromiso”, aseveró.

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El presbítero Juan Carlos Casas García explicó que varios clérigos y religiosos, particularmente los peninsulares, y todos los obispos, nombrados por el rey según el Patronato, hace más de doscientos años permanecieron, por coherencia, fieles a la Corona, pero también muchos miembros del clero secular y regular criollo, inconformes, entre otras causas, por las injusticias y desigualdades, se mostraron partidarios de la Independencia.

Destacan, entre muchos otros, como sabemos por la historia, los curas párrocos Miguel Hidalgo, José María Morelos, y varios otros, quienes iniciaron y encabezaron una lucha armada en defensa de la religión católica, y contribuyeron a forjar la nueva patria mexicana.

“Como creyentes y sacerdotes, en aquellas circunstancias específicas, lucharon por los valores de la libertad y la igualdad, y dieron voz al reclamo de justicia de un pueblo sumido en la pobreza y la opresión, largamente padecidas. Su ministerio sacerdotal, del cual nunca renegaron, fue el que precisamente los acercó a los dolores y sufrimientos de su pueblo, y los movió a promover sus derechos”, enfatizó.

Los fieles, por su parte, correspondieron a su labor sacerdotal y religiosa con profundo afecto. ¿Seguimos siendo hoy los creyentes, personas sensibles y solidarias con las necesidades y sufrimientos de nuestro pueblo?, cuestionó.

Ante ello, Casas García concluyó que no puede negarse, que el proceso de la Independencia mexicana fue un movimiento político y social con profunda raigambre religiosa católica que, dentro del dramatismo de los hechos y sus excesos y abusos, constituye una herencia noble y rescatable que debe valorarse, agradecerse y hacer vigente, “anteponiendo el bien común sobre el personal, comprometiéndonos, cada uno desde nuestras propias trincheras, a construir una nación, una casa común más igualitaria, más justa y solidaria”.

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ebv

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