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La familia es compasión y ternura, no una formalidad: Papa Francisco

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Ciudad de México.— En el Marco del Día de la Familia que se celebra el primer domingo de marzo, la Dimensión Familia de la Conferencia del Episcopado Mexicano recordó en el sitio diadelafamilia.mx las lecciones que dejó el Papa Francisco durante el Encuentro Mundial de la Familia realizado el 22 de junio del 2022.

El Papa Francisco trazó una ruta para acercarse y tratar a las familias, en primer lugar como un paso más hacia el matrimonio.

El pontífice exhortó a la Iglesia a ser acogedora, para que las diócesis y parroquias sean cada vez más “comunidades que sostienen a todos con los brazos abiertos”. Esto es indispensable, sobre todo en esta cultura de la indiferencia.

“Ustedes, providencialmente, han encontrado apoyo en otras familias, que son, de hecho, pequeñas iglesias. Cuando un hombre y una mujer se enamoran, Dios les ofrece un regalo: el matrimonio. Un don maravilloso, que tiene en sí mismo el poder del amor divino: fuerte, duradero, fiel, capaz de recuperarse después de cada fracaso o fragilidad. El matrimonio no es una formalidad que hay que cumplir. Uno no se casa para ser católico “con la etiqueta”, para obedecer a una regla, o porque lo dice la Iglesia o para hacer una fiesta; no, uno se casa porque quiere fundar el matrimonio en el amor de Cristo, que es sólido como una roca”.

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El Papa Francisco destacó que a pesar de las crisis y de los problemas, hay que caminar juntos para resolverlos. Llamar por su nombre a las causas de la crisis: la falta de sinceridad, la infidelidad, el mal uso del dinero, los ídolos del poder y de la carrera, el resentimiento acumulado y la dureza del corazón, que son dolorosas y dividen a las familias.

“Ver a una familia que se rompe es un drama que no puede dejarnos indiferentes, porque en el momento más oscuro de la crisis, el Señor responde al deseo más profundo de nuestros corazones y salva nuestros matrimonios. Dios ve lo que hay en el corazón, y nos lleva con un grupo de laicos que se dedica precisamente a las familias, ahí es donde comienza el camino de acercamiento y renovación de la relación, que nos permite hablar, abrirse con sinceridad, a reconocer las culpas, a rezar juntos con otras parejas, y llevarnos a la reconciliación y al perdón.

El perdón, dijo, cura todas las heridas, es un don que brota de la gracia con la que Cristo colma a la pareja y a toda la familia cuando lo dejamos actuar, cuando recurrimos a Él.

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ebv

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