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La Virgen de Guadalupe, símbolo dominante en la religiosidad mexicana

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Ciudad de México.— Con más de cuatro siglos de tradición, el culto a la Virgen de Guadalupe sigue siendo el símbolo de expresión dominante en la religiosidad mexicana. En la vida de los fieles va más allá de la fe misma, es un acto de identidad nacional, sobre todo el 12 de diciembre de cada año, fecha en la que millones de creyentes profesan su culto con mayor devoción acudiendo al cerro del Tepeyac a pedir ayuda o “a dar gracias por favores recibidos”.

Sin lugar a dudas, la “patrona de México” es el símbolo de expresión religiosa dominante en gran parte de los mexicanos, culturalmente constituye un emblema, un elemento identitario, un eje alrededor del cual se congregan creyentes y no creyentes. Si bien no todo México es guadalupano, es un país profundamente religioso donde existe diversidad de creencia.

De acuerdo con especialistas en el tema, la tradición de la Virgen de Guadalupe es un suceso religioso que se conmemora en el país y un acontecimiento que se observa como fenómeno social, el cual ocupa un papel cultural e histórico fundamental en el desarrollo de vínculos y componentes relacionados con el mestizaje lo indígena e hispano.

Al conmemorarse el 489 aniversario de las apariciones marianas en el cerro del Tepeyac, el culto mariano, lejos de disminuir se acrecienta y se reinventa; en épocas de pandemias, como las que se han vivido a lo largo de la historia y en la actualidad, el ser humano recurre a seres intangibles, a devociones, para sentirse confortado, coinciden la historiadora Alicia Mayer González y el sociólogo Hugo José Suárez Suárez.

Alicia Mayer, directora de UNAM-Canadá, evoca que la Virgen del Tepeyac es una aparición mariana cuyo origen se remonta al siglo XVI, poco después de la Conquista de México. “Se trata de una práctica que primero fue transmitida de manera oral, después surgieron algunos escritos o documentos de mediados de ese mismo siglo, en los que se describieron las apariciones de la virgen María al indígena Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro del Tepeyac”.

La especialista relata que este culto no surgió de la noche a la mañana en México, sino que se construyó poco a poco a partir de elementos de devoción que existían en la península ibérica, desde la edad media, mucho antes, incluso, de la llegada de los misioneros españoles a México, cuando la Virgen María se convirtió en un elemento importantísimo de evangelización española en nuestro país.

A partir del siglo XVIII se volvió símbolo de la identidad novohispana, sobre todo encumbrada o defendida en su culto por los criollos novohispanos; es decir, los españoles nacidos en México “quienes tomaron como estandarte de identidad no solo a nuestra señora de Guadalupe, sino también a otras advocaciones como la Virgen de los Remedios, pero finalmente será la Virgen de Guadalupe la que conquiste los corazones del pueblo novohispano”.

Como imagen, “la morenita” ha trascendido todas las fronteras, y se le ha utilizado como estandarte, por Miguel Hidalgo durante la Independencia, y luego Emiliano Zapata en la Revolución; en el México contemporáneo existen cárteles que la utilizan como escudo protector.

La especialista considera que podemos encontrar en México los emblemas guadalupanos, y en otras partes del mundo. Está en Notre Dame en París, San Esteban de Viena, así como en diferentes ciudades de Estados Unidos; además, en el arte callejero plasmada por comunidades latinas, incluso en iglesias metodistas o protestantes.

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ebv

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