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Maternidad subrogada, ¿altruismo o negocio? Las vidas que quedan en el camino

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Foto Pixabay

Ciudad de México.— La maternidad subrogada representa un desafío ético, legal y social que requiere respuestas contundentes. Explota a las mujeres más vulnerables, abandona a los niños y reduce la vida humana a una transacción comercial.

De acuerdo con especialistas, la prohibición de esta práctica es necesaria para salvaguardar la dignidad humana y proteger el futuro de miles de niños que están por nacer.

En entrevista con la Fundación Aguirre, Azuela, Chávez, Jáuregui A.C., el doctor en Derecho Bernardo García-Larraín, coordinador de la Declaración de Casablanca, explicó que la maternidad subrogada se plantea como un contrato mercantil en el que una persona o pareja encarga a una mujer la gestación de un hijo, a cambio de una compensación. Este acuerdo contractual se ha expandido por todo el mundo, desde países desarrollados hasta aquellos donde la regulación es mínima o inexistente.

Por un lado, Abogado franco-chileno dijo, está la visión que promueve el derecho individual a contratar este tipo de servicios bajo la premisa de que si una persona tiene los medios para pagar, debería poder hacerlo.

Desde otro lado, surgen fuertes objeciones en términos de derechos humanos, entre ellos el propio García-Larraín, que sostienen que una persona nunca debería tener un precio, y que utilizar el cuerpo de una mujer como “medio de producción” es inherentemente inhumano. Esta postura, argumenta que la maternidad subrogada instrumentaliza a la mujer y pone en riesgo tanto su salud física como psicológica.

La realidad es que la maternidad subrogada, insistió García-Larraín, es un mercado al que recurren personas de diversos orígenes y orientaciones, incluyendo parejas homosexuales, heterosexuales, personas solteras, entre otros. Sin embargo, lo que muchos defensores de la práctica intentan enmarcar como “maternidad subrogada altruista” o “ética”, resulta ser, según García-Larraín, un espejismo.

Aunque algunas mujeres podrían aceptar no recibir una compensación directa, el resto de los actores involucrados en el proceso (abogados, agencias, clínicas) sí obtienen un pago. Esto perpetúa la idea de que la mujer, la principal implicada en la gestación, queda excluida de una retribución justa por un proceso que afecta profundamente su vida.

El doctor García-Larraín subrayó que la maternidad subrogada es siempre una forma de trata de personas. Se utiliza a una mujer como medio y se programa el nacimiento de un niño con un fin comercial.

Esta mercantilización de la vida humana, dijo, vulnera los derechos tanto de las madres gestantes como de los niños, quienes, en muchos casos, se ven privados del derecho a conocer sus orígenes y ser educados en su entorno familiar original.

Implicaciones psicológicas

La maternidad subrogada sigue siendo un tema complejo y con escasos estudios estadísticos que profundicen en sus repercusiones a largo plazo. A pesar de que esta técnica comenzó a popularizarse en la década de los 80s, aún existen pocos testimonios directos que ofrezcan una perspectiva completa sobre sus efectos, tanto físicos como psicológicos, en los individuos nacidos bajo este método.

El doctor en Derecho, Bernardo García-Larraín, destacó uno de los grandes vacíos en este mercado: la falta de estadísticas. Este vacío ha permitido que la maternidad subrogada se desarrolle sin un análisis riguroso que evalúe las consecuencias para las personas nacidas de esta técnica.

Refirió que la portavoz Olivia Moguel, nacida en 1991 en Estados Unidos mediante un proceso de subrogación, es uno de los pocos casos que han alzado la voz, exponiendo las dificultades emocionales y psicológicas que ha enfrentado.

Aunque sus padres de intención contaban con todas las garantías que otorgan los marcos legales de un país desarrollado, Olivia, años después, manifestó haber experimentado un profundo sentimiento de abandono. A pesar del “contexto ético” que rodeó su nacimiento, no pudo evitar la sensación de haber sido separada de su madre biológica en el momento crucial de su nacimiento, lo que le causó problemas emocionales que aún arrastra.

Entre los problemas que ha señalado Moguel está el denominado “síndrome de abandono”, también conocido como “Sainte-Dôme d’Abandon”, que ha afectado su bienestar mental.

El testimonio de Moguel refuerza esta idea. Ella ha revelado que además de enfrentar problemas psicológicos derivados del síndrome de abandono, también descubrió que su madre gestante sufría trastornos psiquiátricos. Esta información le ha permitido tomar medidas preventivas para su propia salud mental, pero también le ha planteado interrogantes sobre la falta de transparencia y seguimiento médico en los procesos de maternidad subrogada.

El doctor en Derecho Bernardo García-Larraín señaló que este sentimiento de abandono es un punto clave en el debate sobre la maternidad subrogada. Incluso cuando se lleva a cabo bajo condiciones legales, la pregunta persiste: ¿hasta qué punto es legítimo separar a un hijo de su madre biológica inmediatamente después del nacimiento?

García-Larraín reveló que este tipo de separación temprana entre el bebé y la madre gestante contraviene principios científicos sobre el vínculo emocional que se establece durante la gestación. “En muchos países, incluso a los animales se les protege de una separación temprana de su madre para garantizar su estabilidad”, comentó el doctor, resaltando lo contradictorio de aplicar una lógica distinta a los seres humanos.

La ciencia ha demostrado que durante el embarazo se forjan conexiones profundas entre la madre y el hijo, tanto a nivel fisiológico como psicológico. Los estudios han evidenciado que el feto escucha y reconoce la voz de su madre, creando un lazo emocional crucial.

Además, se ha descubierto que hay una transferencia de células entre ambos, lo que sugiere que la relación entre madre e hijo es mucho más que una simple cuestión biológica. Separar a un recién nacido de su madre gestante puede tener repercusiones profundas y duraderas, según diversos estudios y publicaciones especializadas en psicología.

Otro aspecto relevante es la cuestión de la identidad. Según García-Larraín, muchas personas nacidas mediante maternidad subrogada enfrentan dificultades al reconstruir su historia familiar.

“Saber de dónde vienes y quiénes son tus padres es fundamental para el desarrollo personal”, mencionó el doctor, quien también citó a expertos psicólogos que recalcan la importancia de conocer los antecedentes familiares para la estabilidad emocional y la salud física.

La ausencia de información sobre la madre biológica, especialmente en términos médicos, puede privar a estos individuos de un historial crucial para su salud a lo largo de la vida.

La maternidad, desde esta perspectiva, no solo se refiere a la capacidad de dar vida, sino también a la vinculación emocional y psicológica que se establece durante el embarazo.

Además, García-Larraín alertó otra cuestión fundamental: el papel de la mujer. Bajo el esquema de la maternidad subrogada, se corre el riesgo de reducir a la mujer a un simple “medio de reproducción”.

Explotación

La maternidad subrogada plantea serios cuestionamientos sobre los riesgos que enfrentan las mujeres que se someten a este proceso, así como su posible explotación. Bernardo García-Larraín, detalló que un embarazo, por su propia naturaleza, conlleva riesgos para la salud de la madre. Sin embargo, en el caso de la gestación subrogada, esos peligros se agravan debido a la intervención de hormonas y la implantación de un embrión que el cuerpo de la madre podría rechazar.

Este tipo de situaciones plantea una inquietud ética: ¿es legítimo permitir que mujeres, muchas veces en condiciones económicas vulnerables, se expongan a tales riesgos a cambio de dinero?

El impacto psicológico de entregar a un hijo también es motivo de preocupación. La dependencia emocional y física durante más de un año, entre preparación y gestación, deja a la mujer completamente expuesta a las demandas de los llamados “padres de intención”. Este vínculo contractual no solo pone en riesgo la salud de la madre, sino también su dignidad y sus derechos laborales, ya que queda a disposición total de quienes pagan por el proceso.

Aunque algunos defienden la subrogación bajo el argumento de que se puede realizar de manera solidaria, la realidad es que la mayoría de las veces son mujeres pobres quienes se someten a este proceso para parejas adineradas. Incluso en países desarrollados, donde se intenta regular la práctica, los casos de subrogación solidaria son mínimos. ¿Por qué una mujer en una situación económica estable arriesgaría su salud por alguien más si no recibe compensación?

La maternidad subrogada se asemeja a una forma moderna de esclavitud, donde mujeres en situaciones de vulnerabilidad son utilizadas para satisfacer las demandas de parejas con más recursos. Casos como la adopción ilegal o el tráfico de menores en países en vías de desarrollo evocan inquietudes similares: el bienestar final del niño no justifica la explotación o las prácticas ilegales que se puedan haber utilizado para alcanzarlo.

Dignidad humana y los derechos del niño

La maternidad subrogada ha evolucionado hasta convertirse en un mercado global de millones de dólares, promovido a través de redes sociales y agencias especializadas. En varios países, se compran y venden gametos, se establecen contratos, y las clínicas proliferan para satisfacer la demanda de padres desesperados por tener hijos. Sin embargo, expertos como el doctor en Derecho García-Larraín advierten sobre los graves riesgos que esta práctica representa para la dignidad humana y, sobre todo, para los derechos del niño.

La problemática de la maternidad subrogada va más allá de ser un mero acuerdo entre adultos que desean formar una familia. En su núcleo, se organiza la llegada de un niño al mundo con el fin de ser “entregado” a otras personas. García-Larraín sostuvo que, al igual que en esos casos, es necesario un esfuerzo internacional para prohibir la maternidad subrogada en todas sus formas.

Un ejemplo reciente del auge de este mercado se observa en Ucrania, donde el país se ha consolidado como un destino predilecto para las parejas de Europa occidental, especialmente de países como Francia, donde la práctica está prohibida. A pesar de las restricciones legales, muchas parejas recurren a las ferias y publicidades organizadas por clínicas extranjeras en territorio francés para realizar este procedimiento en Ucrania o Estados Unidos. Así, la prohibición local se ve constantemente vulnerada por un mercado transnacional que no tiene fronteras.

Las mujeres de países más vulnerables son las más expuestas a la explotación de este sistema. Mientras que en ciudades como París o Nueva York es menos probable que una mujer acepte un contrato de maternidad subrogada, en regiones empobrecidas de Latinoamérica, Medio Oriente o Europa del Este, la oferta de miles de dólares puede ser sumamente atractiva para mujeres que enfrentan una situación económica precaria.

Además, el doctor García-Larraín señaló una cuestión fundamental: el llamado “mejor interés del niño”, un principio recogido en convenciones internacionales de derechos humanos, que se ve gravemente vulnerado en el contexto de la maternidad subrogada. A diferencia de la adopción, donde un niño ya nacido y abandonado encuentra una familia, la maternidad subrogada organiza desde el principio el abandono del menor, priorizando los deseos de los adultos por encima del bienestar del niño.

Otro aspecto preocupante es la comercialización de los niños como si fueran productos, donde los padres tienen la capacidad de seleccionar características genéticas, como el sexo o incluso ciertos rasgos físicos. En casos documentados, cuando el niño no cumple con las expectativas —por ejemplo, si nace con alguna enfermedad o síndrome—, algunos padres han optado por el abandono, un acto que revela la cosificación de la vida humana en este mercado.

Por ello, se hizo un llamado para frenar la expansión de este fenómeno. El doctor García-Larraín subraya la necesidad urgente de una convención internacional que ponga fin a la maternidad subrogada en todas sus formas, protegiendo a los niños y evitando que se conviertan en mercancías al servicio de los deseos de los adultos.

A pesar de que muchos movimientos feministas han criticado la explotación de la mujer en este contexto, García-Larraín señaló que la lucha por los derechos del niño también debe incluir la protección de los embriones, que muchas veces son eliminados o congelados durante los procesos de fertilización asistida, otra práctica común en la maternidad subrogada.

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