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Reflexiones de las 7 Palabras que resuenan en el corazón de los católicos

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Foto Cuartoscuro

Ciudad de México.— En el marco de la Semana Santa, un período de profunda reflexión y espiritualidad para millones de creyentes en todo el mundo, las “Siete Palabras” pronunciadas por Jesucristo en la cruz ocupan un lugar central en las devociones y meditaciones de los fieles.

Estas palabras, registradas en los Evangelios, son consideradas una expresión suprema del sufrimiento humano y la redención divina.

La primera de estas palabras es la petición de Jesús al Padre por el perdón de aquellos que lo crucificaron: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Esta súplica de perdón recuerda la infinita misericordia de Dios y la importancia del perdón.

La segunda palabra, dirigida al criminal arrepentido que estaba crucificado junto a él, proclama la promesa del paraíso: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Esta declaración enseña sobre la gracia redentora y el poder transformador del arrepentimiento sincero.

La tercera palabra es el cuidado filial de Jesús por su madre, María, y su discípulo amado, Juan: “Mujer, ahí tienes a tu hijo… Ahí tienes a tu madre”. Es un acto de amor, Jesús nos muestra la importancia de las relaciones familiares y la responsabilidad mutua.

La cuarta palabra, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, refleja el sufrimiento y la angustia de Jesús en su momento más oscuro. Esta expresión de desesperación invita a reflexionar sobre el significado del sufrimiento y la confianza en la voluntad divina.

La quinta palabra, “Tengo sed”, recuerda la humanidad de Jesús y su identificación con el sufrimiento humano en todas sus formas. Esta declaración desafía a reconocer y responder a las necesidades de los demás con compasión y solidaridad.

La sexta palabra, “Todo se ha consumado”, es un grito de victoria que proclama el cumplimiento de la obra redentora de Cristo en la cruz. Esta palabra inspira a vivir con esperanza y confianza en la promesa de la salvación.

Finalmente, la séptima palabra, “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, es una entrega total a la voluntad divina y un acto de confianza absoluta en el amor y la providencia de Dios.

ebv

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