México

Usted, ¿qué prefiere hoy, ofrenda o Hallowen?  

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Uno de los temas que destacó en las negociaciones que sostuvieron Estados Unidos y Canadá para firmar un tratado de libre comercio, el cual entro en vigor en el año 1989, fue el de los bienes culturales.

Canadá, parte débil en ese entonces en relación con la presencia aplastante de Estados Unidos con su producción cinematográfica y televisiva, puso el tema en la mesa.

Al final del día, los negociadores encontraron la solución y el Tratado entre ambos países se firmó y entró en vigor, como dije arriba, en 1989.

Hoy, cuando Estados Unidos por declaraciones de su presidente amenaza con retirarse si no obtiene una serie de exigencias que por decir lo menos, deben calificarse de absurdas, sorprende que ni México ni Canadá -al menos públicamente-, hayan planteado la necesidad de modificar lo relativo a los bienes culturales terreno en el cual, Estados Unidos es el ganón para decirlo en término coloquiales.

En algunos países europeos, particular y destacadamente Francia, el tema no les es ajeno; en algunos casos se trata de la defensa de mercados específicos -el cine por ejemplo y la producción editorial- pero en otros, la discusión va más allá de la defensa de un mercado y llega a la defensa de su cultura, su idioma y lo que podríamos llamar como su forma de ver la vida donde estarían incluidas, por ejemplo, las tradiciones.

En México, por desgracia para los defensores de nuestra historia y de nuestras tradiciones, tal parece que el tema no sólo carece de todo interés, sino que un muy buen porcentaje de los mexicanos no tiene la menor idea de qué se trata.

¿Acaso ya olvidamos la crítica de Fidel Castro cuando sentenció que los niños mexicanos conocíamos más de Mickey Mouse que de los héroes patrios? Sin entrar en lo justo o falso de ese juicio, hay que reconocer que en materia de la defensa de un conjunto de elementos que conformarían nuestra cultura, no parece que le concedamos la menor importancia.

Si bien esto que señalo es algo diferente a esa visión tergiversada de lo mexicano (al propalar baratijas como ésa de la unicidad de México la cual, junto con otras similares, sólo han sido instrumentos para la cooptación política y soporte de prácticas corporativistas para someter a grupos sociales amplios con fines claros de control político), hay una realidad que es imposible soslayar.

¿Se ha fijado usted en el proceso de degradación del idioma con la inclusión más, que de anglicismos, de barbarismos formados con base en palabras inglesas que las más de las veces los que las usan desconocen su significado?

¿Ha advertido usted la derrota -por decirlo de alguna manera-, de Los Tres Reyes Magos ante Santa Claus, y de las ofrendas a nuestros muertos por la fiesta de Halloween?

¿Es usted uno de esos millones de padres mexicanos que hacen lo imposible por llevar a sus hijos a Disneyland o Disneyworld sin jamás mostrarles algo de la historia nuestra?

Los párrafos anteriores no son, en modo alguno, una defensa ciega y absurda de nuestra historia ante lo externo; de ninguna manera. Lo que pretendo señalar es algo diferente; En la medida que una sociedad conoce su historia y raíces y también conoce la de otras sociedades, aprende a valorar lo que de positivo se tiene.

Todos los pueblos tienen su historia y tradiciones las cuales les dan la obligada coherencia para sentirse parte de un colectivo, de una nación. Pero esto no significa que uno deba rechazar lo ajeno, lo de otras culturas.

El problema que pienso tenemos en lo que se refiere a los bienes culturales para regresar al principio, es que hemos ido perdiendo poco a poco, sin decirlo y sin sentirlo, ese sentido de pertenencia a este país y, sin sentirlo también, he os caído en una posición de ninguneo y desprecio a lo que somos.

En esto, sin duda, el papel del Estado es fundamental; son sus instituciones las que deberían promover el conocimiento de nuestra historia, de lo que hicieron los que nos precedieron y con esa fortaleza, conocer y valorar lo positivo de otros pueblos y tomar lo que nos fuere útil.

Por lo pronto, no desaproveche la oportunidad de la pachanga de Halloween y eso de las ofrendas, ya lo veremos después.

Por lo pronto, ¡salud!

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