¿Así gobernarían los que vimos en San Lázaro?

Pienso que peor 

La actuación de un grupo de diputados pertenecientes al Partido Morena en San Lázaro -hace unos días, este 1 de septiembre-, obligadamente nos lleva a preguntar y preguntarnos: ¿cómo gobernaría este partido, en el remotísimo caso de que algunos millones de electores mexicanos decidieren abdicar de su capacidad de razonamiento y se convirtieren, para su desgracia y la del país y su desarrollo, en perfectos retrasados mentales y entregaren su voto al propietario de ese partido, en las elecciones del año 2018?

Esta pregunta ya la he hecho en ocasiones anteriores; tres veces cuando Cárdenas El Pequeño fue candidato a la Presidencia de la República en los años 1988, 1994 y el 2000, y en los años 2006 y 2012 cuando, el hoy propietario y cacique omnipotente del Partido Morena, utilizó el membrete del PRD y a su militancia y dirigencia, para intentar satisfacer su desmedida ambición personal la cual, negarlo sería un despropósito, se ha convertido ya en una enfermiza obsesión la cual, muy posiblemente raye ya en la insania.

Hoy sería la sexta vez que la hago y la respuesta, con ligeras variantes, sería prácticamente la misma: Gobernaría como lo que son sus seguidores: oportunistas entregados a alcanzar el poder por el poder mismo para, sin recato alguno, enriquecerse y saquear el erario.

¿Piensa que lo que afirmo, es una mentira más que evidente? Si así pensare, le pediría que imaginare al grupo de cercanos que rodean al cacique pueblerino, propietario absoluto de MORENA, sentados en ésta o aquella Secretaría y en dependencias diversas. De hacerlo, lo menos que haría usted ante tan trágica posibilidad, sería darme la razón.

¿Qué hacer ante tan desastrosa eventualidad? Simple y sencillamente, empezar -desde ya-, a desenmascararlos; a exhibir su corrupción y ambiciones desmedidas.

Al mismo tiempo, exhibir las prácticas caciquiles, propias del más rancio caciquismo feudal del propietario de MORENA, y las conductas serviles de sus más cercanos colaboradores, ¿o cómplices?

De los babeantes seguidores, que sin el menor ánimo crítico aceptan ciegamente las palabras de aquél, poco es lo que habría que esperar salvo, por supuesto, un milagro de dimensión casi guadalupana: que analizaren con cuidado, lo que nos esperaría con una victoria del Mesías Tropical.

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