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Bolsonaro, nuevo presidente de Brasil

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Brasilia.— El controvertido exmilitar y diputado Jair Bolsonaro, elegido presidente de Brasil con el 55 por ciento de los votos, logró por medio de un duro y radical discurso contra el Partido de los Trabajadores (PT) poner fin a década y media de dominio de la izquierda.

Hombre de pocas sonrisas y opiniones extremas para problemas estructurales en Brasil, su discurso ilusionó a una mayoría del electorado que le considera una especie de “salvador de la patria”, pero asustó a la otra mitad del país por sus exabruptos contra minorías y su nostalgia de la dictadura.

“Todos los compromisos asumidos serán cumplidos”, dijo este domingo Bolsonaro en un video transmitido por las redes sociales, tras recibir más de 57 millones de votos, casi 11 millones más que su rival, el socialista Fernando Haddad, en un giro histórico en el gigante sudamericano.

Miles de personas se congregaron en la puerta de su casa, en Río de Janeiro, así como en Sao Paulo y Brasilia, para celebrar la victoria de este hombre que logró provocar un terremoto político en un país hastiado por la corrupción, la inseguridad y la crisis económica.

Con 63 años de edad, nacido en Sao Paulo y padre de diputados que sostienen las mismas ideas de extrema derecha para resolver cuestiones como la desigualdad y la criminalidad, encabezó los sondeos desde que Luiz Inacio Lula da Silva fue inhabilitado a finales de agosto pasado, cuando el exsindicalista lideraba la intención de voto con 40 por ciento.

Afiliado a un partido minúsculo que logró ser el segundo más votado en el primer turno, el Partido Social Liberal (PSL), este capitán de reserva de más de un metro ochenta y cinco centímetros y semblante cerrado, es considerado un “mito” entre sus seguidores, que lo consideran un regenerador de una clase política sin credibilidad por la corrupción.

Sin embargo, sus exabruptos y salidas de tonos misóginas, así como su revisionismo histórico (niega que la colonia portuguesa promoviera la esclavitud a Brasil y rechaza que hubiera una dictadura militar tras el golpe de 1964) le han valido etiquetas como la de “fascista” o “racista” que atemorizan a parte de la sociedad y a observadores y políticos extranjeros, que ven en él un retorno a valores de la dictadura.

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Hace apenas dos meses tenía dificultades para tener interlocutores de peso, y los políticos de los partidos tradicionales temían hacerse la foto con este hombre que exaltó torturadores de la dictadura militar (1964-1985), ante la percepción -equivocada- de que no pasaría del 20 por ciento en las encuestas.

Por el contrario, en una campaña en la que por primera vez no hubo donaciones empresariales para candidatos y, por lo tanto, los gastos fueron más moderados, Bolsonaro afianzó por medio de redes sociales su imagen de hombre incorruptible, de orden y tradición, con un discurso centrado en atacar a Lula da Silva y al PT.

El atentado sufrido el 6 de septiembre, que casi le costó la vida, disparó su candidatura entre las clases medias y bajas que aún no le conocían.

Su proyecto político es todavía una verdadera incógnita, pues se ha desdicho en varias cuestiones como la salida de Brasil del Acuerdo de París, pero este domingo apuntó que dará un giro a la política exterior y económica del país.

Tras ser electo, aseguró que “tendrán condiciones de gobernabilidad”, es decir, que logrará que el Legislativo apruebe las reformas estructurales y de corte ultraliberal (reforma del sistema de pensiones, privatizaciones, reducción de funcionarios) que propone.

Vamos juntos a cambiar el destino de Brasil. Sabemos hacia dónde vamos, sabemos a dónde queremos ir”, dijo, antes de prometer convertir el país en “una grande, libre y próspera nación”. (Agencias)

emc

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