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Bonito espectáculo el de Barbosa…

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¿Tendrá un límite la capacidad de nuestros políticos, en lo que se refiere a exhibir su mezquindad y ambición -en algunos casos-, y su frivolidad y desprecio por el respeto de la ley en otros como Miguel Barbosa?

Por lo que hemos visto en los días que corren, pienso que es de tal magnitud su descaro y/o su cinismo, que actúan como si las posiciones políticas a las que llegan fueren cotos privados, o la posición que ostentan una patente de corso (La patente de corso, era un documento entregado por los monarcas de las naciones o los alcaldes de las ciudades, por el cual el propietario de un navío tenía permiso de la autoridad para atacar barcos y poblaciones de naciones enemigas), ya no para lanzarse en cintra de navíos sino para atracar las arcas públicas, o arrasar con las leyes vigentes.

Me refiero, en los párrafos anteriores, al espectáculo que hoy brindan al país, tres senadores; Miguel Barbosa, político menor, encumbrado a posiciones jamás soñadas, gracias a las componendas y arreglos entre los propietarios de eso que algunos ilusos todavía se atreven a llamar partido, y Mario Delgado que en un juego de trapecios ha logrado mantenerse activo y Mariana Gómez del Campo, personaje de presencia mediática casi permanente, más por sus conductas personales que por su papel en el Poder Legislativo.

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Barbosa, pegado muy posiblemente con Kola Loka -pues parece pegarse de locura-, al hueso soñado por no pocos el cual, no se cansa de roer, exhibe una conducta tan cínica, que ha pasado a ser ya, de una comicidad involuntaria.

Su comportamiento es tal, que parece decirles a sus adversarios políticos de su mismo partido, primero muerto, que dejar de roer este hueso.

Delgado y Gómez por otra parte, exhiben un desprecio de la ley que preocupa; ¿esos son los legisladores encargados de elaborar leyes para el mejor desempeño del país en todos aspectos?

¿De dónde han sacado que pueden, en un espectáculo casi circense, clausurar equipo que no les pertenece y es, hasta donde sé, propiedad de una empresa privada?

¿Acaso ésa es la vía para resolver diferendos en un tema que involucra al Gobierno de la CDMX y una empresa privada? ¿Acaso son autoridades competentes para clausurar equipos que hasta donde sé, operan dentro de la ley?

No tengo duda alguna que ambos, en calidad de automovilistas, tengan razones válidas para cuestionar el funcionamiento de esos equipos; sin embargo, pregunto, ¿es ésa la forma jurídicamente correcta que un par de senadores debe utilizar para resolver ese diferendo?

Ahí quedan pues, los sainetes (Obra teatral en uno o más actos, frecuentemente cómica, de ambiente y personajes populares, que se representa como función independiente; Pieza dramática en un acto, de carácter popular y burlesco, que se representaba como intermedio o al final de una función; o Situación o acontecimiento grotescos o ridículos y a veces tragicómicos).

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Para nuestro trío de senadores, las acepciones que más se acomodarían para explicar su conducta serían, sin duda, la segunda y la tercera.

Para agravar lo ya de por sí grave -en lo que se refiere al desempeño y conductas públicas de buena parte de quienes integran las dos Cámaras del Congreso de la Unión-, únicamente me faltaría agregar que esos tres, de los 628, no son los únicos sino una muy pequeña muestra.

¡Pobre México! Así, con estos legisladores, ¿para qué necesitamos al Presidente Trump y sus decisiones?

Ángel Verdugo
@AngelVerdugoB

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