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Condenan violencia “ciega” contra G20
Hamburgo, Alemania.— La canciller alemana, Angela Merkel, condenó este sábado la violencia “ciega y desatada” contra el G20, unos disturbios que atribuyó a elementos “no democráticos” y que enturbian su gestión como líder y la elección de Hamburgo como sede apropiada para la cita de los gobernantes.
“Hemos visto imágenes terribles de personas que no buscan el diálogo, sino destruir”, afirmó la canciller, acompañada del alcalde de la ciudad, Olaf Scholz, y rodeada de miembros de las fuerzas de seguridad implicados en el operativo dispuesto para proteger la cumbre.
Tanto la líder conservadora como el alcalde socialdemócrata agradecieron el trabajo realizado ante “una violencia ciega”, dijo Merkel, emanada de personas que “no pertenecen a la comunidad democrática” y que practican la destrucción “incluso sobre su entorno directo”.
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“Un par de miles de violentos no pueden decidir dónde o cuándo se celebra una cumbre”, sostuvo Scholz, sobre el cual han arreciado las críticas, en progresión parecida al incremento de la violencia, entre acusaciones de no haber evaluado convenientemente los riesgos.
El epicentro de la violencia fue la zona del Schanzenviertel, donde se encuentra la casa ocupada por el colectivo “Rote Flora” -“Flora Roja”- y otros autoproclamados antiimperialistas y donde periódicamente se producen batallas campales entre esos grupos y los antidisturbios.
El primer estallido se produjo el pasado jueves, al mezclarse un millar de encapuchados en una manifestación cuyo título, “Welcome to Hell”, implicaba una declaración de guerra al G20.
La policía -con 19 mil efectivos desplegados para proteger la cumbre- actuó con contundencia, a lo que siguieron críticas de sectores izquierdistas imputándoles una respuesta desproporcionada.
La medianoche del viernes se concentraron por esa misma zona mil 500 manifestantes identificables como violentos, ante los cuales no se actuó tan rápidamente y el barrio llegó a ser un escenario de barricadas ardiendo y comercios saqueados.
El balance de los disturbios, al cierre de la cumbre, era de 200 agentes heridos y 144 detenidos -y el mismo número de arrestados temporalmente-.
La policía registró locales de los antisistema en el Schanzenviertel por sospecharse que ahí se habían preparado los cocteles molotov posteriormente lanzados contra los agentes.
Los afectados no fueron solo los miembros de la Policía, sino todo el barrio, que hoy aparecía como un territorio devastado, mientras algunos se organizaban para adecentar su comercio y otros lamentaban los daños sufridos en sus automóviles.
Merkel anunció que se estudiarán “ayudas” para compensar a las personas afectadas y garantizó que la elección de Hamburgo no fue algo aleatorio, sino que obedeció a la capacidad de la ciudad para albergar a las 36 delegaciones que acudían a la cumbre.
El dispositivo se había preparado “cuidadosamente”, aseguró, y Alemania asumió la presidencia de turno del grupo “muy consciente de su responsabilidad”.
Sus explicaciones y las del alcalde no lograrán fácilmente acallar el malestar ciudadano y las críticas de quienes de antemano juzgaron impracticable celebrar una cumbre de esas características a 300 metros del Schanzelviertel.
Las imágenes de los disturbios eclipsaron, además, la marcha que se desarrolló hoy por Hamburgo, con unos 70.000 manifestantes que ejercieron así su derecho a la crítica pacífica.
La violencia de los radicales es “una bofetada en la cara” para esos ciudadanos, representantes de la sociedad civil, y dispuestos a expresar su “legítima discrepancia” con el G20, dijo Merkel.
La marcha había sido convocada por grupos izquierdistas, ecopacifistas, el movimiento antiglobalización ATTAC, colectivos de inmigrantes y de la comunidad LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales), entre muchos otros.
Su manifestación se inició en tono festivo, entre grupos de mujeres kurdas bailando, banderas con el arco iris, inmigrantes turcos denunciando las violaciones a la libertad de prensa en su país de origen y pancartas de rechazo al G20, con caricaturas de sus líderes.
Su lema central era “Solidaridad sin fronteras” y pretendía ser la respuesta pacífica tanto a los disturbios del Schanzenwiertel como a los objetivos o algunos de los líderes que integran el G20, el grupo de las potencias industriales y los emergentes.
JAHA