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¿Desearle un feliz año 2017? ¿No le parecería una burla, dado lo que vemos y enfrentaremos?

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Entiendo y acepto que las más de las veces, en estas fechas, son la típica cortesía que aceptamos como algo ineludible decir: ¡Feliz Año! ¡Te deseo lo mejor!, y expresiones por el estilo.

¿Qué siente usted cuando las escucha, frente a la realidad laboral que enfrenta, por ejemplo? ¿No siente cierta molestia cuando le desean lo mejor, y lleva 12 o 18 meses tratando de reincorporarse a un trabajo con la disposición, incluso, de ganar menos de su antiguo salario con tal de darle a los suyos el servicio médico?

Le confieso no ser muy afecto a ese tipo de cortesías; más aún, cuando sé de la difícil situación que enfrenta aquél al que le expreso mis mejores deseos que no pasan de ser, en la casi totalidad de los casos, palabras que chocan frente a una dolorosa realidad.

Sin embargo, por encima de estas y otras realidades más dolorosas aún, hemos construido un andamiaje social donde, las cortesías sin sentido práctico, y en no pocas ocasiones sin el sentimiento sincero que debería acompañarlas, cada diciembre nos sentimos empujados repetirlas a pesar de que, como es mi caso, cada año me cuesta más trabajo decirlas.

Hoy, la confusión generada por funcionarios ineptos en esto de comunicar, o cínicos que ante la realidad ofensiva de decenas de millones prefieren repetir el lugar común que molesta: Los aumentos de los precios de las gasolinas y el diésel, no afectarán el nivel de la inflación esperada para el año próximo, debería llevarnos a evaluar la justeza de repetir -sin el deseo sincero que debería acompañarlas-, todas aquellas expresiones carentes de afecto alguno y de toda sinceridad. Y esto sería válido para los particulares como nosotros y, más aún, para los funcionarios que con tal de quedar bien con su Jefe, que anda por ahí jugando golf, más preocupado por el Par de Campo, que por la bitachera alborotada, provocado esto por sus ineptos funcionarios.

¿Por qué no pues pensar en el tema para estar listos allá por los primeros días de diciembre del año 2017?

Por lo demás, espero que, dada la incapacidad en materia de comunicación de un número no menor de altos funcionarios de Hacienda, ellos mismos -sin la menor presión-, enmudezcan estos días, y no nos confundan más. Sí, Señor Secretario de Hacienda; sí, Señor Subsecretario Mesmacher: ¿No tienen qué hacer allá en su casa? ¿Ayudar en la preparación de la cena del 31? ¿Ayudar con los chamacos?  Por favor, díganme: ¿No se cansan de decir tantas tonterías y mentiras, sin control alguno?

El galimatías de la supuesta liberación de precios de gasolinas y diésel, está más enredado que una bola de queso de Oaxaca. Así pues, cállense para que nosotros, sin sus confusas, perniciosas e interesadas intervenciones que buscan defender lo indefendible, no nos confundan más.

Déjennos solos; es posible que, sin sus intervenciones, entendamos mejor y más rápidamente de qué se trata todo esto. De hacerlo créanme, no saldrán ustedes bien parados, pues han dicho muchas tonterías.

Por otra parte, seguro estoy, usted que me lee tiene amigos verdaderos, y familiares -cercanos y lejanos- a los que en verdad aprecia, profunda y sinceramente; a todos ellos, hágales saber de sus sentimientos y dígales, que en caso de una necesidad, ahí estará usted para darles una mano.

Nos vemos aquí, otra vez, el lunes 2 de enero del nuevo año. Ya son cuatro y empezaría, con usted, el quinto.

malco

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