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El cochinero del futbol mexicano

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Futbol mexicano 

Tal Cual

Inmerso en escándalos de defraudación fiscal, de presunto amaño o arreglos de partidos que estaría investigando la FIFA,  sin ninguna autoridad que los meta al orden en el tema de la inseguridad y violencia en los estadios, con historias de corrupción de entrenadores y dueños que cobran por debutar a futbolistas novatos o canteranos, con  escuadras plagadas de extranjeros, nuevamente el futbol mexicano es noticia con el caso del paro laboral de los árbitros ante los arreglos de directivos para evitar sanciones severas a jugadores.

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Un golpe en la mesa de la Federación Mexicana de Futbol (Femexfut) que se rige al margen de las leyes mexicanas. Ellos, los dueños de los equipos profesionales de la Liga MX, los dueños del balón, deciden cuándo vetar o no un estadio, cuándo sancionar a una barra o porra por golpear a aficionados o familias, también acuerdan la venta de bebidas alcohólicas durante los partidos sin que ninguna autoridad federal, estatal o municipal los moleste o sancione.

Tragedias han ocurrido en los últimos años y ningún integrante de la Femexfut o dueño de equipo fue sancionado por negligencia en el manejo de los estadios, por pagarles a las barras para asistir a los partidos y provocar violencia o por ser ellos mismos causantes de amenazas, intimidaciones. Son prácticamente una casta de empresarios con fuero en México.

La más grave en México ocurrió en  1985 en una final América-Pumas en el Estadio de Ciudad Universitaria, con un saldo de 11 muertos y 60 heridos. Los peritajes indicaron que el motivo fue el sobrecupo ya que el aforo del lugar es de 68 mil e ingresaron 90 mil. Sanciones menores. Ninguno de los directivos del equipo universitario, ni de la Femexfut fue llamado a declarar y mucho menos sancionado.

Del 2006 a la fecha al menos una decena de asistentes a los estadios mexicanos han resultado heridos sólo con petardos. Un joven perdió un ojo en noviembre del 2012 en un partido León-Cruz Azul. En noviembre del 2010 tres jóvenes aficionados fueron heridos con petardos en un juego América contra Santos en el Estadio Azteca.

Las batallas campales en tribunas de  estadios de prácticamente todo el país se repiten ante la pasividad y complacencia de los dueños de los equipos que patrocinan a sus barras para viajen a los estadios donde juegan sus escuadras. Cuando hay tragedias, todos se lamentan, se lavan las manos y señalan que no son culpables. El negocio sigue intacto.

Dueños de equipos como el Veracruz, por cierto, diputado federal del PRI, Fidel Kuri Grajales, , puede amenazar periodistas o agredir e intentar golpear a Edgardo Codesal, jefe del área técnica de la Comisión de Árbitros. No pasa nada.

Apenas hace unas semanas el director técnico de Los Tigres, Ricardo Ferreti, en un partido contra el Veracruz en el Estadio Luis “Pirata” Fuentes, agredió a un policía. Después se han dado diversos casos de violencia contra árbitros que derivaron en una tibia Femexfut que sólo sancionara con 10 partidos al defensa del América, Pablo Aguilar y al del Toluca, Enrique Triverio, con 10 juegos.

Todo ello en medio de presiones de dueños de equipos como el del América, Ricardo Peláez, quien encaró al árbitro Fernando Hernández al final del partido en el Estadio Caliente de Tijuana para reclamarle su actuación. No son casos aislados este tipo de empujones, cabezazos, insultos y mentadas de madre hacia los silbantes en México. Sólo que ahora hizo crisis por el contubernio de la Femexfut para proteger el negocio de los clubes y suspender sólo con algunos partidos a los agresores.

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El futbol mexicano es tierra sin ley. La Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) que encabeza Alfredo Castillo argumenta que como la Femexfut no recibe dinero público no es de su incumbencia lo que ahí ocurre.

Una reforma a la Ley General de Cultura Física y Deporte, en 2014, que fue tan alabada por senadores y diputados federales como el marco legal que erradicaría la violencia de los estadios e inhibiría la actuación de las barras, es letra muerta.

Como letra muerta es el tema de la fiscalización de los llamados “dobles contratos” a futbolistas mexicanos y extranjeros, donde equipos como Cruz Azul fijan un sueldo en nómina que es reportado al SAT y por fuera, con un contrato aparte, le pagan la mayor parte de sus percepciones. Todo ello ante la pasividad de las autoridades de la SHCP.

El paro de los árbitros es justificable. Es un reflejo de la falta de respeto a las autoridades en el país frente al poder del influyentismo, del dinero. Pero sólo es una parte del chochinero que existe en la Femexfut y en el futbol mexicano de la llamada Liga MX que lo único que no hace es jugar limpio.  Tal Cual.

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agch

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