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¿Estamos preparados para la post-verdad?

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Por primera vez, México tendrá una larga carrera electoral hacia el 2018 con un nuevo elemento a considerar en el horizonte: la post-verdad. Es cierto que las fronteras de la verdad, las promesas y las mentiras no son nuevas para los políticos y los ciudadanos pero, a diferencia del pasado, hoy muchas de las estrategias y campañas políticas estarán aderezadas con este juego perverso que se condensan en las expresiones que la administración Trump ha hecho virales: fake news (noticias falsas) y alternative facts (hechos alternativos).

Decir que los políticos mienten es claramente una obviedad, todos tienen que hacerlo y valorar cuánto de ello les supone un riesgo controlable o no. Politifacts, una empresa norteamericana dedicada a verificar los hechos que los políticos dicen en discursos ha asegurado, por ejemplo, que durante sus dos periodos presidenciales Barack Obama promedió un 25% de mentiras en sus declaraciones. Esa misma empresa aseguró que, durante su campaña, Donald Trump alcanzó en sus discursos hasta un 70% de afirmaciones con premisas falsas.

Cuando sus opositores y algunos medios de comunicación criticaron al magnate por estos alarmantes números, él y su equipo reviraron la acusación y señalaron que los medios hacían ‘noticias falsas’ y que, por el contrario, sólo ellos podían confirmar ‘hechos alternativos’.

Es decir, Trump no sólo calculó que el riesgo en su campaña era mucho menor que el daño que podría causar el mantener un discurso de hasta 70% de mentiras; sino que, cuando fue cuestionado, utilizó la mentira como plataforma para revirar las acusaciones.

Así ganó la presidencia de los Estados Unidos. Y ahora, no son pocos los aspirantes presidenciales (en México y el mundo) que quieren ser “el Donald Trump inculturado”.

Lo peor, es que muchos medios de comunicación también caen en la trampa: llaman a Greert Wilders “el Donald Trump holandés”; a Marine LePen “la Donald Trump francesa”; etcétera. Es más, dependiendo el perfil de informativo que usted tenga, seguramente se habrá convencido de quien, entre los personajes políticos de México, podría ser “el Donald Trump mexicano”.

En realidad las ‘noticias falsas’ y los ‘hechos alternativos’ funcionan de la siguiente manera: un personaje del ambiente digital publica una opinión sobre su contexto (por ejemplo, “el partido demócrata utiliza millones de votantes ilegales”); el planteamiento lo recogen medios de comunicación ideologizados y lo muestran con cierta objetividad (“Ciudadano denuncia votación ilegal de millones de indocumentados”); la información llega a un líder-tomador de decisiones para quien es útil ese planteamiento (“Mis opositores hacen fraude electoral por los millones de votos ilegales”); al ser un personaje público, la información se disemina globalmente (“Trump denuncia de fraude al partido demócrata por utilizar millones de votos ilegales”). De ese modo, cuando se le pregunta a Trump o a sus asesores de dónde salió la información, basta que busquen en Google “millón de votos ilegales” para verificar que la noticia es real. Sí, la noticia es real; aunque el hecho no haya sido verificado ni argumentado con pruebas.

¿Ha visto las noticias donde Andrés Manuel López Obrador le grita ‘¡cállate!’ a uno de los padres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa? ¿Qué me dice del famoso pacto entre el presidente del PAN y Peña Nieto para evitar que López Obrador llegue a Los Pinos? ¿Y de los miles de pesos que la fundación de la excandidata presidencial, Vázquez Mota, recibió del gobierno federal?

Seguro tiene su postura frente a cada una de ellas, alguna más o menos favorable, lo que es un hecho es que este tipo de informaciones se multiplicará en los próximos 12 meses. Los asesores de los políticos ya analizan qué tipo de historia quieren vender de ellos y de sus oponentes.

En el fondo, el problema no es de la clase política o sus mercadólogos; como dije, ellos calcularán cuántas mentiras y de qué tipo podrán decir sin despeinarse o sin desplomarse en las encuestas. La responsabilidad recae en las audiencias y en el potencial electorado.

Esto lo comprendió Politifacts en Estados Unidos o el ‘Décodex’ de Le Monde donde las audiencias pueden verificar el nivel de confianza de los medios e informativos de donde provienen ‘los hechos’ porque lo siguiente es una realidad: La comprobación de los datos es de las pocas respuestas que tenemos contra el discurso político que usa y abusa de la mentira, incluso nos previene de un lavado de cerebro.

Lo grave del asunto es que aún ningún medio mexicano ha comenzado a trabajar en la comprobación de datos y hechos. Así que ahí hay un riesgo que nos puede estallar en la cara.
Como dije, no es algo nuevo, pero deberá tenerlo muy presente en este trepidar electoral que ya ha tomado camino porque quizá mucho de lo que usted ya está viendo o leyendo, sea básicamente una mentira bien armada.

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@monroyfelipe

ebv

 

 

 

 

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