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Francisco Despide A Su Predecesor: ‘Benedicto, Fiel Amigo Del Esposo, Que Tu Gozo Sea Perfecto Al Oír Su Voz’
“Apacentar quiere decir amar, y amar quiere decir también estar dispuestos a sufrir”
Roma.— Con cuatro referencias a los textos pontificios de Benedicto XVI y una sencilla petición para que, tras el tránsito de su vida, Joseph Ratzinger alcance un “gozo perfecto al oír definitivamente y para siempre la voz de Dios”, el papa Francisco leyó una breve homilía en la que destacó el difícil ministerio del pastor en cuyas manos se condensan las gracias, las bondades y los sacrificios de un servicio de guía en la fe al pueblo de Dios.
En punto de las 8:50 de la mañana, tiempo de Roma, salió el féretro del papa emérito Benedicto XVI por las puertas de la Basílica de San Pedro para ser colocado al pie del altar donde se celebraron las misas exequiales por el tránsito con un rotundo aplauso de los fieles asistentes.
La ceremonia comenzó con el rezo del Santo Rosario de los misterios dolorosos seguido por los asistentes entre los que destacaron algunos representantes de autoridades civiles junto a los cuales se encontró George Gänswein, secretario y asistente personal de Joseph Ratzinger desde 2003. En el extremo opuesto, cardenales y obispos de la Curia Romana y de varias partes del mundo, junto a representantes de las Iglesias ortodoxas y católicas orientales concelebraron la Misa de exequias.
Cuando el féretro de Benedicto XVI fue colocado al pie del altar, Gänswein colocó el libro de los evangelios sobre el cajón de madera y lo besó.
El papa Francisco ingresó a la Plaza de San Pedro en silla de ruedas y presidió los ritos exequiales mientras el decano del Colegio de cardenales, Giovanni Battista Re, realizó la celebración ante el altar.
Durante la oración colecta de los fieles, se rezó por el alma de Benedicto XVI: “Dios, que en el designio de tu Providencia has llamado a guiar a la Iglesia a tu siervo Benedicto, permítele participar en el Cielo de la Gloria Eterna de Tu Hijo a quien él ha servido como su vicario en la tierra”; el pontífice emérito fue nuevamente mencionado en la oración sobre las ofrendas: “Mira con bondad, Señor, los dones de la Iglesia en oración y por la potencia de este sacrificio concede a tu siervo Benedicto, al que has puesto como guía de tu rebaño como sumo pastor, de ser recibido en el cielo entre los obispos santos”.
El papa Francisco ha pronunciado una homilía breve para despedir a su predecesor: “Benedicto, fiel amigo del Esposo, que tu gozo sea perfecto al oír definitivamente y para siempre su voz”, dijo.
Francisco hizo además una reflexión sobre las últimas palabras de Jesús en la cruz antes de dar su último suspiro (“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”) y centró su exégesis sobre las manos “de unción y bendición que lo impulsaron a entregarse también en las manos de sus hermanos… cargando sobre sus hombros todas las consecuencias y dificultades del Evangelio, hasta ver sus manos llagadas por amor”.
El pontífice Bergoglio habló sobre las dificultades a las que se enfrenta el servicio de un pastor de almas y afirmó que sólo la “entrega orante… se forja y acrisola silenciosamente entre las encrucijadas y contradicciones que el pastor debe afrontar y la confiada invitación a apacentar el rebaño”.
“Apacentar quiere decir amar, y amar quiere decir también estar dispuestos a sufrir. Amar significa dar el verdadero bien a las ovejas, el alimento de la verdad de Dios, de la palabra de Dios; el alimento de su presencia”, citó el pontífice a su predecesor Benedicto XVI.
Finalmente, Francisco reconoció que “también nosotros, aferrados a las últimas palabras del Señor y al testimonio que marcó su vida, queremos, como comunidad eclesial, seguir sus huellas y confiar a nuestro hermano en las manos del Padre: que estas manos de misericordia encuentren su lámpara encendida con el aceite del Evangelio, que él esparció y testimonió durante su vida”.
Al concluir su homilía ante el ataúd de Joseph Ratzinger, Francisco dijo: “Como las mujeres del Evangelio en el sepulcro, estamos aquí con el perfume de la gratitud y el ungüento de la esperanza para demostrarle, una vez más, ese amor que no se pierde; queremos hacerlo con la misma unción, sabiduría, delicadeza y entrega que él supo esparcir a lo largo de los años. Queremos decir juntos: Padre, en tus manos encomendamos su espíritu”.
Entre los asistentes en la Plaza de San Pedro destacaron los ministros ordenados, obispos, sacerdotes y seminaristas, los agentes pastorales a los que Benedicto XVI dedicó buena parte de sus esfuerzos como pontífice, especialmente con la declaración del año santo sacerdotal entre 2009 y 2010.
Los funerales del pontífice emérito concluyeron con la lectura de la ‘Ultima commendatio et valedictio’ que es una plegaria que encomienda el alma de Benedicto XVI y suplica al Señor la resurrección al final de los tiempos; así como la última incensación y asperción con agua bendita del féretro del Papa Ratzinger antes de ser depositado en la cripta pontificia donde originalmente fue sepultado Juan Pablo II cuyos restos fueron trasladados a una capilla petrina para su veneración desde su beatificación.
Información de VCNoticias
JAHA