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Lo digo una vez más: Nuestros grandes problemas estructurales, ahí siguen

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En un descuido, podrían agravarse

¿Seguirá esto de manera indefinida? ¿Vamos a estar a la espera de la nueva ocurrencia del Presidente Trump, para definir qué hacer?

¿Cuánto tiempo puede mantenerse una gobernación así? ¿Tanto la de aquél como la de éste?

¿En qué momento los ciudadanos de allá y los de aquí, van a regresar a lo que nos corresponde, enfrentar los problemas cotidianos y resolverlos? ¿Cuándo, ambos gobernantes y sus equipos se dedicarán, con la obligada seriedad, a realizar las funciones para las cuales fueron elegidos los primeros, y designados los segundos?

Lo que a la fecha hemos visto, como consecuencia de las decisiones descabelladas del Presidente Trump las cuales, debemos decirlo, de acuerdo con su sistema jurídico tiene facultades para tomar, es que a no pocos que creímos desaparecidos, les han servido para salir del sarcófago y obtener algunos minutos en los noticiarios.

El oportunismo político en todo su esplendor, ha revivido hasta llegar al ridículo; no pocos se montan en la ola mediática y ante cualquier cámara o grabadora, sueltan el lugar común y los viejos clichés, para lograr también unos instantes de fama.

¿Cuándo nos daremos cuenta de que los problemas estructurales ahí siguen y seguirán, muy posiblemente más complejos y más graves que antes?

En modo alguno pretendo siquiera insinuar que ignoremos todo lo que dice y hace el Presidente Trump; por el contrario, pienso que es obligado tomarlo en cuenta; sin embargo, esto no significa en modo alguno inmovilizarnos, y vivir a la espera de la siguiente ocurrencia para soltar, o los viejos y desgastados clichés de esa enfermedad que no nos hemos atrevido a dejar en el cuarto de los tiliches: nuestro antinorteamericanismo.

Nos seduce repetir los lugares comunes que tanto seducen a los políticamente correctos, pero que en modo alguno son un llamado a acciones concretas y productivas políticamente hablando.

Eso es lo que nos caracteriza: Mucha palabrería, mucho meme y siempre la procacidad lista para soltarla a la menor provocación, sin modificar un milímetro nuestras conductas las cuales, ¿cuándo lo reconoceremos y actuaremos en consecuencia, para eliminarlas?, siguen marcando nuestra visión de la cosa pública.

¿Cuánto durará esta euforia patriotera? ¿Cuánto más dejaremos de lado lo que realmente nos afecta -en lo que se refiere al crecimiento de la economía, la corrupción que campea sin control, la inexistencia de un Estado de derecho y el respeto de los derechos privados de propiedad-, para seguir embelesados con este espectáculo mediático que nos embrutece?

¿Es posible pues, dejar de hacer indefinidamente lo que a cada uno corresponde en la sociedad, para convertirnos en la caja de resonancia de las ocurrencias o las decisiones que tome el Presidente Trump y sus funcionarios?

En sistemas como el nuestro, los ciudadanos delegamos en los gobernantes que elegimos y en los legisladores también elegidos por nosotros, para que enfrenten las amenazas como las que hoy vemos, sin dejar de hacer lo que nos corresponde.

Que cada uno, dentro del ámbito en el que nos desenvolvemos, cumpla con su tarea y, si en verdad quisiéremos fortalecer a nuestro país para sortear dificultades como las que hoy provienen del gobierno del Presidente Trump, dejemos de seguir haciendo lo que por decenios fuimos enseñados a hacer para sobrevivir: violar la ley, hacer trampas, no cumplir con nuestras obligaciones legales y sobre todo, empecemos a respetar la ley.

Lo demás, ganas de obtener unos minutos la potente luz del reflector que, además de deslumbrarnos hasta hacer imposible ver, nos hace perder la objetividad y la cordura.

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