Nuestros banqueros, ¿también expertos en ciencia política?  

No cabe duda que no somos un país serio. Trataré de explicarme.

Lo de moda en los espacios de la gobernación y del análisis político es, sin duda, la pugna entre la visión populista de la gobernación y la que propugna por la libertad en su sentido más amplio.

Si bien la definición de ambas visiones es algo difícil, que ocupa desde hace años a los especialistas de la ciencia política, hoy las cosas parecen haber dado un giro de 180°.

Esto último, al menos en México.

En los centros de investigación, no pocos de los sedicentes investigadores que ahí cobran, a veces abiertamente y otras de manera vergonzante, defienden y promueven la visión populista de la gobernación y, repito, en el caso de México, a su exponente más connotado: López.

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Esto último no significa en modo alguno, que él sea el único populista; aquí tenemos de esos para dar y tirar. No olvide que, en materia de populismo, tenemos una historia larga.

El gran populista, ídolo en esa forma de gobernar para sus sucesores, fue Lázaro Cárdenas sin olvidar, que tanto Echeverría como López Portillo no interpretan mal las canciones vernáculas o dicho de otra manera, no cantan mal las rancheras. ¿Y dónde poner a Carlos Salinas y a Vicente Fox?

Podría afirmar sin temor al equívoco, que a los políticos mexicanos se les da, de manera natural y facilita, el actuar y pensar populista. En esto pues, nadie está a salvo.

Sin embargo, hoy, estamos ante lo que coloquialmente puede resumirse con este dicho: El burro hablando de orejas. Dicho de otra manera, los grandes populistas, en peligro de morderse la lengua, han empezado a orquestar una campaña en contra de la gobernación populista y, en una muestra de cobardía, no se atreven a nombrar el destinatario de sus críticas y señalamientos: López.

Pero hay algo todavía más cómico; ahora resulta que nuestros banqueros se han convertido en especialistas en la ciencia política. Todos parecen saber qué es el populismo; sin embargo, ninguno muestra el menor conocimiento acerca de cómo combatirlo.

La verdad, ¡vaya contradicción!, los banqueros que deberían estar hablando de crédito, tasas de interés, bancarización y demás conceptos relacionados con lo que es su tarea central en la economía, de manera populista hablan en contra del populismo.

Y lo peor, lo hacen ante el populista mayor.

¿Por qué mejor, en vez de andar con desfiguros aparentemente teorizantes, no se dedican, uno, a gobernar bien y los otros, a profundizar en la tarea que les es consustancial: el crédito?

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Este México nuestro, parece ir al revés de lo que debería ser. López se cuida solo; es un hombre limitado intelectualmente, demagogo y con síntomas de una insania que parece avanzar sistemática y permanentemente.

Para combatirlo, ¿por qué no tomar las decisiones correctas y urgentes en materia de políticas públicas, que socaven y combatan verdadera y efectivamente el populismo? ¿Acaso no lo hacen porque perderían privilegios mil?

Si piensan, banqueros y burócratas junto con sus panegiristas oficiales y oficiosos, que así se combate el populismo, se toparán en pocos meses con una sorpresa muy desagradable.

Lo demás, literatura y demagogia, burda y barata.

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