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País de barbosadas

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Tal Cual/ Cuando el Presidente de un país niega la realidad, asegura que la crisis que viven sus habitantes es mental y no concuerda con la realidad, ello a pesar de los miles de homicidios en los últimos cinco años, el aumento de la inseguridad, de los secuestros, desapariciones, el hallazgo de fosas clandestinas a los largo y ancho del país, sin mencionar el incremento de la pobreza, algo grave está pasando y los únicos que no lo ven o hacen que no existe es la clase política gobernante.

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Y no habló sólo de lo dicho por el presidente Enrique Peña cuando hace unos días ante militares apuntó: “Quienes les digan que vivimos en un país que está en crisis. Crisis es, seguramente, lo que pueden tener en sus mentes, porque no es lo que está pasando. Honestamente somos un país que en un entorno complejo, sí hemos venido creciendo. Hoy tenemos empleo, cuando hay crisis no hay empleo, hay desempleo”.

De acuerdo al Coneval casi la mitad de población, es decir más de 56 millones de mexicanos,  viven en situación de pobreza. Por cierto, dos millones de nuevos pobres en lo que va del actual sexenio. Con 80.04 pesos diarios (3.2 dólares) México tiene el triste mérito de ser  uno de los países de América Latina con el salario mínimo más bajo. Claro, la crisis es mental para esos millones de paisanos que sobreviven con migajas, ya sin mencionar el tema de la inseguridad y la violencia.

Pero es toda la clase política con sus respectivas parcelas de poder. En el Senado, el ex coordinador del PRD, Luis Miguel Barbosa Huerta, peleando por el botín del presupuesto que tuvo cinco años, cuando  acompañó al presidente Enrique Peña en sus viajes internacionales y en ese entonces era una izquierda “confiable” como el mismo se definió, apoyó en su momento al gobernador de Puebla, Rafael Moreno y ahora es el más recalcitrante defensor de Andrés Manuel López Obrador.

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En sus propias palabras Luis Miguel Barbosa, cuando fue presidente del Senado,  el PRD era una fuerza política “confiable” y sobre la asistencia actos públicos invitado por el Presidente de la República apuntó “iré a todos”. Y fue cierto, lo vimos en periplos por prácticamente todos los continentes, arropando a Peña, apareciendo siempre sonriente, cómodo, junto al titular del Ejecutivo Federal lo mismo en el Palacio de Buckingham que en naciones sudamericanas.

“Ya le encontré el modo” para realizar estas giras programadas ya que “voy en viaje privado y hago agenda pública”, dijo Barbosa cuando era presidente de la Mesa Directiva del Senado y se le cuestionó sobre su proclividad a los periplos con cargo al erario público.

De López Obrador, por quien hoy se rasga las vestiduras, Barbosa dijo en junio del 2015 que el tabasqueño era un “soberbio” y “nadie le va a rogar a Andrés Manuel”, ya que “con el liderazgo dogmático de Morena, que no representa la visión del pensamiento moderno y progresista, no podemos ir ni a la esquina”.

Hoy no sólo va a la esquina. Cuando ya no se disfruta del oropel y las alfombras rojas de las giras presidenciales, cuando ya fuiste una “izquierda confiable” para apoyar muchas de las reformas del llamado “Pacto por México” que impulsó el actual gobierno federal, de pronto reculas hacia el candidato opositor con mayor rating electoral en este momento, agarras los pendones y matracas de Morena y de López Obrador para convertirte en su mayor aplaudidor. No cabe duda, somos un país de barbosadas, sin memoria, donde la clase política gobernante nos dice que la crisis sólo vive en nuestra imaginación y donde todos se acomodan por un hueso o una candidatura. Tal Cual.

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