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¿Piensa usted, de cuando en cuando, en el futuro que le esperaría, de no construirse una pensión digna?
Ayer, aquí mismo, comenté con ustedes algunos puntos muy generales acerca del Sistema de Ahorro Individual que como sabe usted, llamamos coloquialmente: “las afores”.
Hoy, si me permite el abuso, continúo con el tema, desde una perspectiva un poco diferente. Veamos.
Una de las cosas que lamento, de los años sesenta del siglo pasado cuando me incorporé al mercado laboral, es que nadie me informó que no era inmortal y por supuesto, que llegaría el momento en el cual ya no podría trabajar.
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Nadie pues me informó que, si no quería dar lástima al fin de mi vida laboral, debía pensar en mi pensión y en el servicio médico que un viejo achacoso requeriría.
Cientos de miles de jóvenes -por no decir millones-, de quienes nos incorporamos al mercado laboral por esos mismos años o los anteriores, jamás fuimos informados en que debíamos pensar en esa etapa de nuestras vidas que es el futuro.
Después de 40 o más años de trabajo, cuando las facultades merman y el fin se acerca de manera acelerada, nos vemos sin pensión y sin el servicio médico asegurado. Es ahí, inermes ante una dolorosa realidad, que por primera vez pensamos en lo que debimos haber hecho 30 o 35 años antes: Preparar nuestra salida del mercado laboral, y vivir los años que nos restaren de vida, de manera digna, modesta con seguridad, pero digna.
De esos cientos de miles o millones de jóvenes, que llenos de ilusiones llegamos al Politécnico -o a alguna otra institución de educación superior-, muchos padecemos ese error de juventud: Jamás haber pensado en el futuro, y en la obligada pensión.
Hoy, 40 o 50 años después, veo con tristeza que los jóvenes que están a punto de ingresar al mercado laboral, tampoco piensan en su futuro. Creen -sí; creen cual si fuere acto de fe-, que el gobierno estará ahí a su lado para darles todo, un sueldo vitalicio y un servicio médico presto a atender sus males o limitaciones y enfermedades.
La realidad es otra. Hoy, el futuro hay que construírselo cada uno. El camino: la formalidad; el instrumento: el ahorro.
Créame por favor, entre más pronto empiece a ahorrar y más ahorre, mejor pensión va a construirse.
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Además, si después de 4o años ininterrumpidos de trabajar -en la formalidad-, jamás ahorró para elevar el porcentaje actual del 6.5% de su salario, se encontrará que, si el último salario devengado fuere $15,000.00 (Por dar un ejemplo fácil de entender), su pensión sería del orden de los $4,000.00.
Por otra parte, si quisiere obtener una pensión, por ejemplo, de $9,000.00, es decir, el 60% de su último salario, debería aportar mes a mes durante 40 años, el 22% de su salario bruto y, le aclaro, que esto tendría una probabilidad del 90%.
Como puede darse cuenta, esto del futuro y la pensión, no es algo fácil.
¿Me entiende ahora cuando digo, que Una de las cosas que lamento, de los años sesenta del siglo pasado cuando me incorporé al mercado laboral, es que nadie me informó que no era inmortal y por supuesto, que llegaría el momento en el cual ya no podría trabajar?
Por favor, para que no vea en la situación que hoy enfrentamos quienes llenos de ilusiones nos incorporamos al mercado laboral en los años sesenta del siglo pasado, empiece a ahorrar lo necesario para construirse una pensión digna.