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Renuncia secretario de Comunicación del Vaticano

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Ciudad del Vaticano.— El prefecto de la Secretaría de Comunicación del Vaticano, Darío Edoardo Viganò,  renunció a su cargo para no obstaculizar las reformas de comunicación de la Santa Sede tras el escándalo por hacer pública parcialmente una carta con la intención de matizar críticas al Papa Francisco.

La dimisión llega después de la polémica causada por la publicación parcial de una misiva del Papa emérito, Benedicto XVI, en que elogiaba la formación teológica de Francisco. Posteriormente, salió a la luz que el texto original de la carta del Papa emérito contenía otro párrafo que no fue ni publicado ni leído por Viganò.

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“En estos últimos días se levantaron muchas polémicas sobre mi actuación que, más allá de las intenciones, desestabiliza el complejo y gran trabajo de reforma que usted me ha confiado en junio de 2015 y que ve ahora, gracias a la contribución de muchísimas personas a partir del mío personal, cumplir su tramo final”, escribió el Viganò en una carta, fechada el lunes 19 de marzo.

El Vaticano publicó una misiva del Papa Francisco en la que acepta la dimisión de Viganó. En ella, el Pontífice le pide que se quede como asesor de en la Secretaría de la Comunicación “para dar su contribución humana y profesional” a su sucesor.

El ahora exprefecto del Vaticano, había sido nombrado para guiar la nueva Secretaría de Comunicación del Vaticano, una de las grandes reformas que ha querido implementar el Papa para unir a todos los medios informativos con los que cuenta la Santa Sede, originó una de las peores crisis mediáticas del actual pontificado.

La polémica estalló en vísperas del quinto aniversario del pontificado de Francisco durante la presentación de la colección de libros ‘La Teología del Papa Francisco’, Viganó leyó ante los medios de comunicación una carta escrita por Benedicto XVI en la que defendía al Pontífice argentino del “necio prejuicio” de quienes lo consideran carente de formación teológica y a él solamente un “teórico de la teología”.

“Celebro esta iniciativa que quiere oponerse y reaccionar al necio prejuicio -escribió Benedicto XVII- según el cual el Papa Francisco sería sólo un hombre práctico, que carece de particular formación teológica o filosófica, al tiempo que yo habría sido únicamente un teórico de la teología, que hubiera comprendido poco sobre la vida concreta de un cristiano de hoy”.

La controversia surgió cuando más tarde se descubrió que el comunicado oficial de la Secretaría para la Comunicación que difundió las palabras escritas de Benedicto XVI omitió el último párrafo de la carta en el que Ratzinger reconocía que “por razones físicas” no había leído los libros dedicados a la teología de su sucesor.

La secretaría de Comunicación solo hizo públicos algunos párrafos, acompañados de una fotografía que mostraba la primera página de la epístola -con la última parte desenfocada-, mientras que la segunda página estaba oculta por unos libros.

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Ello provocó acusaciones por parte de una parte de la prensa y áreas conservadoras de “manipulación”, “censura” o “falta de ética” y acusaban directamente a la gestión del caso por parte de la Secretaria de Comunicación.

El escándalo fue bautizado “letteragate” (cartagate) en la Curia romana, considerado el peor resbalón de la actual estructura comunicativa del Vaticano, reformada por voluntad de Francisco en un proceso tortuoso durado varios años.

Ante la presión, la Secretaría de Comunicación admitió que no publicó entera la carta de Benedicto XVI.

Entre ellos se encontraba el párrafo en el que el Papa emérito declinaba la petición de prologar la obra, ya que tendría que haber leído los volúmenes y, en este momento, no lo permitían sus fuerzas físicas y otros compromisos.

En el resto de la carta Benedicto XVI expresaba su sorpresa porque entre los autores de los libros se encontraba el teólogo Peter Hünermann, teólogo alemán que fue uno de los grandes críticos del Papa Juan Pablo II y de su sucesor Benedicto XVI,  quien “se distinguió por haber liderado iniciativas antipapales”.

Detalles que fueron más que suficientes para que el sector más crítico dentro del Vaticano con las reformas de Francisco aprovechara la ocasión para atacarle y pedir la cabeza de Viganó, acusado de malas prácticas.

AGP

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