Mundo
Su fervor patrio hoy, ¿es menor o mayor que el que sentía cuando era niño?
¿Qué siente hoy, al escuchar o cantar el Himno Nacional?
En el mundo en el cual hoy sobrevivimos -quizás más que vivimos-, ha encontrado acomodo una visión endógena -La que ve hacia adentro-acompañada, en no pocos países y regiones, de una violencia terrorista irracional a todas luces la cual, además de ser ejercida en contra de los infieles -Todos los que no aceptemos lo que ellos piensan-, pero también en contra de los que habitan en esos territorios a los cuales, no obstante compartir su visión, les dicen con la ametralladora en una mano y el Corán en la otra, que vienen a salvarlos.
Los nacionalismos, parecen haber cobrado bríos nuevos; en la República Popular China y por supuesto, en la Rusia neo-zarista de Putin, las visiones de dominio hegemónico en lo que consideran su zona natural de influencia, es lo que rige las acciones de ambos gobiernos.
En otras regiones del mundo, la xenofobia ha ocupado el lugar de la ahora expulsada tolerancia e inclusión; a veces, este rechazo se justifica con algunas ideas económicas chatas y fuera de época con un claro racismo.
En regiones como la nuestra -América Latina-, las cosas han seguido un proceso curioso, por decir lo menos; hemos ido, para decirlo en términos coloquiales, en reversa. Trataré de explicarme.
Desde hace algunos decenios, quizás a partir del cambio de modelo económico -Uno abierto, por el viejo y ya inútil modelo de economía cerrada-, y de la incorporación a la globalidad, llegó con ellos un torrente de información en el ámbito cultural el cual, ni lo entendimos a cabalidad y, cuando sí lo entendimos, nada hicimos como sociedad para difundir sus beneficios y también, sus peligros.
Entre estos últimos, estaba la pérdida de identidad; este proceso, es algo extendido en el mundo, quizás desde finales de la II Guerra Mundial. Se vio fortalecido, a medida que los países adoptaban la apertura económica y se incorporaban a la globalidad.
Hoy, es fácil comprobarlo, se gesta un mundo uniforme en lo que se refiere a la visión de centenas de millones de jóvenes y niños. Salvo unas cuantas excepciones, el mundo ha entrado de lleno, a un proceso de uniformización cultural.
Esto, ¿es bueno o malo? Pienso que un proceso así, no debe ser visto en términos tan maniqueos, de bueno o malo. ¿Por qué entonces, no tratamos de aprovecharlo, para incorporarnos en las mejores condiciones a la globalidad y así, hacemos que lo ajeno nos sea útil en vez de rechazarlo mecánica e irracionalmente?
En México, no obstante historia y raíces que se remontan en el tiempo, parece que no le damos importancia a ese proceso. Estamos cambiando, lo cual no es malo; sin embargo, al mismo tiempo no conservamos lo que nos da coherencia como sociedad y país.
A veces damos la impresión de querer de manera consciente, tirar por la borda lo que somos. Por favor, no se me mal interprete y me haga aparecer como un xenófobo cultural; muy lejos estoy de ser eso.
Lo que pienso, es que en la medida que conservemos y fortalezcamos lo que somos en lo que se refiere a la parte positiva de nuestra historia y cultura, mejor nos incorporaremos a la globalidad y también, mejor uso haremos de lo nuevo y lo ajeno.
Hoy, por ejemplo, ¿siete usted que es menos patriota que cuando era niño? ¿Qué sentía, cuando en la escuela primaria le hacían honores a la bandera, y cantaba usted el Himno Nacional?
Hoy, al participar en una ceremonia donde nuestra Bandera es izada, y se entona el Himno Nacional, ¿recrea aquel sentimiento de orgullo y honor al ver la Bandera ondear y escuchas las estrofas del Himno con la misma intensidad?
¿Por qué no aprovechar estos dos o tres días, para pensar por unos momentos en esto? ¿Por qué no ver de manera objetiva lo que han hecho otros países, para mantener sus tradiciones y respeto por sus símbolos patrios?
Éstos, no hay que olvidarlo, contribuyen de manera importante a dar la cohesión necesaria a toda sociedad. No dejemos que en México se pierda esto; de no prestarle atención a este proceso de pérdida de identidad, no debería sorprender entonces, que mañana o pasado, decenas de millones de mexicanos tendrían más admiración y respeto por otro país y gobierno.
Entiendo que nuestros gobiernos corrompidos hasta el tuétano, no son el mejor ejemplo de admiración y respeto; pero, son lo que tenemos, y son los que tenemos que cambiar, no reemplazarlo por otro de fuera.
Estos días, seguramente verá usted por televisión o asistirá a ceremonias donde, los símbolos patrios -Himno, Bandera y Héroes- estarán frente a nosotros.
¿Qué sentirá al verlos y escuchar el Himno? ¿Indiferencia u orgullo? Contéstese usted, a la vez que pregunta a los suyos, ¿qué sintieron al ver ondear la Bandera Nacional, y escuchar el Himno Nacional.
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