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¿Y ahora, todos pedirán una audiencia con Meade?

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 ¿Y la Cámara de Diputados, apá?

La insistencia de entrevistarse con el Secretario de Hacienda por parte del Jefe de Gobierno de la CDMX, a nadie sorprendió.

Todo deja ver que el recorte que apareció en el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2017, ya era esperado; quizás no de la magnitud propuesta por el Ejecutivo a los diputados, pero de que sabían que venía un recorte, lo sabían.

¿Cuál fue la reacción inmediata del que quiere y, ¡oh ingenuidad!, piensa que podría ser Presidente de la República?

En vez de reajustar el gasto de una de las estructuras más ineficientes, corrompidas y despilfarradoras del país, la del gobierno de la CDMX, prefirió seguir la ruta del ejidatario, la del fósil en ésta o aquella universidad pública ubicada en la entidad que gobierna: exigirle al gobierno Federal, más recursos para seguir con la borrachera del gasto público desbocado.

A presionar y comportarse como el más indigno de los pedigüeños, a exigirle a Papá Gobierno más dinero para gastar el domingo, en vez de demostrar su capacidad de liderazgo y con el presupuesto que se le asigna en el PEF 2017, demostrar que puede, que es capaz de hacer más con menos.

Va con Meade y sin la sonrisa bonita que dice su señora madre tiene el nuevo Secretario de Hacienda, éste lo batea. ¿Qué obtuvo? ¿Una reunión entre colaboradores de ambos, para encontrar áreas de oportunidad?

Por otra parte, supongamos que una vez que los colaboradores se reúnan y logre el gobierno de la CDMX más recursos y se presente como ganador, como el que las puede y doblega al gobierno Federal, ¿qué sigue? ¿Pedirá más a fines del 2017 para gastarlo él el 2018, o el que deje al frente de la oficina?

¿Qué harán ahora los otros pedigüeños? ¿Seguirán el ejemplo que puso el Jefe de Gobierno de la CDMX? ¿Irán uno a uno a solicitar la audiencia salvadora? ¿Llorarán por mendrugos presupuestales ante el nuevo Secretario de Hacienda? ¿Obtendrán alguna migaja que haya quedado por ahí?

¿Qué lograrán hoy los que piensan que gobiernan sus estados, encabezados por quien sueña ser la dirigente de los restos, de lo que alguna vez quiso ser partido? ¿Los bateará Meade, como hizo con el Jefe de Gobierno de la CDMX?

Otra vez, no importa; ¿por qué? Por algo tan sencillo como lo que enseguida le comento.

Una vez que el Ejecutivo entrega al Congreso de la Unión el Paquete Económico, la obligación de aquél cesa porque, tanto la iniciativa de Ley de Ingresos como el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación le pertenecen ahora, al segundo de aquéllos.

En consecuencia, si quien gobierna una entidad -alguno de los 31 estados de la Federación y la CDMX-, estuviere inconforme con el monto asignado en el Proyecto de Presupuesto, la única instancia a la que debería acudir a solicitar un monto mayor, no sería otra que la Cámara de Diputados.

En consecuencia, si el Secretario de Hacienda modificare -en un sentido o en otro, al alza o a la baja-, los montos definidos en el Proyecto de Presupuesto, pondría en ridículo a los diputados y, además, si estos lo aceptaren, quedarían como empleados serviles del Poder Ejecutivo.

¿Qué hará entonces el nuevo Secretario de Hacienda? Ya lo veremos.

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