¿Y si les dijéremos, antes de que decidan irse, los riesgos a enfrentar en EU si entraren ilegalmente a ese país?

La lista de los oportunistas que han ido a ayudar a los migrantes mexicanos que viven ilegalmente en Estados Unidos desde hace años, y entraron de la misma manera, es más larga que La Cuaresma.

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Nadie quiere perderse la foto; nadie quiere dejar pasar esta oportunidad de demostrar que, a ellos, políticos entregados a servir a los mexicanos donde quiera que se encuentren, sí les importa la suerte de nuestros paisanos que sufren hoy el odio racista, en un país que no se cansa de explotarlos.

Mientras unos regresan, satisfechos de haber cumplido con su deber de defender a los que inermes enfrentan al Imperio, otros preparan maletas para seguir en esa lucha.

¡Qué bello ejemplo de solidaridad y entrega a las mejores causas! No cabe duda que nuestros políticos, están siempre dispuestos a afrontar cualquier riesgo, con tal de defender a un mexicano en desgracia dondequiera que se encuentre.

Sin embargo, no hay que tomar esto último tan a pecho; hay la disposición acudir a Nueva York, Chicago o San Francisco; también, a Los Ángeles y Phoenix y en un descuido también a Denver, Houston y San Antonio.

Por otra parte, de darse el mismo maltrato que hoy les dan en Estados Unidos en Paris, Londres o Madrid, hasta allá irían con tal de demostrar su disposición a defender a quienes son lo mejor de México.

¿Y usted, a qué ciudades estaría dispuesto a ir, con tal de demostrar su solidaridad con los nuestros que están en tierras lejanas? ¿Estaría listo para abordar el avión con rumbo a Toronto o Vancouver en Canadá, a pesar del frío que es normal por aquellos rumbos esta época del año? ¿Tampoco le importaría sufrir las inclemencias de un duro invierno en Viena o Berlín si fuere necesario?

¡Felicidades! Su solidaridad es ejemplar, digna de ser emulada.

Sin embargo, una vez que hemos alabado esa actitud y conducta de no pocos políticos, sean funcionarios, legisladores, dirigentes partidarios y  pre-pre-pre candidatos, valdría la pena que viéremos el tema desde otra óptica. ¿Me acompaña?

¿Por qué nos negamos a aceptar que las leyes que los estadunidenses se han dado, son diferentes a las nuestras en lo que se refiere a la violación de las mismas? ¿Por qué nuestra indignación cuando, en una expresión del derecho que tienen en aquel país de llamar criminal al que comete un crimen, se califica así a quien entra ilegalmente a su país sin cumplir con los requisitos que la legislación vigente establece, es decir, violándola y por lo tanto, cometiendo un crimen?

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Si esa conducta nos molesta y ofende, no la sigamos en México; sin embargo, ¿por qué mejor en vez de lamentarnos del trato que se les da hoy a quienes han infringido la ley en ese país, no prevenimos pública y masivamente para que todo aquel mexicano que tenga la intención de entrar ilegalmente a Estados Unidos -es decir, sin cumplir con las formalidades que la ley ha determinado-, sepa que de ser capturado se lo considerará un criminal, y perseguido con toda la fuerza de la ley?

Si, por encima de esa advertencia, la persona decidiere continuar con su proyecto personal de entrar a Estados Unidos de manera ilegal, conocería de antemano las consecuencias de su acción.

Ahora bien, ¿cuáles son las responsabilidades del Estado mexicano cuando, en éste o aquel país, un nacional es puesto en prisión por violar la ley? ¿Darle asistencia consular para que entienda la situación en la que se encuentra? Muy bien.

Sin embargo, por encima de lo que nosotros o nuestro gobierno considere adecuado o no, ¿qué actitud tomar cuando el otro país actúa dentro de la ley, y la hace respetar al aplicársela a quien la ha violado?

¿Se ha puesto a pensar en lo que arriba señalo?

¿Y usted, se iría a Estados Unidos sin cumplir con lo que la ley de ese país le exigiría para viajar de manera legal? ¿Y de hacerlo, le exigiría a nuestro gobierno que lo defendiere?

Es más, ¿señalaría de fascista y racista a un gobierno que, gústenos o no, estaría cumpliendo y haciendo cumplir sus leyes?

En vez de quejarnos y andar culpando a otros de nuestra conducta -en no pocas veces violatoria de la ley-, ¿no aprendemos y aceptamos, que el único camino que nos llevaría a la modernización y el crecimiento, es hacer que la ley sea respetada por todos sin distingo alguno, sean mexicanos o extranjeros?

¿Cuándo nos decidiremos a ser adultos responsables de nuestros actos? ¿Acaso no nos hemos cansado de ser niños de pecho, y por ello inimputables?

Por favor, ¡crezcamos ya!

agch