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¿Y usted, aún no insulta a Javier Duarte? ¿Qué espera para exponer su barbarie y cobardía?
El espectáculo de quienes, no hace mucho, elogiaban la labor y obra de gobierno del señor Javier Duarte, ha dado paso a otro, más burdo y de dar vergüenza ajena; hoy, esos mismos lo cubren de insultos y burlas a costa de su físico y, no falta siempre uno que, en el colmo de las burlas cobardes, afirme que aún con el chaleco antibalas podría recibir dos descargas de AK-47.
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¿Qué deja ver de nosotros como sociedad y de no pocos comentaristas quienes, desde la comodidad que les da hoy su libertad y que el detenido no puede defenderse en forma alguna, lanzan ofensas mil de la forma más cobarde?
¿Acaso la cobardía y la sevicia (Crueldad excesiva, trato cruel), son lo nuestro? ¿En verdad no nos apena vender -a veces por migajas- nuestra opinión al mejor postor?
¿Nos parece normal, por una paga, alabar a éste o aquél y mañana, cuando el pagador de ayer cae en desgracia, hacemos lo imposible por vernos justicieros y lo cubrimos de insultos que, más que ofender al que van dirigidos, son un escupitajo que lanzamos hacia arriba y nos cae en la cara?
¿Qué hay en nuestra sociedad en general, y en los espacios mediáticos en particular, que al que hoy alabamos por las treinta monedas, mañana lo cubrimos de oprobio?
¿Con qué cara nos sentamos a la mesa con los nuestros, hijos y cónyuge, después de estas indignidades y comportamiento corrupto que lo condenamos en el caído en desgracia, pero en nuestro caso nos sentimos satisfechos porque nuestra cartera se abulta cada vez que cometemos ese tipo de indignidades?
De entre el torrente de comentaristas que se han regocijado con las burlas y ofensas lanzadas al hoy detenido al insultar al hoy detenido, sobresale uno que, a contracorriente y con una muestra de congruencia y valentía que lo honra, al haber exhibido a los cobardes que, en unos casos, saben de leyes al igual que él.
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Me refiero al Dr. Miguel Carbonell quien, en su colaboración reciente en El Universal, de manera clara e irrefutable puso las cosas en claro y en su lugar a aquéllos.
Por favor, le pido encarecidamente la lea. Aquí la encuentra:
Espero que quienes han traicionado todo valor ético, también la lean y, si bien el tiempo no es posible retrocederlo, al menos tengan la valentía y dignidad de reconocer que se equivocaron.
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