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Los retos de Merkel en el G-20

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Berlín, Alemania.— El conflicto en el este de Ucrania, la tensa relación con Turquía y su reciente intervención en la guerra civil siria, son algunos de los desafíos con los que la canciller federal Angela Merkel viaja a la cumbre del Grupo de los Veinte (G-20) que inicia hoy en Hangzhou, este de China.

Se espera que el anfitrión asiático, que alberga por primera vez un encuentro de jefes de Estado y Gobierno de los principales países industrializados y en desarrollo, intente dejar impronta una cumbre exitosa.

Y para ello debe evite tocar los temas más controvertidos, como el conflicto territorial que mantiene en el Mar de la China Oriental con algunos de sus vecinos o las disputas recientes en torno al tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos (TTIP), que surgieron precisamente en Alemania.

Es también la primera cumbre del G-20 que se celebra después de que los británicos decidieran por referéndum salir de la Unión Europea, y es probable que el “Brexit” se aborde en las reuniones bilaterales que se producen al margen de la cumbre.

La situación de los derechos humanos en China es recurrente en toda visita bilateral o encuentro en el país asiático, aunque aún no está claro qué papel tendrá esta vez en la agenda.

Organizaciones como Human Right Wacht exigieron a los jefes de Estado y Gobierno en una carta abierta que aborden la situación con los líderes de Beijing y exijan el fin de las persecuciones a activistas y abogados intensificados en los últimos años.

El reto para Merkel es grande, debido a la prioridad que da a las relaciones alemanas con la potencia asiática, especialmente por motivos económicos, y también porque el próximo G-20 será “en casa” en 2017.

Pero quizá no pueda centrarse al cien por cien en la cumbre en la primera jornada de reuniones el domingo, y es que sólo horas después de su llegada al país tendrá que seguir desde allí los resultados de unas elecciones regionales en el estado federado de Mecklenburgo-Antepomerania en el que su partido Unión Democristiana (CDU) podría sufrir un traspiés.

De las elecciones internas, Merkel pasará al conflicto en el este de Ucrania, en el que la canciller lleva años implicándose activamente en busca de una solución pacífica, supuestamente sellada en los acuerdos de Minsk de 2015, que sin embargo no terminan de implementarse.

En esa labor la acompañan el jefe de Estado francés, François Hollande y el mandatario ruso, Vladimir Putin, con quienes se reunirá el domingo en busca de un desbloqueo de la situación. En este aspecto las perspectivas son positivas, tras el inicio de un alto el fuego el pasado jueves.

Menos prometedor es el encuentro que le espera a Merkel con un socio muy incómodo: el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en un momento de alta tensión entre ambos países.

Los motivos son varios: las diferencias afloraron abiertamente después de que el Parlamento alemán reconociera la matanza de armenios en Turquía durante la Primera Guerra Mundial como “genocidio” el pasado junio, desatando la indignación de Ankara.

Siguieron tras el fallido golpe de Estado en Turquía del pasado 15 de julio, a raíz del cual Erdogan lanzó una “caza de brujas”, destituyendo y deteniendo a miles de personas a quienes acusa de seguir al clérigo Fethullah Gülen, exiliado en Estados Unidos, a quien atribuye la intentona golpista.

Y se endurecieron a raíz de los intentos de Ankara en extender esa persecución en territorio alemán.

El acuerdo migratorio entre la Unión Europea (UE) y Turquía, que amenaza con hacer aguas por la falta de avances en la exención de visado a los turcos que desean entrar en la Unión, sumado al nuevo aumento de la llegada de migrantes por la ruta Tuquía-Grecia en los últimos días completan el cuadro de una relación extremadamente difícil con Ankara.

Además de la criticada intervención terrestre turca en el norte de Siria para evitar el avance kurdo, poniendo en peligro la lucha contra la milicia terrorista Estado Islámico (EI).

Tras afrontar esos primeros escollos bilaterales, Merkel se centrará en la cumbre del G-20 en sí que parece abocada a centrarse en la economía.

La segunda potencia económica del mundo pretende patrocinar un crecimiento mundial más fuerte basado en la innovación con una participación más inclusiva. “Un crecimiento económico mundial innovador, fuerte e inclusivo”, dijo recientemente un miembro de la cancillería alemana.

En el centro de la idea se encuentra la conocida como industria 4.0, la industria digital, que consistiría una especie de cadena de producción y suministro unidos en la red, con las máquinas comunicándose entre sí en lenguaje digital.

Sin embargo ello obligará al anfitrión a abordar una serie de temas controvertidos, como la protección de patentes y de propiedad intelectual, precisamente cuando la propia China es uno de los países a quienes más se acusa de saltársela.

Otro escollo a esos planes podría ser una regulación sobre seguridad cibernética más dura que prepara el país para controlar los contenidos en la red. “El borrador actual debilitará la seguridad y alejará a China de la economía digital mundial”, alertó recientemente en una carta la cámara de comercio extranjera en China.

Alemania es el socio más deseado por China en la industria digital, pero las empresas germanas no están tan dispuestas.

“Tenemos serios reparos de que la regulación pueda obstaculizar en gran medida nuestra cooperación en el sector de la industria 4.0”, escribió el embajador alemán Michael Clauss el jueves en la web de la legación diplomática germana en Beijing.

El comercio mundial será otro tema ineludible. Y ahí Alemania intentará mencionar en el comunicado final el problema de la sobrecapacidad de producción de la que se acusa a China en sectores como el acero, señaló una fuente del Gobierno alemán.

La UE y también Estados Unidos acusan a Beijing de apoyar a ese sector clave con prácticas de dumping, forzando una bajada de los precios en el comercio mundial.

Ese fue uno de los principales argumentos para que Bruselas se resistiera a conceder a China el estatus de economía de mercado que le correspondería adquirir en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC), negando que patrocine una competencia justa.

Beijing ha devuelto el golpe y también acusa a la UE de proteccionismo y prácticas similares.

Pero en temas comerciales se espera se evite otro tema muy espinoso: el del TTIP, tras las declaraciones de Hollande y del vicecanciller alemán, Sigmar Gabriel, que lo daban por fracasado, y que no estará en la agenda, señalaron círculos de los participantes.

Como tampoco lo estará el de un impuesto mundial a las transacciones financieras, en el que Alemania está muy activo.

En cualquier caso Merkel tendrá que actuar en esta cumbre con pies de plomo, intentando por un lado lograr sus objetivos pero sin demasiado ruido y enfrentamiento, como le corresponde al siguiente anfitrión del encuentro: la próxima cita del G-20 será en Hamburgo en 2017. (Notimex)

JAHA

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