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Papa evoca los secretos de Fátima

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Fátima.— El Papa Francisco llegó hoy al santuario de Nuestra Señora de Fátima, en Portugal, y se presentó como el “obispo vestido de blanco”, usando las mismas palabras del tercer secreto que la Virgen reveló a los pastorcitos videntes hace un siglo.

En la primera actividad de su visita apostólica, Francisco rezó ante la Capilla de las Apariciones, una pequeña construcción erigida sobre el lugar exacto donde una mujer envuelta de luz se manifestó por primera vez a los niños Lucía Dos Santos, Francisco y Jacinta Marto, el 13 de mayo de 1917.

Antes de ese momento de oración, el líder católico tuvo su primer baño de multitudes al recorrer 4.5 kilómetros por las calles de la ciudad a bordo del papamóvil con dirección al santuario.

En el ingreso de la Capilla de las Apariciones mil niños saludaron al Papa mientras, en la explanada cercana, se congregaron unas 600 mil personas.

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El pontífice depositó una ofrenda floral ante una estatua de la Virgen, de poco más de un metro de altura, tallada en madera de cedro del Brasil y que se venera en el lugar desde 1920. Luego pasó un largo momento en oración silenciosa ante la imagen.

En este primer acto, el Papa no pronunció discursos, sólo se limitó a leer una larga oración.

“En este lugar, desde el que hace 100 años manifestaste a todo el mundo los designios de la misericordia de Dios, miro tu túnica de luz y, como obispo vestido de blanco, tengo presente a todos aquellos que vestidos con la blancura bautismal quieren vivir en Dios y recitan los misterios de Cristo para obtener la paz”, dijo Francisco en portugués.

“Desde lo más profundo de tu ser, desde tu inmaculado corazón, mira los gozos del ser humano cuando peregrina hacia la patria celeste. Desde lo más profundo de tu ser, desde tu inmaculado corazón, mira los dolores de la familia humana que gime y llora en este valle de lágrimas”, agregó.

Más adelante imploró seguir el ejemplo de los beatos Francisco y Jacinta, y de “todos los que se entregan al anuncio del evangelio”.

“Recorreremos así todas las rutas, seremos peregrinos de todos los caminos, derribaremos todos los muros y superaremos todas las fronteras, yendo a todas las periferias, para revelar allí la justicia y la paz de Dios”, apuntó.

Resulta sugestivo que el Papa haya querido presentarse como el “obispo vestido de blanco”, porque son las exactas palabras usadas por la vidente Lucía Dos Santos en su relato de la tercera parte del secreto revelado por la virgen.

“Vimos en una inmensa luz que es Dios: algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él a un obispo vestido de blanco, hemos tenido el presentimiento de que fuera el santo Padre”, consignó el mensaje.

Siguió indicando el peregrinar de obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas hacia una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran cruz de maderos toscos, como si fueran de alcornoque con la corteza.

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“El santo padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran cruz, fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas”, apuntó.

Este secreto fue revelado a los pastorcitos el 13 de julio de 1917. Lucía decidió escribirlo en tres partes, las dos primeras fueron dadas a conocer en 1941, pero la tercera, redactada después, debía darse a conocer sólo en 1960 por indicación expresa de la vidente.

Aunque los Papas Juan XXIII y Pablo VI tuvieron acceso al tercer secreto decidieron no darlo a conocer, alimentando así toda una serie de especulaciones, incluso catastrofistas y apocalípticas, sobre su contenido.

Fue Juan Pablo II quien decidió difundirlo completo en el año 2000, durante una visita al santuario de Fátima y lo interpretó como una premonición del atentado que él mismo sufrió el 13 de mayo de 1981 en la Plaza de San Pedro a manos del gatillero turco Mehmet Ali Agca.

Pero en 2010, Benedicto XVI sostuvo que el tercer secreto continúa manteniendo su vigencia, porque la Iglesia sigue afrontando ataques y padeciendo sufrimientos, aunque ahora –estableció- “los enemigos están adentro”.

emc

 

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