Opinión
Aguiar, nuevo arzobispo para la capital
El papa Francisco eligió al cardenal Carlos Aguiar Retes como próximo arzobispo primado de México; sucede en la sede metropolitana al también purpurado Norberto Rivera Carrera, quien dirigió la Iglesia capitalina a lo largo de 22 años. Las implicaciones de este relevo no son menores, simbolizan la necesidad de una transición cultural para los católicos en la Ciudad de México que se esfuerzan por no perder su posición e identidad ante una cada vez más competitiva, dinámica y plural sociedad contemporánea.
Aguiar Retes es de la opinión que la Iglesia católica hoy vive un “esfuerzo de transición cultural” y critica la idea de que deba “competir en un supermercado religioso”; para el cardenal nayarita la identidad cristiana en México no debe descansar bajo la idea la masividad sino en la de ‘significatividad’, pasar de la mera tradición a una verdadera cultura cristiana.
La Iglesia capitalina es monumental, inabarcable y compleja. No sólo por la cantidad de fieles y templos que tiene sino por las dinámicas y los veloces cambios culturales. Norberto Rivera llegó a comentar que él llegó a una Ciudad de México muy diferente a la que dejaba, no sólo en el aspecto exterior sino en las leyes, la cultura y las expresiones que transformaron a la capital en un abrir y cerrar de ojos.
Aguiar, a pesar de tener la trayectoria más amplia en el episcopado nacional e internacional, tiene frente a sí un reto como ninguno antes: la Ciudad de México es la residencia de todos los poderes de la federación, de las representaciones diplomáticas, los corporativos nacionales y extranjeros, y de las instituciones más antiguas y afincadas del Estado. Es el vórtice neurálgico del país y, por ello, el arzobispo de la misma, además de ser primado, seguirá generando un interés en ocasiones sobredimensionado sobre su papel en toda la dinámica de la Iglesia católica nacional.
Del 2006 al 2012, gracias a la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de México, tuve oportunidad de acompañar al cardenal Rivera por cada rincón de la Iglesia capitalina. En ese tiempo fui testigo de los inmensos contrastes que viven las parroquias, conventos e instituciones católicas; de la compleja pluralidad de ministros, fieles y religiosas en su experiencia con el Evangelio y el servicio al prójimo; de las distancias económicas, intelectuales e incluso emocionales que los creyentes que, a pesar de las heridas, siguen confiando en la Iglesia. En este horizonte, el cardenal Aguiar apuesta por la renovación de la Iglesia católica al estilo Francisco: la reforma de las actitudes y la revolución de la ternura. El año próximo veremos cómo comienza a dar esos pasos en la gran ciudad.
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