Análisis y Opinión

¡Cuidado antes de emprender!

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El Mundo Interno de las Organizaciones

La mayoría de los estudios sobre el tema ha identificado que más del 90% de las empresas de nueva creación muere antes de cumplir su primer año. Del porcentaje que logra sobrevivir, menos del 2% logra un crecimiento sostenible que trascienda a sus socios fundadores, es decir, se convierte en una empresa que puede operar sin que los socios trabajen en ella necesariamente.

En mi experiencia, la razón principal para este fenómeno es el desconocimiento sobre temas de administración con el que inicia la gran mayoría de los emprendedores. Pocos conocen los aspectos básicos de una sociedad empresarial, la importancia de definir y establecer las aportaciones de los socios en dinero, conocimiento o trabajo; e incluso están poco familiarizados con los derechos y obligaciones legales y fiscales que implica la constitución de una empresa, así como las distintas variantes que existen en función del objeto social.

Una vez arrancado el negocio, se requieren conocimientos de administración como planeación, finanzas, contabilidad, gestión de personal y –tema obligado– tecnología de la información, todo esto solo por mencionar algunos de ellos.

De todos estos aspectos, el error más común es la falta de claridad que existe entre los socios con relación al valor de las aportaciones que cada uno hace al negocio. ¿Cuánto vale el know how de un negocio o industria? o ¿Cuánto valen las relaciones de negocio y los contactos que tiene un socio? Pues muy sencillo: valen en función del negocio real que generan para la nueva empresa. De nada sirve tener muchas relaciones si no se capitalizan como negocio; de nada sirven años y años de experiencia y conocimiento si no se pueden capitalizar en ventas o rentabilidad que genere utilidades.

El trabajo que desempeñe un socio para la empresa también debe tener un valor, sobre todo cuando hay socios que trabajan y otros que no porque son capitalistas. Es importante no mezclar el sueldo con utilidades. Todo socio que desempeñe un trabajo para la compañía debe tener un sueldo establecido, independientemente de si lo cobra o no. El valor del trabajo lo debe definir el puesto y lo que la empresa pagaría a alguna persona externa que se tuviera que contratar para hacer esa labor.

Los socios que trabajan deben tener puestos con responsabilidades bien definidas y ser capaces de respetar las jerarquías de la organización. Si uno de los socios es el Director General y otro responsable comercial, ambos deben respetar esos roles y definir con claridad sus responsabilidades.

El socio que ocupa el rol de responsable comercial deberá acatar las instrucciones del socio que ocupa el cargo de Director General, tal y como se hace en cualquier empresa. En la operación no se debe confundir y mezclar el hecho de que un directivo además sea socio de la empresa y con esto asumir que tiene facultades para tomar decisiones que, de acuerdo a la definición de su puesto de trabajo, no tiene.

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Los socios mientras trabajan en la empresa deben respetar su puesto y jerarquía sin importar el número de acciones que tengan. En los momentos en que asumen el rol de socios, podrán cuestionar en las asambleas o juntas de socios lo que quieran con base en su porcentaje de propiedad, pero durante el trabajo del día con día, deben comportarse acorde al rol que tienen, y no como dueños.

Invertir en una empresa no significa tener el dinero resguardado y querer recuperarlo cuando el socio lo necesite o decida salir de la empresa. El capital se utiliza y se diluye en la operación y la única manera de recuperarlo es a través de las utilidades generadas o de la venta de acciones. Los socios tienen que entender la diferencia entre aportaciones de capital y préstamos para que en el momento de meter su dinero a la empresa sepan con claridad el nivel de riesgo que están corriendo o el beneficio que realmente pueden esperar.

Me parece completamente irresponsable arrancar un negocio y establecer una sociedad sin preocuparse al menos por investigar, estudiar y entender todos estos conceptos básicos. No basta tener un buen contacto, una buena idea o una excelente oportunidad de negocio para abrir una empresa: se requiere de mucha preparación y estudio para capitalizarlos.

Lamentablemente esta falta de entendimiento no solo propicia que se desaprovechen buenas oportunidades de negocio. En ocasiones destruye también el patrimonio de los socios, relaciones de amistad de muchos años y hasta familias enteras. ¡Cuidado antes de emprender!

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