Columna Invitada

Fronteras y Fobias: Uncle Sam’s Back Fence

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Por Ignacio Anaya

Las caricaturas políticas han servido como un medio expresivo y provocador para abordar cuestiones políticas y sociales durante diferentes épocas. A través del uso de ciertas tendencias de imágenes y simbolismos, estas representaciones visuales capturan algunos elementos de la esencia de su tiempo, ofreciendo una ventana a los dilemas y debates de épocas pasadas. “Uncle Sam’s Back Fence”, una caricatura publicada en 1919 en el periódico New York Herald, es un interesante ejemplo de cómo dicho medio encapsula las tensiones dentro de un panorama. Al desentrañar los matices de esta obra, se puede obtener una visión profunda del contexto político y social de Estados Unidos en ese entonces, al igual que una de muchas perspectivas hacia la frontera, un espacio lleno de conflictos.

El personaje principal, “Uncle Sam”, ha sido un emblema de Estados Unidos desde principios del siglo diecinueve. Su figura suele ser representada de manera imponente y patriótica, vestido con los colores de la bandera, simbolizando la nación y su espíritu. En esta caricatura aparece apoyado firmemente en una cerca que lleva el letrero “U.S. BACK FENCE”. La valla, que sirve como una barrera, es una representación de la frontera de Estados Unidos con México.

La representación del “Bolsheviki” es particularmente intrigante. Tras la Revolución Rusa de 1917, el bolchevismo se convirtió en sinónimo de comunismo y representó una nueva forma de gobierno y estructura social que desafiaba modelo capitalista de Estados Unidos. El temor a que estas ideas radicales se propagaran y perturbaran la estabilidad política y económica de la nación estaba muy presente. Al retratar al bolchevismo como una de las amenazas que saltan la cerca, la caricatura refleja la ansiedad de la nación ante la propagación del comunismo.

Por otro lado, la Revolución Mexicana fue un periodo de transformación y turbulencia para México. Las tensiones entre Estados Unidos y su vecino del sur eran palpables, ya que la revolución trajo consigo varios cambios en la política y sociedad mexicana. La Constitución de 1917 fue percibida con miedo por algunos sectores estadounidenses, los cuales la interpretaron como comunista. Uno de estos grupos fue el de los inversionistas estadunidenses quienes vieron en el artículo 27 de la Carta Magna una amenaza contra sus intereses en el país y no tardaron en relacionarlo con la abolición de la propiedad privada del bolchevismo.

En Estados Unidos se temía que la revolución cruzara frontera. Las fuertes tensiones en el límite del norte marcan ese escenario de destrucción que ilustra la caricatura. La invasión de Pancho Villa a Columbus, Nuevo México, en 1916 provocó una respuesta estadounidense. Organizando una expedición punitiva bajo el mando del General John J. Pershing, Estados Unidos buscó castigar a Villa. Aunque el secretario de Estado Robert Lansing intentó negociar un paso sin problemas a través de la frontera con el líder mexicano Venustiano Carranza, las tensiones continuaron escalando. A pesar de un acuerdo rígido que permitía a las tropas estadounidenses operar en Chihuahua, la cooperación era mínima. De hecho, la percepción era que Carranza estaba más interesado en dificultar la expedición que en ayudar a capturar a Villa.

Las operaciones militares, especialmente las transnacionales, son inherentemente complejas. La Expedición Punitiva presentó desafíos particularmente agudos. Las fuerzas de Pershing, que inicialmente pensaron que podrían utilizar el ferrocarril mexicano para el transporte de suministros, se encontraron con obstáculos. Las carreteras, cuando existían, eran rudimentarias y a menudo intransitables en condiciones climáticas adversas. La logística, por lo tanto, fue una pesadilla. El ejército estadounidense se valió de confiar en camiones, mulas y carros para mantener un flujo constante de materiales de guerra. El secretario de Guerra Newton Baker incluso tuvo que gastar fondos no asignados para adquirir vehículos adicionales. Esa era un parte de ese caos que el caricaturista percibía en México.

No se puede ignorar uno de los contextos más amplios de esta década. La Primera Guerra Mundial, que terminó en 1918, dejó a parte de Europa en ruinas y en busca de un nuevo orden. Estados Unidos, que había entrado tarde en el conflicto, emergió siendo una de las principales potencias mundiales. La nueva posición en la escena mundial trajo consigo una serie de desafíos y responsabilidades, así como la necesidad de redefinir su relación con otras naciones y movimientos políticos, incluido ahí el bolchevismo.

“Uncle Sam’s Back Fence” es una representación gráfica de las preocupaciones y dilemas que enfrentaba Estados Unidos en una década definida por la guerra y revoluciones, donde su relación con México tuvo un papel importante. Al analizar esta caricatura, no sólo se obtiene una visión de la política de la época, sino que también es prueba de cómo el arte puede capturar y comunicar complejas narrativas históricas. Refleja las tensiones y los miedos dentro de la sociedad estadounidense tanto a nivel doméstico como internacional. Ahí aparece la frontera con México, convertida en un símbolo de esos desafíos.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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