Columna Invitada

La leva en México: reclutamiento forzoso

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Por Ignacio Anaya

En la historia de México decimonónico y de la Revolución mexicana, es ineludible recordar la leva, el sistema de reclutamiento forzoso de la población civil para engrosar las filas del ejército. De hecho, el siglo XIX y los comienzos del XX vieron cómo esta práctica fue recurrente, hasta que el fin del conflicto revolucionario marcó un cambio. “Y por la leva fue obligado a empuñar el fusil”; estas palabras fueron publicadas en el periódico El Siglo Diez y Nueve el 12 de octubre de 1877.

El ejército se convirtió en una institución que adquirió relevante poder político a partir de la independencia, a pesar de contar con baja profesionalización. Coexistía con milicias y la guardia nacional de los estados, mientras que buscaba convertirse en una entidad profesional. Pero, ¿cómo lograr un cuerpo armado estable dentro de un país en constante conflicto y con necesidad de efectivos? La respuesta fue la leva.

En sus comienzos, los militares seleccionaban a hombres de perfiles bajos en la sociedad: vagabundos y ebrios, personas cuyo reclutamiento resultaba poco costoso para el Estado y aumentaban las filas. Eran capturados en las calles, y con el tiempo se fue incorporando a jornaleros e indígenas de zonas rurales.

Este sistema, que combinaba el abuso de poder con la sorpresa de la redada, era efectivo, pero a la vez generaba problemas: Las deserciones eran habituales, y el castigo podía ser severo, desde trabajo forzoso hasta la pena de muerte. Se establecía una relación tensa entre superior y subordinado, creando un clima poco propicio para la consolidación de un ejército profesional. No obstante, a pesar de las prohibiciones y los intentos de instaurar sistemas alternativos, como el sorteo impulsado por Benito Juárez, la leva persistió durante décadas. Tuvo periodos de pausa en aquellos breves momentos de estabilidad.

Durante el Porfiriato, la escasez de voluntarios hizo que el ejército recurriera nuevamente a dicha práctica. Aquí se abrió un debate interesante: ¿este sistema servía para limpiar las calles de criminales o, por el contrario, terminaba por darles armas? Esta pregunta, que retumbaba en la prensa y en boca de varios militares, no encontró una respuesta concluyente. “En el batallón, le ponen a uno presente, voluntario, no siendo esto verdad”, testimonio recuperado por el diario La Voz de México el 2 de octubre de 1877.

Lo cierto es que la leva terminó perjudicando a la sociedad mexicana. El método generó una enorme cantidad de deserciones. En ocasiones, las personas se dañaban ellas mismas o incluso se mutilaban para evitarla. No se podía forzar a la población a la vida castrense, y los resultados terminaban siendo contraproducentes en varios casos.

La leva provocaba problemas en las zonas rurales, donde se buscaban indígenas y jornaleros. No sólo se desgarraba el tejido social al arrancar a los hombres de sus familias y comunidades, sino que se ponía en riesgo la economía local. Además, el sistema generaba desconfianza y rechazo hacia el ejército. Las acciones de los oficiales, quienes a menudo actuaban con abuso de poder, reforzaban este sentimiento. Un cuerpo militar compuesto por individuos forzados a servir, que eran tratados de manera déspota y como consecuencia intentaban huir o evadir el servicio, distaba mucho de ser una institución consolidada y respetada.

Su continuidad durante el Porfiriato y el huertismo demostró la dificultad de encontrar alternativas efectivas. Aunque el gobierno intentó implementar sistemas de sorteo, estos fracasaron. Al final, el recurso fácil y económico parecía ser siempre el reclutamiento forzoso. Por ello, hay casos de revolucionarios que sirvieron forzosamente en el ejército antes de unirse a la revolución.

Los hombres que eran llevados a la fuerza a servir no sólo sufrían físicamente por las difíciles condiciones de la vida militar, sino que también la desmoralización era alta, pues se veían obligados a estar en un ejército que no respetaban y al que no querían pertenecer.

El impacto psicológico y social es difícil de medir, pero es innegable. La alienación, el miedo, la rabia y la resistencia que generó este sistema de reclutamiento forzoso contribuyeron a un clima de descontento y agitación.

En este sentido, la leva evidencia los desafíos de la construcción de un ejército en México, al igual que refleja las tensiones y conflictos sociales de la época. La historia castrense en el país estuvo lejos de presentar a un cuerpo militar establecido profesionalmente durante un considerable tiempo. En cambio, la situación de crisis de aquel entonces se prestaba al reclutamiento forzoso compuesto por indeseados, según los criterios de la sociedad, fueran castigos contra criminales o para llenar las filas. La gloria para muchos solo quedó en el discurso.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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