Columna Invitada

Resiliencia Política en México: Aprendiendo de la Tormenta

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¿Qué hacer ahora? Esa es la gran pregunta que muchos se plantean tras los recientes cambios políticos en el país. Para algunos, la respuesta inmediata es resistir, enfrentarse a lo que parece inevitable. Sin embargo, tal vez la verdadera lección no radica en detener la tormenta, sino en aprender a sobrevivirla y, más importante aún, en aprovecharla. Para ello, se necesita visión, paciencia y la capacidad de aceptar que el cambio ya está en marcha.

A lo largo de la historia, los intentos de detener cambios inevitables mediante la negación y la confrontación han demostrado ser infructuosos. Muchos, al ver los primeros signos de la tormenta política que se avecinaba, optaron por desacreditarla, por atacar a quienes la anunciaban. Sin embargo, esta actitud no era más que una forma de negar una realidad que ya estaba echada a andar. Los ciclos políticos son como las tormentas naturales: incontrolables, pero predecibles.

Aquellos que pensaron que lanzando piedras podrían frenar el avance de esta fuerza, no hicieron más que agotar sus recursos y energías en una batalla perdida.

En el caso de México, los eventos recientes son una prueba más de cómo los ciclos políticos se repiten cada cien años, trayendo consigo transformaciones que redefinen el rumbo del país. Hace poco más de un siglo, la Revolución Mexicana sacudió la nación, y hoy, una nueva tormenta política nos exige repensar nuestras estrategias. Es el momento de dejar de resistir lo inevitable y comenzar a prepararnos para lo que viene.

La resiliencia se presenta como el concepto clave en este escenario. No es solo la capacidad de resistir pasivamente, sino de adaptarse y sacar provecho del evento, en beneficio de todos. En la naturaleza, cuando una tormenta se avecina, los más sabios no intentan luchar contra ella; en cambio, buscan formas de guarecerse. Recogen agua, limpian sus tierras, o preparan sus casas para resistir mejor la próxima tormenta o mitigar su impacto. En la política, este mismo principio debería aplicarse.

La indiferencia también ha jugado un papel crucial en la falta de preparación para esta tormenta política. Parte de la población ha permanecido absorta en las trivialidades del entretenimiento mediático, ignorando los signos claros de cambio que se gestaban. Esta indiferencia colectiva no es nueva; ha sucedido antes, como en la caída de grandes civilizaciones, cuando las amenazas externas e internas fueron subestimadas por una ciudadanía distraída.

Frente a este panorama, la resiliencia política no debe entenderse como una resignación, sino como una oportunidad para aprender y prepararse. México ha demostrado una capacidad innata para sobreponerse a las crisis, y ahora no es la excepción. La tormenta política que enfrentamos es parte de un ciclo que ha sucedido antes y la diferencia la marcarán aquellos que, en lugar de luchar contra lo inevitable, elijan aprovechar las circunstancias para construir un futuro más fuerte y preparado.

Hoy, la oposición actúa en muchos casos como aquellos que, en medio de una tormenta, intentan gritarle al cielo para que se detenga. Sin embargo, la naturaleza, al igual que los cambios políticos, sigue su curso. Lo que se necesita ahora no es más resistencia, sino una estrategia de adaptación y preparación. La tormenta sólo fue un reflejo del deseo de una parte importante de la población, una que durante años ha acumulado frustración y descontento por promesas incumplidas y crisis no resueltas que con una manifestación no harás que olviden.

México se encuentra en una encrucijada histórica. La pregunta no es si habrá más tormentas, sino si estaremos mejor preparados para ellas. La resiliencia se convertirá en el pilar sobre el cual construiremos los sistemas políticos que nos permitirán no solo resistir las crisis, sino fortalecernos como país. Es momento de dejar de ignorar las señales y comenzar a construir esos diques que nos protegerán del próximo temporal, porque, en el fondo, sabemos que siempre habrá una nueva tormenta y no puedes volver a ser omiso, como en Acapulco que se culpó a “no nos dijeron que venía tan fuerte”.

Este es el momento de reflexionar, de aprender de la historia y de prepararnos mejor para el futuro. Porque, aunque la tormenta actual parece devastadora para algunos, trae consigo oportunidades para aquellos que estén dispuestos a escuchar sus lecciones y no olvidar que México sigue siendo de ciclos y este, ya empezó.

Mtro. Guillermo Moreno Ríos
Ingeniero civil, académico, editor y especialista en gestión integral de riesgos, resiliencia empresarial, seguros y derechos humanos.
incide.guillermo@gmail.com

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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