Opinión

Cuidado con la corrección política; acaba con la capacidad analítica

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Desde hace algunos años, al principio inadvertida, empezó a incubarse en grupos numerosos de lo que hemos dado en llamar clases medias, una visión de las cosas que se registraban en México y el mundo cuya principal característica era, a nadie incomodar; dicho de otra manera, con todos quedar bien.

Al paso de los años, lo que en un principio fue inadvertido pues nadie parecía prestarle atención, fue convirtiéndose en la visión del mundo dominante de quienes integran -de manera real o aspiracional-, esas clases medias.

Es difícil -si no es que imposible-, definir de manera precisa quién posee esa visión del mundo. Más práctico, y fácil por supuesto, sería enlistar los elementos que considero conforman esa visión de las cosas. Van pues:

1.- La aspiración de vivir en paz, gozar de las cosas buenas de la vida y sentirse, en todo momento y en todas partes, plenamente realizado al no ser recriminado por alguien;

2.- Asimismo, ser visto en toda reunión como una persona simpática que a nadie contradice y, ante cualquier infortunio, siempre pensar positivamente y a todo echarle ganas.

Sin duda, lo acepto sin reticencia alguna, hay muchas otras características que podríamos agregar a la obviamente incompleta lista de arriba; sin embargo, para los fines de este comentario, me bastan las que señalo arriba.

Ahora, pasemos a otro aspecto; ¿cómo llamar a este grupo para distinguirlo como un subconjunto dentro del conjunto de los integrantes de las clases medias?

Quizás por esa característica de no querer contradecir a alguien y siempre intentar con todos quedar bien, fueron identificados como los practicantes de la Corrección Política o, simplemente Los Políticamente Correctos.

Este grupo social, en tanto sus comentarios caigan dentro de la frivolidad propia de esas clases medias y los temas de los cuales opinan son casi todos inocuos o irrelevantes, la Corrección Política a nadie perjudica.

Si bien para algunos esa conducta es criticable -por ridículos y exhibicionistas dicen sus críticos-, me parece que no es correcta esta forma de juzgarlos.

Lo que sí me parece debe ser criticado de la Corrección Política, es cuando los juicios expresados por quienes por esa visión norman todas sus conductas y opiniones, se refieren a temas van más allá de lo puramente personal y frívolo, pues entra a otros que englobaría en lo que podría llamar, lo político.

¿Por qué aquí, en este tema, si debe señalarse lo negativo de la Corrección Política? Trataré enseguida de explicarme.

La Corrección Política, en ese afán de quedar bien con todos o de con nadie quedar mal, echa a la basura la objetividad y el rigor analítico. Para decirlo en términos coloquiales, la Corrección Política dice lo que los interlocutores quieren escuchar.

En consecuencia, cuando un personaje público que ejerce cierta influencia en la opinión pública -siempre menor a la que piensa él que ejerce-, al opinar en congruencia con la Corrección Política, pervierte el mensaje, lo corrompe.

De ahí que sea en ese espacio de la opinión relacionada con temas políticos      -o públicos podríamos decir-, donde deberíamos exhibir a los políticamente correctos por el daño que ocasionan cuando sustituyen el juicio objetivo debidamente sustentado, por la opinión facilona y acomodaticia, que se adecua al gusto del que escucha. Doy como ejemplo, lo que escuchamos hoy en relación con lo sucedido en España.

¿Cómo piensa usted que nuestros egregios Políticamente Correctos, alabarían la actuación del presidente del Gobierno Español Mariano Rajoy? No obstante haber actuado éste, en función de su obligación de hacer valer el Estado de derecho frente a quienes han venido violando sistemática y permanentemente la ley desde hace meses, los delincuentes catalanes son  demócratas, según los políticamente correctos, y Rajoy el represor.

Esa es la mejor muestra de la corrección política.  ¿Por qué lo hacen? Poco importa por qué, lo que verdaderamente debe importar es que lo hacen, y por ello deben ser exhibidos como lo que son: oportunistas, faltos de la mínima honradez intelectual.  

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