Opinión
En unas dos o tres semanas, ¿quién se acordará de Nieto y tanto apoyador mentiroso?
No estaría errado si contestare, ¡nadie! Sin embargo, dejaré la respuesta en casi nadie porque, debo aceptar la posibilidad de que haya por ahí algunos desbalagados que para esas fechas, todavía sigan con las exageraciones que hemos escuchado estos días y sobre todo, con alguna que otra de las tantas mentiras que, sin límite alguno, lanzaron los que confunden hacer política con hacer mitote.
La suerte del hoy ex fiscal -desconozco si mañana volverá a serlo-, es irrelevante ante el daño causado a la credibilidad -obligada y necesarísima- de las instituciones por no pocos, empezando por el mismo Nieto y siguiendo con quienes operaron utilizando sus extremidades inferiores la remoción de quien hoy se ha envuelto en la bandera y cual niño héroe busca lanzarse del piso más alto de la nueva sede del Senado de la República.
Lo visto estos últimos días, desde el viernes 20 de este mes para ser exactos, no sé cómo calificarlo; ¿sainete acaso (Obra teatral corta, de asunto jocoso y carácter popular), u ópera bufa?
El papelón de no pocos frente a la facultad constitucional del Procurador para remover libremente al fiscal que nos ocupa, nada significa para los que, ignorantes del artículo donde aparece dicha facultad, exigieron explicaciones que ni la misma Constitución plantea al que decide remover al fiscal.
¿De qué se trata el argüende que padecimos estos días? De eso precisamente, de hacer borlote, de generar ruido mediático y hacer crecer el mitote del cual viven quienes, ignorando el sustento jurídico de éste y de muchos otros casos, plantean exigencias y obligación de explicaciones que la expresión remover libremente, vuelve innecesarias.
Preguntemos ahora, no sólo frente al rosario de temas que el Senado mantiene congelado sin pena alguna sino ante el que hoy nos ocupa: la remoción de Nieto: ¿Quién se acordará de éste, en dos o tres semanas? Asimismo, ¿quién recordará a tanto integrante de las huestes del numeroso ejército de los políticamente correctos quienes, desde la seguridad que únicamente proporciona la ignorancia, pontificaron y exigieron con un fervor más intenso que el mismo Nieto -hoy ex fiscal, no sé mañana-, la restitución de éste?
¿Quién pues, de los casi noventa millones de electores mexicanos que conforman el Listado Nominal, preguntará en dos o tres semanas acerca de la remoción de Nieto y de su restitución o ratificación de su calidad de ex?
La prueba más clara de la frivolidad y subjetividad de quienes viven a la caza de temas que les brinden -cuando menos- un pedacito de templete, es el nulo o casi nulo interés prestado al tema que en los días que corren debiere importarles: Los 90 millones de ciudadanos y los problemas cotidianos que enfrentan.
Sin embargo, son tan repetitivos estos últimos, que ya no dan -deje usted para un reflector-, ni siquiera para un pinchurriento foquito de 40 Watts. De ahí el interés que los lleva a estar a la caza permanente de temas lucidores; en la búsqueda diaria de la causa que dé templete y, si a éste le añadiéremos conferencia de prensa y posterior entrevista, mucho mejor.
¿Qué quedará de Nieto y sus acólitos quienes, tomándolo de pretexto, piensan que hicieron historia? ¿La verdad? Poco menos que nada. No olvide usted que ese grupo de personas que parecen nada tener qué hacer, salvo andar de causa en causa, tiene menos poder de convocatoria que un atropellado en Insurgentes y Reforma.
Una vez que la suerte de Nieto se defina, los que le hicieron coro se irán como vinieron; mañana jueves ya andarán tras el siguiente templete.
Es su vida, mantenida y alimentada por los lúmenes vivificantes de los reflectores. Con la luz que de ellos los cubre, ya ni para que alimentarse; les basta estar bajo la luz que casi los ciega, de potente reflector.
¿Y con estos intelectuales podría alguien pensar, que seremos capaces de determinar y entender las causas de nuestros problemas?
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