Opinión
¿En verdad ese grupúsculo “representa” a la sociedad civil?
Hoy en día, las organizaciones de la sociedad civil, cualquier cosa que este nombre pudiere significar, surgen por aquí y por allá. Sorprende, no sus integrantes pues son prácticamente los mismos -que hoy aparecen en una organización y mañana en otra-, sino su número reducido y lo desproporcionado de sus afirmaciones.
La que esta vez me ha sorprendido, es la siguiente: Vamos por más. En los tweets de rigor, hay uno que provoca, imposible evitarlo, la risa. Dice el texto de aquel: Es la Sociedad Civil -así, con mayúsculas-, que le habla a la clase política (con minúsculas). Este texto es acompañado de la fotografía donde, los 60 o 70 de siempre, en una exhibición de soberbia que rebasa toda prudencia, afirma el enviador, que le hablan a la clase política.
En la fotografía que mencioné, podemos ver a los mismos de siempre que ocupan espacios en todos los templetes, todas las conferencias de prensa y en cuanto plantón se anuncia.
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La pregunta que surge, además de la relativa a la indefinición de la categoría misma: ¿Qué es la sociedad civil?, tiene que ver con lo que a todas luces es exagerado: ¿Sería posible aceptar como válido, que 50 o 60 personas -por más conocidas o famosas que fueren-, se arroguen la representación de la Sociedad Civil la cual escriben, como dije, con mayúsculas?
La pregunta es inevitable porque, en un país de 125 millones de habitantes y un Listado Nominal de Electores de más de 85 millones, ¿qué grupúsculo de 60 o 70 personas podría arrogarse una representación de la Sociedad Civil, para hablarle a la clase política?
Lo que vemos pues, son los intelectuales -cualquier cosa que esto también pudiere significar-, que encabezan toda lucha trascendente del pueblo mexicano y del país entero.
Ellos y solo ellos conducirían la nave a buen puerto; problemas como la corrupción, la opacidad y la nula rendición de cuentas con ellos al frente y hoy, hablándole fuerte a la clase política, serían cosa del pasado.
Como podemos darnos cuenta, esa enfermedad propia de los intelectuales de la pequeña burguesía urbana -aparecer siempre al frente de lo que sea, con tal de salir en la foto, declarar y captar la luz que fortalece y vivifica de los reflectores-, ha hecho presa de esos 60 o 70 que a todas van, y no tienen ciencia aborrecida.
El problema que enfrentan en esta nueva organización, tal y como les ha sucedido en las anteriores, es que los resultados a obtener serán una lista abultada de documentos, muchas conferencias de prensa y no pocas columnas periodísticas, pero de ahí en fuera, nada más.
Ya mañana o pasado los volveremos a ver en la creación y anuncio de una nueva Organización de la Sociedad Civil en la cual estarán los mismos 60 o 70.
Por eso afirmo, tiene más poder de convocatoria un atropellado en la esquina que forman Insurgentes y Reforma que este grupo que para todo fin práctico y en lenguaje coloquial, es el ajonjolí de todos los moles.
Si en verdad quisieren hacer algo para cambiar las cosas en las materias arriba mencionadas y si tanta influencia piensa que poseen, ¿por qué no se plantean la creación de un partido político donde, dado que todos ellos son puros, honrados a más no poder y practicantes de la transparencia, los triunfos serían tales, que ambas Cámaras del Congreso las controlarían y, entonces sí, a cambiar las leyes.
Mientras tanto y tal como ha sido su conducta desde hace varios años, irán de una organización de la sociedad civil a otra.
Termino con esto: Podrían decirnos, dado el Listado Nominal de poco más de 85 millones, ¿cuántos de esos ciudadanos -además de los 60 o 70 de la foto-, están ya incorporados a su nueva organización Vamos por más?
¿Cómo? ¿Ninguno?
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